Precisan la superficie que usan las jóvenes águilas poma

Científicos del Conicet lograron determinar el área que utilizan las águilas juveniles para refugiarse y comer. De la especie quedan menos de mil ejemplares adultos, que recorren largas trayectorias en busca de comida y son perseguidos por pobladores rurales.

Águila pomas. Foto: Américo Vilte.
Águila pomas. Foto: Américo Vilte.

Por primera vez investigadores del Conicet junto a colegas del Centro Argentino de Anillado de Aves de Tucumán y de The Peregrine Fund, en Ecuador, lograron determinar el área de campeo, es decir el área que utilizan águilas poma o andinas juveniles (Spizaetus isidori) para satisfacer sus necesidades de alimentación y refugio en un escenario muy difícil.

Ocurre que más del 50% de su hábitat, los bosques tropicales y subtropicales de los Andes que se extienden desde el norte de Colombia y Venezuela hasta el noroeste de Argentina, han sido deforestados por el avance de la frontera agrícola.

El estudio se publicó en la revista Global Ecology and Conservation. (“Ecología Global y Conservación”).

Para nuestra sorpresa, comprobamos que durante el primer año de dispersión natal, seis ejemplares juveniles que estudiamos se movieron por áreas enormes, en promedio cien mil hectáreas. También pudimos ver que por sus largos desplazamientos la especie puede mantener la conectividad entre zonas de bosque fragmentadas y cumplir su papel clave en esos ecosistemas, pero lo hacen a costa de pagar un alto precio. Para determinar los desplazamientos, los autores del estudio capturaron seis juveniles de águilas poma (dos en Argentina y cuatro en Colombia) y los marcaron con transmisores GPS que envían los datos de localización de los individuos a través de antenas de telefonía celular GSM (siglas de Global System for Mobile communications (sistema global para las comunicaciones móviles).

Un investigador del proyecto con un bello ejemplar de águila poma o juvenil. Foto: Gonzalo Ignazi
Un investigador del proyecto con un bello ejemplar de águila poma o juvenil. Foto: Gonzalo Ignazi

A partir de la información emitida por los transmisores, los autores del trabajo comprobaron que los ejemplares juveniles se asentaban en zonas de pendientes más abruptas que no habían sido deforestadas y a altitudes intermedias alrededor de los 2.000 mil metros de altura en promedio, ya que son zonas mejor conservadas en virtud de que son menos aptas para los cultivos o la tenencia de ganadería.

La fragmentación de los bosques y la intrusión de pobladores hace que, por caza directa o por la misma degradación generada en los ambientes, muchas especies que son posibles presas del águila poma disminuyan sus poblaciones. A su vez, estos pobladores se instalan acompañados de gallinas que, por su tamaño, constituyen una presa ideal para el águila. Esta situación es la que dispara el conflicto poblador-águila que está ejerciendo una gran presión a través de la persecución de la especie.

Especie en peligro

De acuerdo con las estimaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), quedan menos de 1.000 ejemplares adultos de águilas poma, que además son víctimas de la pérdida de hábitat y de la persecución humana. Por estos factores se considera que esta especie sigue en declive.

Por la forma en que dejaron de emitir los transmisores, los autores del estudio estiman que cuatro de los seis juveniles monitoreados murieron a lo largo del primer año de dispersión.

Ejemplar de águila poma abatido de un disparo en el Norte argentino. Foto: Proyecto Águila Inca.
Ejemplar de águila poma abatido de un disparo en el Norte argentino. Foto: Proyecto Águila Inca.

De éstos, tan sólo tenemos certeza de la muerte por disparo de uno de los juveniles en el Norte argentino. Éste sería el primer caso registrado de persecución directa sobre esta especie en el país en cerca de sesenta años.

Si bien se desconoce la causa de muerte de los otros juveniles, la elevada persecución que sufren las aves juveniles en Colombia y Ecuador sugiere que posiblemente alguno de ellos también haya sido cazado por pobladores rurales no identificados. Evidentemente para cuantificar la mortalidad por este y otros factores será fundamental continuar con el programa de marcaje de juveniles en el futuro.

Dado que esta especie, que presta servicios ecológicos y culturales -como el disfrute turístico ante su avistaje- y que tuvo relevancia en las culturas de los pueblos originarios como el gran Imperio Inca, es muy poco conocida tanto desde el punto de vista ecológico como demográfico. Por ahora las principales acciones de conservación para protegerla deberían ir encaminadas a proteger su hábitat de la deforestación y, sobre todo, hacer un intenso trabajo con las poblaciones rurales para buscar de manera conjunta caminos para paliar el conflicto humano-águila en las zonas donde éste sea importante.

*El autor es investigador del Conicet en el Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa (Incitap, Conicet-UNLpam) y director de tesis del primer autor del trabajo, Santiago Zuluaga, becario doctoral del Conicet en el mismo instituto.

Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar

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