El sorpresivo golpe de efecto que significó la confirmación de la candidatura de Luis Petri como cabeza de lista del acuerdo entre Cambia Mendoza (CM) y La Libertad Avanza (LLA) no sólo movió el incierto tablero del oficialismo, sino que menguó aún más las expectativas opositoras. El ministro de Defensa es -según todas las encuestas- el dirigente local con mayor imagen positiva.
Su postulación no sólo reafirma las chances ya ciertas del pacto entre Alfredo Cornejo y Javier Milei, sino que se transforma en un hito en su carrera personal hacia la Gobernación en 2027.
Sin embargo, su desembarco estuvo plagado de incógnitas y desmentidas. Tal vez por la misma resistencia de Petri a volver al Congreso, ya que hasta ayer consideraba que esto era innecesario. Pero la Casa Rosada pone a jugar a sus representantes más potentes, como también a Patricia Bullrich al Senado. Polarizar es la tarea.
La decisión no repara la inconsistencia del proceso de selección que se definió un día antes y que -como suele pasar- deja disconformes, en especial cornejistas y radicales no mileístas como Julio Cobos. Más aún, al confirmarse su desafiliación al radicalismo tras la bienvenida pública de Karina Milei. Otra controversia, con futuras repercusiones, que es alivio para unos y desencanto para otros.
Algo similar sucede en casi todos los frentes con la elección de los socios del viaje que en muchos casos parece atravesada por el recelo y la desconfianza, cuando no el liso y llano rechazo, que -obviamente- será objeto de cuidado disimulo durante la campaña.
Fingir demencia, pasar el mal trago (y quién dice), ganar la elección con un menú para todos los gustos. Aunque, a veces, intragable.
Sapo libertario
Son los propios mileístas los primeros en tragar saliva con su alianza en Mendoza. Para ellos, Cornejo no es más que un hábil habitante de la casta, un heredero del "fracaso" de Alfonsín, sospechoso de socialdemocracia, cercano a los "empobrecedores" que aborrece Mieli. Pero claro, muy útil para la causa que propone “dinamitar” el Estado. Curiosamente, irán juntos en Mendoza, con un ex radical, ahora libertario a la cabeza. ¿Romance pasajero o cebo fagocitador? ¿Será Petri el antídoto?¿O el déficit cero justifica el desvarío político?
Sapo radical-republicano
Para los radicales y otras tribus del centro ideológico, incluso la centro izquierda, LLA es un conglomerado de la más rancia antipolítica, que sólo pretende desarmar lo público -incluso lo imprescindible- y atentar contra la división de poderes.
Consideran, además, que sus políticas son nocivas para la producción y el empleo si el equilibrio fiscal no contempla “equilibrio social, económico y federal”, como apuntó Cobos.
Los libertarios eligieron a radicales para profundizar un modelo todavía en proceso y con resultados en debate. El cornejismo buscó/aceptó el convite por convicción o conveniencia extrema ¡y hasta le impusieron al rival interno como primer candidato y un dermarchista iría en su boleta!
Sapo liberal-conservador
Quienes primero identificaron a Milei como un instrumento capaz de encarnar ideas que parecían huérfanas, son los que en esta ocasión quedaron desamparados.
El viejo Partido Demócrata (PD) y el más reciente Partido Libertario (PL) todavía no superan el desplante de un Milei que los "traicionó" al acordar con Cornejo.
Despechados, enfrentarán el debate diciendo que está muy bien lo que hace el mandatario, pero que armaron una lista para competirle porque no le gusta el socio que eligió aquí -aunque sí su principal candidato- (pero también, que aún no entienden por qué los dejaron de lado).
Sapo a la revuelto Gramajo
La conformación en Mendoza del frente Provincias Unidas (PU), más que al reflejo de la construcción nacional de cinco gobernadores dialoguistas, parece diseñada como un conglomerado opositor tanto al presidente como al gobernador. Al menos así lo expresa Jorge Difonso, al proponer "defender Mendoza de Cornejo y de Milei".
Allí reportan muchos detractores: peronistas, radicales, socialistas y ahora también el Pro que se ha inclinado por apoyar casi todas las iniciativas del Gobierno nacional. Raro.
Al confuso estilo de lo que fue La Unión Mendocina (LUM) conviven puertas adentro, antimineros y promineros, productivistas pro Estado, amantes del mercado y la iniciativa privada (si es rentable) como única respuesta a las desigualdades. Allí, parece, cada cual atiende su juego.
Sapo macrista
Extraño el movimiento (algunos dicen desesperado) del Pro de Mauricio Macri. Tras coquetear con gansos y libertarios para una alianza de oficialistas anticornejistas, pidió refugio en PU, aunque su destino allí también pende de un hilo si Álvaro Martínez es confirmado en la boleta de LLA.
Esa jugada a dos puntas, oficialista en la Nación y opositor en Mendoza, encarna el riesgo del descrédito y la pérdida de confianza. Ya que mientras buscaba cobijo entre los provincianos unidos para ingresar a la Legislatura o los concejos deliberantes, operó en Buenos Aires la inclusión de Martínez en la lista cornejista-libertaria... una audacia exenta de todo límite, que sin embargo, se confirmaría. Y con ello, otra crisis identitaria amarilla antes del inicio de la campaña.
Sapo justicialista
En el peronismo también hay mar de fondo en virtud del forzado acuerdo al que llegaron los intendentes con La Cámpora.
Peronistas clásicos que añoran las épocas del Pilo Bordón, Rolo Gabrielli y Arturo Lafalla versus los cristinistas convencidos que la historia comenzó en 2003 con Néstor Kirchner.
La lista nacional en común, los acuerdos para los cargos provinciales y las internas en un puñado de departamentos cerraron un proceso áspero que los puso al borde de la ruptura, y que, pese a ello, los hará transitar juntos una campaña que muchos preferirían hacerlo por separado.
Será una elección en la que la fragilidad del acuerdo interno puede condicionar decisiones futuras, por ahora contenidas bajo presión.
Sapo protectora
o Si un acuerdo era inimaginable es el de José Luis Ramón y Daniel Orozc, dos marginados de estructuras mayoritarias que supieron contenerlos. Bajo el sello Protectora, ambos son ejemplo de que lo que los une es el abandono y la ambición de volver a ser lo que fueron: protagonistas.
Se presentan como una especie de cruzada justiciera más orientada a recuperar terreno perdido que a representar al votante imaginario que alguna vez los acompañó, pero que ahora -tal vez- pueda empezar a cerrar sus ciclos políticos.
Dieta batracia
Como se ve, en todas partes se cuecen habas… y se degustan sapos. Una dirigencia que suele ufanarse de su buen paladar, no pone cara extraña cuando le sirven un plato imposible de comer. Lejos de eso, despliega la servilleta, prepara los cubiertos y hace un brindis por lo que vendrá. Provecho para todos. Incluso, los votantes-comensales.
* El autor es periodista y profesor universitario.