Mientras las búsquedas en la web se están mudando de Google a las plataformas de IA, a la par estamos a punto de hacer una nueva transición: pasar de Chrome, Edge o Firefox a los nuevos navegadores impulsados por inteligencia artificial.
Con el lanzamiento de Atlas, de OpenAI, y Comet, de Perplexity, se abre una nueva batalla por el control de la navegación online. Esta vez, la pelea no es por velocidad ni diseño, sino por quién tiene la inteligencia artificial para dar mejores respuestas al usuario.
Mientras las búsquedas en la web se están mudando de Google a las plataformas de IA, a la par estamos a punto de hacer una nueva transición: pasar de Chrome, Edge o Firefox a los nuevos navegadores impulsados por inteligencia artificial.
No estamos solo ante nuevas opciones para navegar por internet, sino frente a una revolución que cambiará para siempre la manera en la que accederemos a cualquier servicio, sitio o información en la web.
La historia de Internet puede contarse a través de tres grandes enfrentamientos.
La primera fue en los años 90, cuando Netscape Navigator dominaba el incipiente acceso a la web hasta que Microsoft decidió incluir gratuitamente Internet Explorer en Windows y cambió las reglas del juego: ganó el que se volvió omnipresente.
La segunda llegó en los 2000, cuando Google Chrome irrumpió con un navegador más rápido, limpio y seguro, dejando atrás a un Explorer que había quedado pesado y desactualizado. Chrome se convirtió en sinónimo de navegar y Explorer en un chiste por llegar tarde.
Los navegadores tradicionales como Chrome, Firefox, Edge y Safari están amenazados por la IA
Y así llegamos a la actualidad, donde estamos frente a la tercera guerra de los navegadores, marcada por la inteligencia artificial.
Esta vez no se trata ya de quién abre más rápido una página, sino de quién entiende mejor lo que el usuario quiere hacer con la web. En este nuevo campo de batalla OpenAI con Atlas y Perplexity con Comet, entre otros, buscan destronar al viejo campeón, integrando una IA capaz de resumir textos, realizar acciones e incluso anticiparse a las necesidades del usuario.
Han surgido varios navegadores IA, pero dos marcas se llevan toda la atención. El más reciente es el de OpenAI que presentó ChatGPT Atlas hace unos días como su propio navegador inteligente basado en Chromium (la misma base que Chrome). Su principal diferencia es que la inteligencia artificial no es una extensión, sino parte del corazón del navegador.
Navegador Atltas de OpenAI
Incorpora una barra lateral con el botón “Ask ChatGPT”, que permite hacer preguntas o pedir resúmenes sin salir del sitio que se está viendo. También estrena un “Agent Mode”, una función que le permite a la IA realizar tareas por el usuario: abrir pestañas, comparar precios o incluso hacer reservas online.
OpenAI lo presentó como “un super-asistente que entiende tu mundo y te ayuda a alcanzar tus objetivos”. Subraya que su objetivo no es solo mostrar información, sino actuar sobre ella.
Por ahora está disponible para macOS, de Apple, y llegará a Windows, Android y iOS en los próximos meses. Tiene un modelo freemium, con funciones básicas gratuitas y un nivel Pro para tareas más avanzadas.
Por otra parte, Perplexity lanzó Comet en julio y lo abrió al público global en octubre. También usa la base Chromium y la búsqueda propia de la empresa como motor principal. Su propuesta es una navegación más limpia, con IA integrada que resume páginas, extrae datos y genera respuestas contextualizadas sin que el usuario tenga que abrir múltiples pestañas.
“Queremos que la gente obtenga más resultados con menos esfuerzo”, explicaron desde la compañía al anunciarlo en The Verge.
Comet es el navegador con IA integrada que ofrece la plataforma Perplexity
Comet y Atlas apuntan a un mismo lugar: Google Chrome. El clásico navegador concentra actualmente más del 60% del uso global y la aparición de esta competencia representa una amenaza concreta, porque por primera vez la competencia no es solo técnica, sino cognitiva.
Chrome ya experimenta con su propio “modo IA” para resistir, pero estos nuevos actores le ponen presión. Si logran que los usuarios se mantengan dentro de su entorno gracias a las funciones inteligentes, el reinado de Google podría empezar a erosionarse.
