Vidas distintas, un mismo circo: él nació en la carpa, ella la eligió para vivir

El payaso “Cachipuchi”, sexta generación circense, integra la familia rodante del circo Rodas, a la que hace cinco años se sumó Cintia, hija del cantante “Pocho La Pantera”, tras dejar su vida “normal”.

El divertido payaso “Cachipuchi” (derecha) nació y se crió entre las carpas del circo. Desde niño observó a su padre, quien también es clown circense, y siguió sus pasos. | Foto: Mariana Villa / Los Andes
El divertido payaso “Cachipuchi” (derecha) nació y se crió entre las carpas del circo. Desde niño observó a su padre, quien también es clown circense, y siguió sus pasos. | Foto: Mariana Villa / Los Andes

¿Se nace o se hace? Es la primera pregunta que surge al conocer a los protagonistas del circo Rodas, que detrás del show y el espectáculo más grande de Argentina arrastran historias de vida tan opuestas como increíbles. Adolfo, conocido como el famoso payaso “Cachipuchi”, se crió entre las carpas y casi no conoce otra vida que la misma que lleva su familia hace seis generaciones. Cintia, al contrario, un día decidió dejar su casa, sus comodidades y prejuicios propios para ir detrás de sus sueños. Hoy, más allá de cómo nacieron, ambos se hicieron parte de la misma “familia rodante” y disfrutan del “mundo maravilloso” que es vivir en un circo.

Con la misma impronta y carisma con la que se sube al escenario, saluda amablemente, se presenta y se dispone a contar la historia de su vida. Se trata de la artista Cintia Serein, la misma que dejó su vida “tradicional” para convertirse en una de las estrellas del circo Rodas como primera bailarina. “El circo tiene algo que te atrapa, que te va envolviendo y te enamora”, dice con entusiasmo, como revelando el secreto de su felicidad.

A diferencia de la mayoría de los artistas de circo, ella llegó desde afuera para sumarse a la familia rodante. “Ya la idea de trabajar en un circo era una experiencia nueva y la verdad es que me encontré con un mundo maravilloso”, recuerda. Primero comenzó como bailarina de ensamble, hace cinco años, trabajando en la temporada en la que el show estaba en Buenos Aires, de donde es oriunda.

Cintia admite que le hubiera encantado ver a su padre, el cantante popular "Pocho La Pantera", disfrutarla en el circo. Foto: Mariana Villa/ Los Andes
Cintia admite que le hubiera encantado ver a su padre, el cantante popular "Pocho La Pantera", disfrutarla en el circo. Foto: Mariana Villa/ Los Andes

Un día la invitaron a continuar la gira con el circo por el resto del país, sin saber que sería el cambio más radical de su vida. “Yo me vine por 20 días y ya estoy acá hace cinco años, me terminé quedando. Dejar los vínculos es la parte más difícil. Fue una decisión difícil y a ellos también les costó acostumbrarse”, admite Cintia.

Desde entonces, ella es parte de la familia rodante y “girando”, como ellos dicen. El vínculo con sus más queridos nunca se debilitó, y los visita en cada semana de descanso o ellos la van a ver. “Cada vez que estoy en Buenos Aires, nunca faltan”, asegura, aunque se lamenta de que “el único que no pudo verme en el circo fue mi papá, porque falleció antes”. Su padre, el reconocido cantante popular “Pocho La Pantera”, falleció a finales de 2016, tan solo seis meses antes de su debut en el Rodas.

Foto: Mariana Villa/ Los Andes
Foto: Mariana Villa/ Los Andes

“Él siempre me impulsó y quiso darme una mano para que pudiera llegar a donde quería. Es una espinita que tengo clavada en el corazón que no llegó a verme, y sé que le hubiera encantado”, expresa Cintia. A pesar de eso, la artista está segura de algo:#”Desde donde esté, está siempre conmigo, pero a mí me queda el pendiente de verlo sentado en la platea disfrutándome en lo que yo quería hacer”.

La vida en el Circo Rodas detrás de los personajes.

Foto: Mariana Villa/ Los Andes
La vida en el Circo Rodas detrás de los personajes. Foto: Mariana Villa/ Los Andes
La vida en el Circo Rodas detrás de los personajes.

Foto: Mariana Villa/ Los Andes
La vida en el Circo Rodas detrás de los personajes. Foto: Mariana Villa/ Los Andes

Todo ese proceso de desapego, dudas, curiosidad y prejuicios propios y ajenos, hoy son parte de un camino de sueños que todavía está en marcha. “Yo siempre quise ser vedette y no se me dio por el lado de la revista, pero sí por el circo. Acá adentro cumplo muchos sueños y los sigo cumpliendo con los años”, manifiesta Cintia.

Foto: Mariana Villa/ Los Andes
Foto: Mariana Villa/ Los Andes

Más allá de nacer o no allí, para la artista “el circo es una gran escuela, si lo sabés aprovechar, porque siempre vas a tener un compañero dispuesto a darte una mano y enseñarte”. “Lo que tiene de lindo el arte es que te permite evolucionar toda la vida, nunca terminás de aprender”, completa, antes de dar paso al payaso “Cachipuchi”, quien “enamora desde el más grande hasta el más chiquito”, según describe ella.

