27 de julio de 2025 - 00:10

Un acuerdo que pocos celebran y muchos digieren

Alfredo Cornejo ratifica una vez más, ser una implacable maquinaria política, plástica, que supo construir con extremada cautela una posibilidad de alianza que un año atrás parecía directamente imposible.

La confirmación final del acuerdo electoral entre Cambia Mendoza (CM) y La Libertad Avanza (LLA) es un cimbronazo de alta intensidad en el escenario político.

Más allá de la confluencia de los oficialismos nacional y provincial, es la clara aceptación que el 26 de octubre la elección será un parteaguas en el que se pondrá en discusión acompañar o rechazar el modelo de Javier Milei.

Hoja de ruta preconfigurada

Por experiencia o intuición, aquí se optó por encolumnarse detrás de la carta que -al menos hoy- se supone decisiva pero que aún no es ganadora. Al menos desde lo estratégico, Alfredo Cornejo está convencido de la tesis de la polarización extrema, como si el recorrido y los resultados libertarios aún no tuvieran el suficiente desgaste que obligue a diferenciarse.

Desde lo práctico, el gobernador entiende también que tiene muchas más chances de asegurar sus últimos dos años de mandato con un triunfo electoral de medio término, que no sólo con una derrota, sino también alejado de la Nación.

Y si bien es cierto que el radicalismo de Mendoza ha sido lo suficientemente contemplativo y paciente con Milei, sus funcionarios y sus iniciativas, tampoco es menos real que en la decisión hay una minuciosa lectura del rumbo que señalaron los mendocinos cuando en el balotaje del 2023 se inclinaron en un 70% por las Fuerzas del Cielo.

Esa poderosa señal ha pesado de manera implacable en todas y cada una de las decisiones de Cornejo en este tiempo, tanto para ofrecer colaboración y acompañamiento como para no mal predisponer a su electorado.

Encuestas matan convicciones, podría decirse; pero también, que el maniqueo debate nacional ofrece hoy pocas posibilidades de caminos alternativos, lógicas racionales o equilibrios entre el necesario rol del Estado para asuntos esenciales como salud, educación, seguridad o el desarrollo armónico de un país, y el paroxismo liberal capaz de pretender que las personas nazcan, crezcan y mueran con la suerte o la desdicha que les toque en gracia, y que la superación o el fracaso sólo sea una aventura personal.

Queda claro, además, que el mayor esfuerzo para la conformación de la nueva sociedad salió desde Casa de Gobierno, pues el principal y primer objetivo fue el de convencer a la Casa Rosada de un acuerdo como el alcanzado, mientras lo que trascendía en los armados de otros distritos era la voluntad libertaria de competir en soledad.

Maquinaria implacable

Por lo pronto, Cornejo ratifica una vez más, ser una implacable maquinaria política, plástica, que supo construir con extremada cautela una posibilidad de alianza que un año atrás parecía directamente imposible.

Con gestos, guiños y acompañamiento en momentos claves, desde la Ley Bases para acá, obtuvo centralidad como el mejor exponente de esa oposición dialoguista, crucial para sostener y otorgar gobernabilidad a una gestión entre inexperta e idealista que imaginó que llegar al poder era “tener” el poder total. Es por eso que algún desdén, cierto destrato o alguna desconsideración desde la Nación a las provincias, siempre encontró aquí una plataforma de aterrizaje que también permitió que el acuerdo fuera posible.

Cornejo tuvo además la habilidad de "robar" el vínculo que con Milei originariamente había tenido el Partido Demócrata y el Partido Libertario, primeras estructuras encolumnadas con el entonces economista mediático. Una avalancha a la que después se sumó el Pro (incluso con Omar De Marchi a la cabeza).

Todos ellos hoy aparecen desorientados por el desaire, despechados por la nueva pareja que ahora se promete casamiento. Demócratas, libertarios y macristas mendocinos se quedaron apenas en el compromiso y hoy se debaten entre sumarse como familia ensamblada o ver desde afuera cómo la ola malbec violeta disfruta de su luna de miel.

Petri festeja y el resto se resigna

El acuerdo supone no sólo el desalojo de los habitantes originarios del mileísmo, sino también la desarticulación de alguna tenue disidencia radical interna que cuando vio que no podía hacer frente a la corriente, optó por remar a la par, traduciendo condiciones por sugerencias.

No aparecen hoy en la UCR local voces significativas capaces de resistir la decisión, sino más bien, dirigentes solitarios como Julio Cobos, que -orgánico al fin- circunscribe su opinión al debate público y partidario, poniendo sobre la mesa incluso los riesgos y advertencias que cree necesario señalar respecto de la concepción libertaria de la política y la gestión, que entiende, alejada del ideario radical.

Porque en realidad, más allá del cornejismo, en la siempre intrincada interna radical están más felices con el acuerdo que en las huestes del propio gobernador.

Para Mendocinos por el futuro, el sector de Luis Petri, esta alianza es también un crédito a su propia y modesta batalla cultural, pues se adjudica haber interpretado incluso antes que Cornejo que el camino a seguir era el rumbo de Milei. La confluencia del 2025 es el punto de partida ideal para las chances del ministro de Defensa en su nunca olvidada carrera hacia la Gobernación en 2027.

Petri sabe que el esfuerzo de unificar radicales, libertarios, liberales e independientes detrás de su candidatura ya queda preconfigurado en esta oportunidad. Pero una cosa es el escenario y otra la actuación.

Finalmente, la nueva alianza es un golpe más de adversidad que el peronismo intuía pero desalentó al considerarla de difícil cumplimiento, pues sabe que -otra vez- sus chances se presentan cuesta arriba.

Los cruces, controversias e indefiniciones internas los acercaron más a la ruptura que a la declamada unidad para enfrentar tanto a Cornejo como a Milei. Pero, justamente, ahora que la amenaza es cierta, las tensiones se diluyeron y los intendentes peronistas y los camporistas de Anabel Fernández Sagasti se acercaron. El temor es un gran armador político.

Nivel desbloqueado, juego en proceso

El principal misterio se develó. Un poco con mano de hierro, otro poco con paciencia infinita de orfebre. Un acuerdo que parecía improbable, que superó el impiadoso boicot de quienes se intuyeron desplazados, pero también de los avatares de la coyuntura nacional siempre desafiante.

La encrucijada entre pintarse totalmente violeta o subirse a un barco que hoy promete ganar una elección más, augura tensiones adicionales que el pragmatismo se encargará de despejar con la misma caja de herramientas argumental con la que se simplifica la política: "Nosotros o el caos".

Eso sí, nadie podrá achacarle a cornejistas y mileístas la intención de aunar esfuerzos para confrontar con el populismo kirchnerista, aunque en la misma jugada, tal vez se favorezca una nueva versión populista, en otra dirección (a la derecha) y con otras obsesiones. Pero claro, eso será un problema a resolver en el futuro.

* El autor es periodista y profesor universitario.

LAS MAS LEIDAS