La agencia AP News analizó que OpenAI busca “capturar más tráfico y atención, dos activos que durante años pertenecieron casi exclusivamente a Google”.
Además, la llegada de competidores fuertes rompe el monopolio de Chrome y puede forzar mejoras en privacidad, velocidad y experiencia de uso en todos los navegadores.
¿Y el usuario que gana? Estas novedades se traducen en más productividad y menos fricción. Atlas y Comet prometen entregar respuestas directas y automatización de procesos y menos clics a enlaces.
Aunque la transición parece inevitable, no todo son beneficios. Expertos en ciberseguridad han advertido sobre vulnerabilidades específicas de los navegadores con IA, como el riesgo de “prompt injection”, un tipo de ataque que engaña al asistente para ejecutar comandos perjudiciales. Dicho en criollo, se trata de una vulnerabilidad de seguridad en la que un atacante manipula un modelo de IA para darle instrucciones maliciosas para que el modelo de un usuario anule sus instrucciones originales o medidas de seguridad predefinidas y ejecute comandos no deseados.
Según el sitio Tom’s Hardware, Comet fue señalado en auditorías por permitir inyecciones de código desde sitios web, lo que obligó a Perplexity a lanzar parches urgentes.
Por otro lado, depender de una IA que “hace cosas por uno” implica ceder parte del control y la supervisión humana.
La IA por un lado frena a los ciberdelincuentes, pero por el otro les da nuevas herramientas para perfeccionarse.
En foros como Reddit, algunos usuarios reconocen que prefieren seguir usando Chrome o Firefox para operaciones sensibles, como la banca online.
Hay un problema fundamental: no se trata de errores que se puedan corregir, sino de problemas inherentes al procesamiento del lenguaje natural por parte de los grandes modelos de lenguaje. Dane Stuckey, director de seguridad de la información de OpenAI, lo reconoció: “La inyección de prompts sigue siendo un problema de seguridad sin resolver”.
¿Qué diferencia a un navegador tradicional de uno con IA? A simple vista, Chrome o Firefox y los nuevos Atlas o Comet pueden parecer similares: todos abren sitios, guardan marcadores y permiten navegar por internet. Pero la diferencia está en quién toma las decisiones.
En los navegadores tradicionales, el usuario busca, lee, copia, compara y actúa. En cambio, los navegadores con inteligencia artificial incorporan un asistente que entiende el contenido de la página y puede actuar sobre él. Es decir, no solo muestran información: pueden resumir un texto, traducirlo, llenar formularios, buscar productos parecidos o responder preguntas sin que el usuario tenga que cambiar de pestaña.
En pocas palabras, Chrome muestra la web; Atlas y Comet piensan dentro de la web.
El árbol de la vertiginosidad de novedades en IA no nos deja ver claramente el bosque de la revolución que provoca.
Estamos ante un cambio que no entendemos, pero que intuimos que afectará nuestra forma de movernos en la web.
Ya lo hemos vivido porque cada guerra de navegadores marcó una evolución. Primero accedimos a la web, luego aprendimos a movernos rápido dentro de ella y ahora estamos frente a un cambio más profundo: la web empieza a moverse por nosotros.
Atlas y Comet no son simples ventanas al mundo digital, sino asistentes que interpretan y actúan. Es fascinante, pero también inquietante.
Aunque parece que estamos en medio de una batalla, no es más que una transición anunciada de un ecosistema tradicional a uno inteligente y todos estos nuevos navegadores -aunque tengan funciones diferentes- apuntan a crear una web más “viva” y que se adapta al usuario de forma instantánea.
Nuestros primeros pasos dentro de este nuevo espacio serán tímidos, pero en breve veremos ejemplos más claros de lo que pueden hacer estos navegadores con IA. Por ahora no queda más que probar y experimentar de primera mano el uso, más allá de las recomendaciones de los influencers tecno, los expertos o los medios.
Para los desarrolladores el desafío será ofrecer al usuario una IA simple y útil, en la que la mejor respuesta es la que mejor se entienda, y para el consumidor quizá la pregunta ya no sea “qué navegador usar”, sino cuánto estamos dispuestos a delegar de nuestra propia navegación.