El gen argentino

Celebren, tangueros: llega la sexta edición del festival San Vicente, de Godoy Cruz. Desde hoy al 6 de octubre, en el Teatro Plaza y en el Club YPF. La grilla completa de artistas.

Miremos el programa: Atorrantango, Garúa, Orquesta La Runfla y Patricia Cangemi, el Varón Álvarez y Los Caballeros del Tango y, como invitados de lujo, Escalandrum (sexteto creado por Pipi Piazzolla) y Raúl Lavié. ¿Habrá algún tanguero que no se sienta imantado por esta edición del San Vicente?

Daniel “Pipi” Piazzolla (41), nieto del mítico Astor, llega con sus propios atributos, al margen de la portación de apellido. El baterista, que se define como “un obsesivo del instrumento”, pisa el festival con la banda de jazz Escalandrum, con la que seduce al público desde hace 14 años.

“Mi abuelo siempre me aconsejó mantenerme dentro de la vanguardia”, cuenta el baterista.

Astor, que creció en el Nueva York de Charly Parker, le dijo: “Si vas a tocar la batería, que sea jazz”.

Claro que todos le piden tango y que, incluso, ha tenido que defender familiar de la vanguardia ante los conservadores del género, avanzando sobre las mismas discusiones que sembró el abuelo. “Jamás le daría la espalda”, asegura, “todos en la familia pensamos que la música es una responsabilidad y un placer que tiene que traslucir una búsqueda auténtica”.

Con  7 discos y un Gardel de Oro (por “Piazzolla plays Piazzolla”, editado en 2011), Pipi sobrevuela cualquier comparación con vértigo genético y con una alianza jazzera que es récord de ventas para el género.  Paréntesis: “Piazzolla plays Piazzolla” es una pieza única que une al tango y al jazz de manera fluida.

Claro que el pequeño Daniel creció con los músicos de la banda que acompañaba a su abuelo, donde su padre, además,  tocaba el piano.  ¿Por qué la batería? Dice que la revelación se produjo primero en la murga y luego en un recital de Rod Stewart, en el Monumental, justo en el momento del solo percutivo.

Cuando Astor se enteró de que al nieto le apasionaba la batería, le regaló la suma que le hacía falta:  “1400 dólares, para una Pearl Export”. De chiquilín la miraba de afuera, todos los días, en la vidriera al paso.  Así que ése fue el primer amor.

Paseó por el rock, pero al indagar en la raíz del instrumento (y al viajar a Estados Unidos para perfeccionarse) quedó imantado por el jazz.

Escalandrum nació en un bar de Palermo. “Éramos un grupo de músicos que nos juntábamos en el Malas Artes y que empezamos a hacer cosas”.  Tocaban la música que querían escuchar, compuesta por dosis de latin jazz y funk. Después de idas, vueltas y crisis, el grupo empezó a mezclar el tango.

El nombre del grupo surge de la combinación de ‘Escalandrún’ (una especie argentina de tiburón que Piazzolla solía pescar con su padre Daniel y su abuelo Astor) y “drum” (‘tambor’ en inglés).

El grupo ascendió en la escena jazzística de Buenos Aires desde marzo de 1999. Velozmente, obtuvo un gran reconocimiento en el país, en Latinoamérica y Europa, tanto por su original sonoridad como por su singular y rockera potencia en el vivo. Fue distinguido en el 2003 por la Fundación Konex entre las 100 figuras más destacadas de la última década de la Música Popular Argentina, luego de ser elegido, en 2002, como grupo revelación por los diarios Clarín y La Nación.

En sus presentaciones, el sexteto matiza el jazz con tintes del tango y el folclore argentinos y con texturas y desarrollos de otras músicas. El resultado es una música urbana que con personalidad.

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