14 de junio de 2025 - 13:13

Natalia Greta Martínez: la ganadora del Vendimia en Poesía y el dolor que se convirtió en su premiado libro

La autora mendocina, reconocida con el Premio Vendimia 2025 en la categoría Poesía, nos muestra en esta entrevista las costuras de su libro galardonado: Cosernos del revés para que no se note.

¿La poesía como bálsamo? Es posible: lejos de considerar a la escritura lírica algo así como sirvienta de la medicina o la psicología, hay algo inocultable: que el trato con la belleza poética, con la escritura de versos, con su lectura y el resonar de lo escrito en el ánimo, puede, en algunos casos, provocar una cura.

Algo de ese efecto colateral, buscando o no, es lo que ofrece —según su autora— Cosernos del revés para que no se note, el libro de poemas de la mendocina Natalia Greta Martínez, que acaba de ser galardonado con el Premio Vendimia 2025 de Poesía.

El premio (que consiste en una retribución en metálico y la publicación, a través de Ediciones Culturales de Mendoza) permitirá ver otra faceta de la autora, que también cultiva la narrativa. De su nuevo libro y de esas otras caras habla en esta charla.

—Contame de tu libro, que tiene un título largo, casi aforístico: Cosernos del revés para que no se note. ¿Cómo nos lo presentarías?

—Es un libro que nace del desgarro, pero que no quiere mostrarse roto. El título resume una estrategia de supervivencia: ocultar las costuras, disimular las marcas. En los poemas hay hilos, tejidos, remiendos; pero también agua, sombra, muerte, memoria. Son textos que quieren suturar sin esconder el dolor, como quien se cose desde adentro para no exponer las cicatrices. Es un libro que dialoga con el duelo, la pérdida, lo cotidiano quebrado, pero siempre con una pulsión poética que intenta resistir.

—¿Qué representa para vos este premio y ser parte del listado de ganadores del Vendimia?

—Es un reconocimiento que abraza. Me emociona profundamente porque siento que el premio Vendimia es la máxima premiación para los autores locales. El Vendimia me da voz y también responsabilidad: la de seguir escribiendo con honestidad y profundidad.

—Será tu segundo libro de poemas publicados, si no me equivoco. ¿Cómo considerás que ha sido la evolución de uno hacia otro libro?

—Sí, Patio interior fue el primero. Lo siento como una semilla de lo que vino después. Aquel era más introspectivo, una búsqueda del adentro. Cosernos del revés... es más orgánico, más consciente del lenguaje poético como herramienta de sostén. Hay una maduración en la imagen, en la estructura del libro como entramado. En ambos está presente la memoria, la ausencia, el dolor; pero el segundo encuentra más herramientas para habitar y expresar esos territorios.

—Tu obra no sólo es poética, sino que también incluye la narrativa. ¿Cómo es para vos navegar por esas aguas?

—Siento que ambas formas se retroalimentan. La narrativa me permite desplegar escenas, personajes, tiempos más amplios. La poesía, en cambio, es precisión, es gesto mínimo pero potente. Cuando escribo, decido de antemano el género. Pero, hay veces que relatos nacen como poemas y viceversa. Lo importante para mí es la verdad emocional que se transmite.

—Sos profesora de Lengua y Literatura, lo cual habla de una afinidad por las letras, convertida además en profesión. Pero, ¿cómo nace tu relación con las letras y cómo nace en vos la vocación de la escritura?

—La lectura fue mi primer refugio. En la infancia, los libros eran lugares donde podía quedarme. Después apareció la necesidad de responderle al mundo con palabras propias. La escritura no nació como vocación, sino como necesidad. Escribía para entender, para ordenar lo que sentía. Y en algún momento esa pulsión se transformó en una forma de vida, en un oficio. Ser profesora es, además, una forma de sostener esa pasión.

—¿Qué lecturas considerás fundamentales para tu formación? Y, ¿qué “alimenta” tu escritura, además de los libros?

—Hay muchas lecturas que me marcaron: Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Angélica Gorodischer, Olga Orozco, Roberto Juarroz, Juan Gelman, Úrsula K Le Guinn, me quedo corta con la lista. Pero también me nutro de lo cotidiano: una conversación, un recuerdo, una foto, una escena doméstica, una pérdida. La poesía no está solo en los libros; está en cómo miramos, en cómo escuchamos, en cómo sentimos.

—¿Cómo ves la literatura de Mendoza y, en particular, la poesía? ¿Sos lectora frecuente de autores locales? ¿Qué obras te interesan en este sentido?

—La poesía mendocina está muy viva. Hay voces potentes, diversas, comprometidas con una poética personal y a la vez social. Me interesan autores como Débora Benacot, Adelina Lo Bue, Juan López, por mencionar algunos. Leo mucha poesía local, porque creo en el diálogo con lo cercano, con lo que también nos construye como identidad literaria. Es una escena que crece, que se reinventa, y que merece más visibilidad.

Natalia Greta Martínez y Juan Manuel Montes
Escritores mendocinos, en una visita a Roma.

Escritores mendocinos, en una visita a Roma.

Retroalimentación literaria: estar en pareja con un escritor

—Estás en pareja con otro escritor (también, por cierto, premiado con el Vendimia), ¿es Juan Manuel Montes tu primer lector? ¿Cómo se da esa relación entre las letras y el amor?

Sí, Juan Manuel es mi primer lector, pero sobre todo es un sostén en los momentos en los que dudo. Compartimos no solo el oficio, sino también la mirada poética sobre el mundo. Eso crea una complicidad única, aunque también requiere cuidado: separar el juicio crítico del afecto. Pero escribir en compañía, aunque sea en soledad paralela, es hermoso.

—Luego de este libro premiado, ¿hay proyectos para otro?

—Estoy escribiendo, hacía tiempo que venía corrigiendo. Ahora estoy incursionando en la novela, un nuevo libro que mezcla prosa, poesía y ciencia ficción. Y como deseo, me gustaría que la poesía ocupe más espacios fuera del circuito académico o editorial. Que llegue a las aulas, a las plazas, a las casas. Que manden libros de autores mendocinos a las escuelas, en donde están los primeros lectores. Porque estoy convencida de que la poesía también puede ser una forma de abrigo.

Natalia Greta Martínez
Escritora mendocina, ganadora del Premio Vendimia de Poesía 2025.

Escritora mendocina, ganadora del Premio Vendimia de Poesía 2025.

Dos poemas de “Cosernos del revés para que no se note”

La puerta en el atardecer

Como si hacer memoria me devolviera su cuerpo

revuelvo la olla en sentido contrario al reloj

como una especie de retroceso falso.

Así se hace el dulce, se estremece

para que no se arruine.

El movimiento es vida, dicen

para sobrevivir catástrofes el movimiento es vida.

Pero cómo explicar que

fue una catástrofe íntima, personal, cotidiana.

El sol se esconde sepia tras las montañas

la casa atardece de un mismo color

el mismo aroma.

Son segundos en que la presencia llega

en ese susurro

que hace que la mermelada sea perfecta.

El dulce ámbar ya tibio

descansa boca abajo en los frascos.

Se etiquetan y se guardan en lo oscuro

dentro de la alacena de las generaciones

con esa puerta que ya no cierra del todo.

Hay personas que son atardeceres

absolutos, fugaces, eternos.

* 

Viaje de ida

Sentir que nos acercamos a la muerte

como ese frío inesperado en el pecho.

Tratar de abrigarnos

con una manta

hecha de retazos.

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