Entre otras dudas, con qué color competir

Los jefes comunales del PJ tienen, en síntesis, dos preocupaciones estratégicas, no una, como los gobernadores: la acechanza cornejista provincial y la avalancha libertaria nacional que pretende teñir todo de violeta.

En este mismo espacio, hace una semana, nos referíamos al golpe que le arrojó La Libertad Avanza al Pro en las elecciones de legisladores porteños recientes. Elecciones que fueron hábilmente nacionalizadas por el mileísmo para comenzar a plebiscitar su gestión en un año electoral crucial, ya que el objetivo libertario pasa por tener una representación en el Congreso mucho más holgada para la segunda parte de la presidencia de Javier Milei.

Decíamos, además, que ese triunfo relativamente cómodo sobre la lista kirchnerista encabezada por Leandro Santoro y muy contundente sobre la del Pro, conseguía desestabilizar aún más a las dos mayores coaliciones que dominaron la escena política nacional en las últimas dos décadas, aunque con mucho más protagonismo, obviamente, por parte del kirchnerismo.

Esa estrategia libertaria tiende a avanzar por las provincias. Esa misma noche del festejo porteño el presidente cerró su mensaje anunciando que el país político tendría en adelante el color violeta, que identifica al espacio libertario. Se sabe que en las negociaciones que se llevan a cabo en la provincia de Buenos Aires entre libertarios y macristas de cara a las elecciones de setiembre y octubre, la postura libertaria es casi una exigencia: sello y color partidarios y el que quiera sumarse que lo haga. Y también habría planteos con respecto a lugares en las listas.

El panorama tiende a repercutir en el resto de las provincias. A Alfredo Cornejo se le acortan los plazos para definir fechas de elecciones (ver artículo de Luis Abrego en esta misma edición) y el desafío pasa, sobre todo, por sellar acuerdos electorales en medio de la embestida libertaria, que, según comentan y en línea con lo que veníamos describiendo, pretendería también aquí lugares de los llamados entrables en la lista de diputados y no ceder el color identificativo de La Libertad Avanza. Complicada exigencia, si se confirmase, claro, para un radicalismo como el que lidera Cornejo, muy arraigado en la provincia en estos más de 40 años de democracia y con el desafío de entregarle el mando a fines de 2027 a otro radical, según la pretensión del Gobernador y de sus seguidores.

Pareciera que en el campamento libertario están pretendiendo que desde el Gobernador en adelante los radicales encumbrados de nuestra provincia sigan el camino elegido por la vicegobernadora, Hebe Casado, que sin ser radical formó fórmula con Cornejo a modo de coalición, pero luego de perder la interna local del Pro se quedó en la porción de ese partido que no ganó, que es la sintoniza con Cornejo. Pero hace poco Casado pegó el salto junto con su referente nacional, Patricia Bullrich, y se sumó sin miramientos a La Libertad Avanza. ¿Cornejo conforme? Tal vez, pero siempre y cuando nadie lo quiera obligar a pintarse de color violeta.

Otra situación es la del peronismo mendocino, necesitado de resultados que lo acerquen nuevamente al nivel electoral que le permitió alternar triunfos con la UCR desde 1983 a la fecha. Los números de la última elección (la serie de derrotas del PJ local comenzó con las legislativas de 2013) marcó el nivel más bajo en mucho tiempo. Derrota muy dolorosa para un peronismo que, hay que reconocerlo, supo tener un sello provincial bastante consolidado y con él accedió al poder varias veces.

Independientemente de las estrategias electorales, en especial a nivel nacional a raíz de la suspensión de las PASO, seguirán conviviendo dos sectores internos bien definidos, aunque en el caso del camporismo siempre mirando las señales que lleguen desde Buenos Aires.

En cuanto a los intendentes, conocidos como los “caciques”, nunca parecen perder su poderío. Y es lógico que así sea, pues tienen el control en sus respectivas comarcas. Por eso siempre van a estar tentados por marcar la cancha e imponer una vez más un desdoblamiento electoral en sus departamentos con el fin de poner a resguardo sus estructuras. Siguen siendo los jefes departamentales una formación con peso interno, pero poca seducción puertas afuera de sus respectivos distritos. Una carga que algún día tendrán que buscar solucionar.

Otro detalle interesante pasa por la mayor solidez que está demostrando últimamente el sector de los intendentes. Jefes departamentales que representaron al kirchnerismo, como Flor Destéfanis y Fernando Ubieta, forman parte ahora del grupo de los “caciques”. Lo mismo ocurre con Celso Jaque, más independiente en esta nueva etapa de regreso a sus orígenes territoriales. Es que, seguramente, entre los jefes departamentales priorizan la unión sobre las miradas partidarias, como una manera de consolidar lo que cada uno de ellos logró levantar en sus respectivos departamentos. Porque los jefes comunales del PJ tienen, en síntesis, dos preocupaciones estratégicas, no una, como los gobernadores: la acechanza cornejista provincial y la avalancha libertaria nacional que pretende teñir todo de violeta.

Por otra parte, la escena política mendocina tiene otros actores por ahora con un papel secundario en los capítulos de la serie que nos lleva a las elecciones. En el Pro, por ejemplo, dicen sentirse fuertes a pesar del golpe recibido por el andamiaje “amarillo” en la elección de la ciudad de Buenos Aires. Sí tendrán que definir qué espacio ocupar una vez que el Gobernador establezca cuándo se va a votar a los candidatos provinciales.

Subsiste la idea de liderar una coalición, como La Unión Mendocina de 2023, pero esta vez con muchos menos espacios. Hay presencias, como la del sancarlino Difonso, muy enfáticas en la crítica a la gestión provincial, que estarían demostrando la lenta concepción de un proyecto de gobierno concreto pensando en 2027.

¿Habrá lugar para tantos? Es muy prematuro especular al respecto, con más razón cuando aún no se realizan las elecciones de medio término, para las que podría aparecer otra vez en esta provincia la posibilidad de tercios dominantes en cuanto a la oferta electoral. Esto sería posible si no hubiese acuerdo para la alianza radical-libertaria.

Todo conduce a pensar que los estrategas locales, entre ellos Cornejo, por supuesto, estarán desde ahora muy activos conjeturando y analizando opiniones y sondeos, que seguramente abundarán.

* El autor es periodista. [email protected]

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