Una vida de circo

“Es un mundo totalmente diferente, ajeno a todo lo que se conoce afuera. Es como un pequeño mundo con gente de todas las nacionalidades, comidas e idiomas”, relata sobre el circo, su casa y su vida, Adolfo. Aunque prefiere que lo conozcan como el mismísimo payaso “Cachipuchi”, uno de los personajes más convocantes y aplaudidos del circo Rodas.

A diferencia de Cintia, con quien ahora comparte la misma familia rodante, él nació y se crió entre carpas y casas rodantes. “Yo soy quinta generación de parte de mi mamá y sexta de parte de mi papá. Toda mi ascendencia es artista de circo”, revela el humorista de 19 años.

El divertido payaso “Cachipuchi” nació y se crió entre las carpas del circo. Desde niño observó a su padre, quien también es clown circense, y siguió sus pasos. | Foto: Mariana Villa/ Los Andes
El divertido payaso “Cachipuchi” nació y se crió entre las carpas del circo. Desde niño observó a su padre, quien también es clown circense, y siguió sus pasos. | Foto: Mariana Villa/ Los Andes

“Yo lo viví desde muy pequeño, cada vez que abría la puerta de mi casa veía la carpa del circo”, cuenta sobre la vida de la que se “enamoró”. “Veía a mi papá, que es payaso, y cuando él trabajaba yo me metía en las primeras sillas para verlo. Era como mi superhéroe, a lo que yo aspiraba. Me quería poner sus zapatos y vestirme como él”, relata “Cachipuchi”.

Adolfo es el último de seis hermanos, cinco de ellos artistas de circo de gira por el mundo. En su caso, el desarraigo es parte de la vida que eligieron: “Uno los extraña, pero sabemos que cada uno está haciendo lo que le gusta, lo que te da seguridad y tranquilidad. Estamos acostumbrados a vivir ese vínculo”. Además, el nacer en el circo le permitió compartir escenario con su papá, “que es lo mejor que me puede haber pasado”, admite emocionado.

Foto: Mariana Villa/ Los Andes
Foto: Mariana Villa/ Los Andes

Pese a ello, “Cachipuchi” cree que en el circo se nace y se hace, no hay uno u otro. Y para él los ejemplos son su hermana mayor, quien eligió la vida fuera de los escenarios, y su compañera Cintia. “Para mí es un honor que la gente que no es nacida en el circo, y que lo ama tanto, quiera dejar todo por venir acá. Es admirable y no tiene precio”, dice Adolfo al respecto.

Hacerse y soñar

Hacerse artista de circo sin haber nacido allí no siempre fue sencillo y fue parte de la experiencia que tuvo que atravesar Cintia Serein. “Cuando yo recién entré, todavía estaba muy impuesto esto de que solamente entraban los que eran de familia de circo. Era muy difícil que alguien entrara de afuera”, admite.

“La aceptación en ese momento era medio reticente, les costaba aceptar que te metieras en su mundo”, explica la bailarina, aunque también confiesa que “ahora es más fácil” y “la mitad de los chicos que tenemos son de afuera, son de familias estables que quisieron meterse en este mundo y vivir la experiencia de girar con el circo”.

Adolfo, por su parte, analiza que “con el tiempo el circo se tuvo que reinventar y lo hizo con los mismos artistas”. Y expresa su alegría porque eso haya sucedido. Por eso, invita a la gente “a que no se pierdan esta oportunidad de vivir la experiencia única del circo, de revivir ese niño que llevan adentro”. “El circo te entrega felicidad, y este es un espectáculo totalmente familiar”, concluye el divertido payaso.

Foto: Mariana Villa / Los Andes
Foto: Mariana Villa / Los Andes

Cintia, por su parte, extiende la invitación y, tras el repaso de cómo llegó a disfrutar el escenario del circo Rodas, aconseja: “Nunca dejen de soñar, los sueños se cumplen con mucho esfuerzo y trabajo, pero nunca dejen de intentar. No importa la edad y lo que les digan, si es realmente lo que aman, denle siempre para adelante. A mí se me dio en el lugar que menos lo imaginé, en el circo”.

Un show para todos

Con su apuesta por el Music Hall, mezclando la música popular con el humor y el baile, el circo Rodas ha encontrado la variedad y la gracia justa para atrapar a chicos y grandes. Las apariciones graciosas de Cachipuchi, la destreza de trapecistas y contorsionistas y las coreografías le dan el color, mientras que las motos en “El Círculo de la muerte” o volando por el aire le dan el toque de asombro y adrenalina.

Así, el Rodas ha encontrado el equilibro entre el circo tradicional y las nuevas y arriesgadas propuestas, pero siempre conservando una esencia: el humor y la interacción sana con su público, que le permite brindar un show para toda la familia y para todos los gustos. Así se lo ha hecho saber el público en Mendoza, con cientos de aplausos en cada función.

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