En un mundo donde la ciencia avanza rápidamente y a menudo parece distante, el Premio César Milstein tiene como objetivo acercarla a la sociedad, visibilizando cómo puede impactar en nuestra salud y bienestar.
Tres proyectos desarrollados en el país fueron premiados por sus aportes a nuevos tratamientos contra el cáncer y el diagnóstico de la tuberculosis. El Premio Milstein muestra como la investigación científica local puede transformarse en soluciones concretas para los pacientes.
En un mundo donde la ciencia avanza rápidamente y a menudo parece distante, el Premio César Milstein tiene como objetivo acercarla a la sociedad, visibilizando cómo puede impactar en nuestra salud y bienestar.
Impulsado por el Conicet, la Fundación Pablo Cassará y el Instituto de Ciencia y TecnologíaDoctorCésarMilstein (ICT Milstein), el Premio César Milstein a la Investigación en Biotecnología con Impacto en la Salud reconoce investigaciones en biotecnología aplicadas a la salud humana, con potencial para convertirse en productos o procesos concretos. Asimismo, busca promover la transferencia del conocimiento a la sociedad y el sector productivo, fomentar el desarrollo científico-tecnológico en Argentina y fortalecer la articulación público-privada.
El premio rinde homenaje a César Milstein, químico de formación y Nobel de Medicina (1984) por el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, que revolucionaron el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Su trayectoria refleja que la Ciencia no siempre sigue caminos previsibles y resalta el valor de una ciencia libre y comprometida con la sociedad para convertir el conocimiento en bienestar.
En su edición 2025, el Premio reconoció a científicos comprometidos con esa vocación. Se postularon 78 proyectos provenientes de todo el país, reflejando la diversidad y el gran potencial de la ciencia nacional en campos como Inmunología, Medicina preventiva y regenerativa, Microbiología y Oncología
El trabajo ganador, liderado por el doctor Ernesto Podestá en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (Inbiomed, UBA–Conicet), fue realizado por un grupo multidisciplinario con expertos en Biomedicina, Oncología molecular, Química orgánica y desarrollo de fármacos de la Universidad Nacional de Quilmes y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Desarrollaron el PRGL493, un compuesto sintético que bloquea selectivamente la enzima ACSL4, presente en tumores agresivos como el cáncer de mama triple negativo y el cáncer de próstata resistente a castración. En modelos experimentales, PRGL493 frenó la proliferación tumoral, restauró la sensibilidad a terapias convencionales y redujo la producción de esteroides que favorecen estos cánceres. Además, esta enzima está implicada en otras enfermedades como las degenerativas, cardiovasculares y neurológicas, y PRGL493 mostró beneficios en modelos de hipertrofia cardíaca. Desarrollado completamente en Argentina, PRGL493 tiene patentes en EEUU y Europa, está en proceso de transferencia tecnológica para uso farmacéutico y se comercializa para investigación en varios países.
La primera mención fue para el doctor Juan Garona, investigador del Conicet en la Universidad Nacional de Quilmes y el Hospital El Cruce, por su proyecto en cáncer colorrectal refractario. Estos tumores son “inmunológicamente fríos”, lo que impide que el sistema inmune los detecte y los hace resistentes a la inmunoterapia. Garona y su equipo trabajan en el reposicionamiento de la ivermectina, un antiparasitario conocido y de bajo costo, como potenciador de la inmunoterapia con anticuerpos anti-PD-1. En estudios preclínicos, logró activar el sistema inmunológico y reducir el tamaño y las metástasis de los tumores. Como el 80% de los pacientes no responde a las terapias actuales, representa una oportunidad concreta de acceso a tratamientos más efectivos y económicos. También refleja el valor de las alianzas entre ciencia básica y práctica clínica, como las que promueve la Unidad de Investigaciones Biomédicas en Cáncer (IBioCAN) del Hospital El Cruce.
La segunda mención fue para la doctora Mariana Piuri, investigadora del Conicet en el Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Iquibicen, UBA), por el desarrollo de FluoTB, un test rápido, accesible y producido con insumos nacionales para diagnosticar y monitorear la tuberculosis. A través del uso de bacteriófagos reporteros —virus que infectan micobacterias vivas haciendo que produzcan una proteína fluorescente que se puede visualizar con un microscopio —, el test permite identificar casos activos y su resistencia a la rifampicina en apenas tres a cinco días, sin necesidad de cultivo. Además, permite monitorear si el tratamiento es efectivo en tiempo real.
Los proyectos premiados, desarrollados en instituciones públicas, y llevados adelante por investigadores formados en universidades públicas, son una muestra concreta de cómo la inversión estatal sostenida se traduce en avances científicos que impactan directamente en la salud de la población, en la generación de empleo calificado y en la mejora de la calidad de vida.
Como el verdadero impacto de la ciencia se alcanza cuando el conocimiento trasciende el laboratorio y mejora la vida cotidiana, es clave el compromiso de múltiples actores: desde quienes diseñan políticas públicas hasta docentes, profesionales de la salud, comunicadores y el sector productivo.
Por eso, junto a los proyectos de investigación, el Premio también reconoció a quienes construyen y fortalecen los puentes entre el conocimiento científico y la sociedad: Conrado González, por su labor en Gestión Tecnológica; Mauro Coringrato, por su trabajo en Gestión Pública en Salud desde el Hospital Muñiz y la Sociedad Argentina de Dermatología; y a los doctores Daniel Stamboulian, Alberto Cormillot y Claudio Zin, en Comunicación Científica y de Salud, por su trayectoria acercando la información médica y científica al gran público.
El Premio Milstein no solo reconoce trayectorias individuales, sino que destaca el entramado colectivo que hace posible el avance científico. Cada descubrimiento se apoya en redes de colaboración, en instituciones que creen en el poder del conocimiento y en personas que cruzan fronteras para compartirlo: una ciencia que no se guarda para unos pocos, sino que busca transformar la vida de muchos. Como dijo Isaac Newton, se construye “sobre los hombros de gigantes”, que hoy son comunidades, redes y generaciones de investigadores que impulsan el conocimiento. El conocimiento científico es el resultado de un esfuerzo colectivo que se transmite, se nutre y crece con el tiempo. Celebramos estos logros con la convicción de que el conocimiento debe seguir siendo un pilar para construir un país donde la ciencia y la tecnología sean motores fundamentales del desarrollo.
*La autora es doctora de la UBA y licenciada en Ciencias Químicas. Además es investigadora independiente en Desarrollo Tecnológico y Social de Proyectos Complejos. Ciencias médicas. Disciplina desagregada: Biología, Bioingeniería. Biotecnología . Salud humana.
Producción y edición: Miguel Títiro - [email protected]