Existe opinión unánime sobre las consecuencias del denominado cripto-gate que desde hace una semana sacude seriamente al gobierno de Javier Milei. Sin dudas es un paso en falso, un error no forzado, autoinfligido desde el momento que el presidente, en uno de sus habituales arrebatos de audacia, decidió “difundir” el lanzamiento de la cripto-moneda $LIBRA en su cuenta de X. El escándalo no ha parado de crecer, abre especulaciones futuras sobre su aún imprevisible alcance político y expone una idea sui generis de república.
Ascendente en Libra
Siguiendo la lógica argumental del mileismo, en este patético episodio se puede hallar un emergente capaz de echar luz sobre la forma y el fondo del proceso político que se inauguró en el país el 10 de diciembre de 2023. Lo que habitualmente Milei denomina “principio de revelación”.
Una de las tantas y grandes incógnitas que planteaba la llegada al poder del libertario giraba no sólo en torno a su concepción de lo público, sino y especialmente, en el manejo contradictorio de quien predica la “destrucción del Estado” con la figura de quien -paradójicamente- lo representa en la cúspide institucional.
El cripto-gate brindó la explicación de boca del mismísimo Milei alegando que esa función de representar al Estado, al parecer, la ejerce part-time. O lo que es peor, a veces sí y a veces, no. Es decir, a veces habla como presidente y a veces -en este caso- como un simple ciudadano de profesión economista. El problema es que nadie sabe cuándo, o por qué, cambia de avatar…
En esa línea, dijo que la aberración de publicitar un emprendimiento privado lo hizo como hombre de a pie y no en nombre de la investidura con la que el pueblo argentino lo ungió y por la que juró ante la Constitución Nacional. Más grave, no se trató de una iniciativa vinculada a la producción y el trabajo, sino a la especulación del lejano mundo para el ciudadano común de las cripto-finanzas. Un terreno destinado -según él- a “operadores de la volatilidad”, pero que aun así avaló diciendo que era para “incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”, porque “el mundo quiere invertir en Argentina”, consignó su tuit. Peor bluff, imposible.
Tras el abrupto derrumbe de la cotización de esta meme coin, como se las denomina en el mundo cripto, y la composición de lo que a todas luces es una típica estafa virtual en las que por error u omisión Milei y su gobierno se ven involucrados, las cosas lejos de aclararse se complicaron aún más.
En su defensa, el jefe de Estado aseguró que esto fue un acuerdo “entre privados” que conocedores de los riesgos que tomaban decidieron apostar y que aquí no hubo “ninguna intervención del Estado”. Claro, en su anteojera ideológica, Milei lo menos que se percibe es como -justamente- representante del Estado. Y que sin su intervención, como titular del Poder Ejecutivo, probablemente la estafa no se habría materializado en esa dimensión, o sí podría ser asimilable -como también afirmó- a dar una vuelta por el casino.
El mago reveló su truco
Desnudo el rey, la política se ocupó del resto. Y lo que se pensó como salida de emergencia a través de la entrevista con Jonathan Viale en la señal TN, se convirtió en una nueva pesadilla de sobre llovido, mojado. Otra vez, palabra, imagen y autoridad presidencial sufrieron un duro embate al plasmarse la decisiva y ya cuestionada incidencia del entorno del mandatario. La irrupción en plena charla del asesor estrella Santiago Caputo (alias “el mago del Kremlin”) para corregir a Milei, tiene el valor simbólico de la arrogancia y la desconsideración que este gobierno también exhibe en otros órdenes de la gestión. Algunos de ellos, verdaderamente sensibles, más allá del reconocimiento de la baja de la inflación, principal activo de La Libertad Avanza (LLA).
La burda estigmatización de las minorías sexuales, o la negación del Cambio Climático, como se expresó en el discurso de Davos; pero también los constantes ataques a la tarea periodística, la libertad de expresión o al pensamiento divergente, quedaron evidenciados en la brutal entrada en escena de Caputo. El avasallador poder del Estado por encima de los ciudadanos y hasta de las buenas costumbres. Nada más anti liberal y anti republicano.
Carne de cañón para la polémica y la confrontación, las denuncias judiciales y los pedidos de interpelación y/o juicio político. En definitiva, pura pérdida disparada desde ¿el arrebato de un “tecno optimista” -como se auto definió Milei-; o desde la acción programada y coordinada con esos cripto-personajes, lúmpenes digitales que sin mayores inconvenientes accedieron al despacho presidencial y lograron acompañamiento oficial para sus tecno patrañas?
Un intríngulis que la Justicia deberá esclarecer pero que más allá del grado de penetración en la opinión pública parece un traspié destinado a durar, complicar a otros funcionarios (¿incluso Karina Milei?) y traer nuevos malestares al oficialismo que -preocupado- empieza a sentir el impacto en las primeras encuestas.
Condimento inoportuno
En Mendoza, el cornejismo se aseguró de tomar distancia de la crisis, salvo para despejar dudas sobre un eventual juicio político, pero también de los repudios en la Legislatura y de la comisión investigadora del Senado. El cripto-gate explotó de manera inesperada en la configuración del año electoral, y especialmente, de una posible alianza entre Cambia Mendoza (CM) y los libertarios.
La expectativa, más allá de la evolución del caso, es sobre el impacto que podría tener en el electorado. En la figura del propio Milei, pero también de sus incondicionales como Luis Petri, a priori, actor principal junto a Alfredo Cornejo de la estrategia a ejecutar en la provincia. ¿Le rozarán algunas esquirlas al ministro de Defensa?
Lejos de análisis prematuros, la particular concepción y ejercicio de la primera magistratura aflora hoy repleta de desorden, opacidad y confusión, alejada de la lógica republicana y entronizada en un credo anarco-capitalista cuyas acciones (como la meme coin libertaria) también parece haber perdido valor en estos días.
* El autor es periodista y profesor universitario.