La dramática definición del cronograma electoral en Mendoza sumó esta semana condimentos adicionales, al mejor estilo de las más elaboradas sagas de suspenso. Esas en las que, hasta el último momento, la intriga no se devela. Siempre hay inesperados giros narrativos capaces de poner en duda todo lo actuado y confirmado. Nuevas especulaciones con la suficiente fuerza como para derrumbar aquello que nunca estuvo tan sólido, o que por el contrario, se mantuvo expectante en el tiempo pese a su fragilidad. Realidad o ilusión que confunden al espectador y lo mantienen atrapado en la historia. Así estamos.
Lo concreto es que la veloz sucesión de acontecimientos recientes incrementan la nebulosa sobre la concreción del demorado acuerdo entre La Libertad Avanza (LLA) y Cambia Mendoza (CM), dos oficialismos tan distintos como parecidos en busca de un destino común.
Un nuevo enigma que alarga la indefinición y -como se ha dicho- arrastra con ella a todo el sistema político local.
Cansancio federal
El hartazgo y la arremetida de las provincias en los últimos días por el reparto de fondos en el Congreso pusieron en un lugar incómodo a los gobernadores (Alfredo Cornejo inclusive). Sin embargo, en Casa de Gobierno entienden que no hay margen para correrse de ese reclamo federal, tan justo como necesario, en momento de caída de las recaudaciones provinciales y sin señales del todo contundentes de recuperación económica.
Lo que los gobernadores ven casi como un acto desesperado de reparación, Javier Milei lo considera un intento destituyente para "destruir todo". Incluso su gobierno. Con esa vehemencia el Presidente tensó aún más la cuerda y puso al borde del colapso cualquier entendimiento en el corto plazo.
Como se aprecia, una inmensa distancia de percepción para un problema en el que además tampoco existen demasiados canales de diálogo, lo que ha dificultado seriamente hallar un punto de encuentro o solución posible. Una situación que incluso sorprende en el chat de los gobernadores, pero que evidencia la desorientación sobre cómo acceder, cómo proceder y cómo negociar con el libertario.
El frustrado encuentro en Tucumán, para la celebración del 9 de julio, fue un síntoma ineludible de la tensión reinante en la relación Nación-Provincias, que llegó al punto de no requerir excusas para el desplante. Una postal alejada de la del año pasado cuando se puso en marcha el pomposo Pacto de Mayo que pese a sus escasos resultados al menos mostró un intento de articulación en pos de políticas públicas y reformas en algún punto ineludibles.
Sólo 3 de los 24 gobernadores y el jefe de Gobierno porteño habían confirmado su presencia en lo que la Casa Rosada y la opinión pública leyeron como un vacío forzoso para expresar el malestar que ya se estaba cocinando en el Congreso con sendos proyectos de ley sobre la distribución del impuesto a los Combustibles y los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que incomodan seriamente a Javier Milei. Pero también con otros donde se plantea la mejora de las jubilaciones, la moratoria previsional, la emergencia en discapacidad y la situación del Garrahan, que en el fragor de la disputa alcanzaron el jueves la sanción en el Senado. Rebelión consumada.
Finalmente, la densa niebla que durante el martes cubrió la ciudad de Buenos Aires y alrededores fue la coartada ideal para que el Presidente desistiera de viajar al Norte, y con ello, evitar una foto de escuálido acompañamiento.
Declaración de guerra
Toda la furia presidencial por el destrato la descargó el mandatario en ráfagas, casi una virtual declaración de guerra a los mandatarios provinciales, sin distinción alguna: ya que ni siquiera los dialoguistas se salvaron. Pero también, una especie de redoble de la apuesta sobre el eventual veto y una posterior judicialización si la estrategia provinciana supera obstáculos para atentar contra el altar del equilibrio fiscal y el déficit cero.
La reacción posterior vino desde esos mismos caciques maltratados, que si en algo coinciden y se esfuerzan es en demostrar que nada tienen que ver con el kirchnerismo, y que por ello, ser colocados en la misma bolsa les suena a afrenta. Son esos dialoguistas, muchos de ellos ex Juntos por el Cambio (JxC), como Cornejo, quienes rápidamente se desmarcaron y anunciaron que no iban a acompañar a los K en el Senado, algo que parece haber sido el gesto de distensión necesario como para recomponer la relación y encontrar con la Nación un contexto de mesura capaz de llegar a un acuerdo sensato. Aunque todavía inexplorado y sin que nadie asegure que efectivamente sucederá.
Una promesa de convocatoria al diálogo, que también expone la necesidad del Gobierno de materializar los actos útiles capaces de formar una mayoría en las cámaras para sostener el veto a estas iniciativas y es el principal motor de esta repentina búsqueda de consensos.
Conciencia contrarreloj
Como puede deducirse, un escenario de ruptura y confrontación política como el que se insinuó esta semana, al borde del abismo, es el menos indicado para el cierre de una negociación electoral como la que desde hace meses y con contratiempos, Cornejo intenta cerrar con los libertarios. Y con el agravante que, a más tardar, el próximo viernes 18 deberá decidir si las elecciones legislativas en Mendoza son simultáneas con la Nación o desdobladas en 2026. No hay más margen para dilaciones.
Pero las presiones del momento y las exigencias de los libertarios que pretenden que (como finalmente se impuso en provincia de Buenos Aires) se tiña "todo de violeta" no son las únicas que enfrenta Cornejo en esta ocasión.
Desde el radicalismo, el capitalino Ulpiano Suárez hizo pública la pregunta que muchos correligionarios a su vez se hacen: "Una alianza ¿para qué?". Si en el último tiempo, las diferencias parecen haberle ganado terreno a las coincidencias; si el motor capaz de movilizar tanta energía es sólo el ánimo de ganar una elección que después no se podrá sostener como sociedad política en el tiempo; si hay duda sobre el énfasis que los legisladores provinciales y concejales libertarios que accedan a bancas por este acuerdo pondrán en defender la gestión provincial y los municipios radicales como el que pone Cornejo en la Nación; o si en todo caso, este pacto no se convertirá en la cabecera de playa de quienes en 2027 irán a disputar el territorio propio... Todas preguntas aún sin respuestas.
La principal dificultad de la neblina es que reduce la visibilidad e impide distinguir la característica de los objetos y fenómenos. No se recomienda moverse, pues la posibilidad de error aumenta significativamente en esas condiciones. El problema es que aún así habrá que decidir un rumbo.