19 de diciembre de 2025 - 15:45

Trabajador rural y artista plástico, Emilio Benítez se abre camino entre el surco y el arte

Un trabajador rural de Tupungato expuso su obra en el Congreso de la UATRE. Un video viral visibilizó su recorrido como artista autodidacta.

La voz narrativa en primera persona, un video de 90 segundos y la viralidad de las redes sociales. Esa conjunción de hechos expuso la vida de Emilio Benítez, artista y trabajador rural de viña.

Es del Cordón del Plata, Tupungato, pero nació en San Carlos. Tiene 48 años y comenzó a trabajar siendo muy chico. “En mi época, trabajar desde joven era algo normal y a mí me enseñó muchas cosas”, dice. Completó la escuela primaria y, como una realidad que se repite en la zona, se incorporó tempranamente al trabajo rural.

"No tuve la oportunidad de estudiar y me tocó trabajar desde chico”, cuenta. Empezó a dibujar a los siete. Sin formación académica, sostuvo esa práctica. “Después del trabajo, casi todos los días, me tomo un tiempo para dibujar o pintar”, reconoce.

Benítez expuso sus dibujos en el 33° Congreso Anual de Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, en una muestra de la delegación Mendoza. Pero en esta instancia algo cambió: la obra no quedó separada del artista y se visibilizaron dos dimensiones del arte. Fue a partir de la entrevista publicada por la UATRE, que lo presentó como trabajador rural y artista autodidacta.

Emilio Benitez
Emilio Benítez durante la presentación de su obra en la ciudad de Mendoza, en el marco del Congreso Anual de la UATRE.

Emilio Benítez durante la presentación de su obra en la ciudad de Mendoza, en el marco del Congreso Anual de la UATRE.

El artista

Emilio creció con cuatro hermanos. Él completó la educación primaria y comenzó a trabajar siendo chico. “Era algo normal”, insiste, al explicar un contexto social en donde, tal vez, abandonar la actividad escolar se traducía en iniciar la actividad laboral, una realidad cotidiana en muchas familias rurales. “No tuve la oportunidad de estudiar y me tocó trabajar desde chico”, agrega.

Desde entonces, el trabajo rural fueron el eje de sus días. Trabaja en una finca de Tupungato, en el sector de viña, donde realiza tareas ligadas al calendario productivo: brote, desbrote, mantenimiento del viñedo y trabajos estacionales.

La veta artística empezó a dar sus primeros indicios a los siete años. El dibujo apareció temprano en su vida, incluso antes del trabajo; y se mantuvo después. Pero en su familia, el arte no era una opción conocida ni una posibilidad concreta de proyección laboral. Cuenta Emilio que “el arte no se entendía mucho. No lo conocíamos”.

Sin embargo, como algo que se lleva incorporado -“un don” lo define-, Emilio continuó dibujando en silencio. “Después del trabajo, casi todos los días, me tomo un tiempo para dibujar o pintar”, confiesa.

La obra

No hay saber académico; hay repetición, práctica y tiempo. Hay superación y convencimiento. “Después del trabajo, casi todos los días, me tomo un tiempo para dibujar o pintar”, señala Emilio.

Emilio Benitez
Detalle de una de las obras expuestas: figura humana en movimiento, trazada con geometría y color.

Detalle de una de las obras expuestas: figura humana en movimiento, trazada con geometría y color.

Dibuja personas. Figuras humanas. Gente que conoció en el camino, asegura. Algunas tienen nombre; otras no. “Son personas que pasaron por mi vida”, cuenta. No busca el retrato exacto ni la copia. Los rostros aparecen recortados por líneas, cuerpos atravesados por formas geométricas. La geometría ordena la obra. Es la base sobre la que construye.

“La obra tiene mucha geometría. Cuando aprendés a manejarla, es un mundo”, explica al ver sus dibujos.

La obra se construye desde un trazo certero con la hoja en blanco, apareciendo la experiencia o el recuerdo. En algunos dibujos, quienes miran se reconocen. “La gente dice: ¡ese soy yo!”. En otros, aparece su propia imagen sin que haya sido buscada. “A veces termina siendo como un autorretrato”, comenta al señalar las interpretaciones que le caben a la obra.

La exposición de la obra y el artista en una sola pieza

En el 2019, el artista y trabajador rural realizó una muestra en la Ciudad de Mendoza y participó de otras experiencias donde expuso su trabajo. “Siempre intenté mostrar lo que hago”, cuenta el artista.

A principio de noviembre llevó sus dibujos a una escuela de Tupungato, donde decidió ofrecer una nueva muestra. Ahí colgó sus obras. Sus trabajos fueron ‘juzgados’ por el ojo de los niños y niñas. En ese intercambio, se compara y asemeja a la actitud que tuvieron los niños al decir que “yo no soy de hablar mucho”. Mientras que los niños estaban en una situación similar, dice: “yo soy muy tímido y los chicos estaban más tímidos que yo”. Aun así, el momento le resultó significativo. “Me gustó”, señala. Los chicos le contaron que hacían artes visuales, pero que no conocían a un artista.

Emilio Benitez
Muestra: Colección de movimientos. Figuras humanas construidas a partir de líneas y formas geométricas.

Muestra: Colección de movimientos. Figuras humanas construidas a partir de líneas y formas geométricas.

En ese espacio fue visto por referentes del gremio, que se acercaron a conversar con él. “Nos pusimos a hablar y me ofrecieron participar de una muestra”, relata. De ese intercambio surgió la invitación para presentar su obra, que luego continuó en la Ciudad de Mendoza y desembocó en la muestra Colección de movimientos, presentada en el marco del Congreso Anual del gremio.

La invitación se concretó el 26 de noviembre. Durante ese encuentro se registró una entrevista audiovisual en la que Benítez contó su historia y habló de su obra. El video comenzó a circular en redes sociales y amplió el alcance de su trabajo. “La gente empezó a compartirlo y me llegaron mensajes”, dice.

Actualmente esta enfocado en perfeccionar sus técnicas de manos de la formación académica. Es decir, a la practica cotidiana, ahora asiste a la escuela ubicada en el Cordón del Plata, donde estudia pintura. “Yo dibujo mucho, pero la pintura me cuesta”, cuenta, al explicar su decisión de perfeccionar la técnica.

La experiencia marcó un momento distinto en su recorrido. A lo cotidiano que trae la rutina, levantarse, desayunar, trabajar al rayo del sol, regresar a las cinco de la tarde a casa, tomar una taza de té y luego ponerse a pintar-, se sumó una veta de que el vivir del arte, a lo mejor, no es muy lejano.

“Siempre fue un sueño vivir del arte”, afirma. El trabajo en la viña continúa, pero la posibilidad de dedicarle más tiempo a su obra aparece ahora como parte de su horizonte.

LAS MAS LEIDAS