Piden ayuda para que Franco pueda tener una silla de ruedas ortopédica

Tiene 26 años, vive en Desaguadero y, según su mamá, sufrió una mala praxis a los 5 meses de vida que lo dejó ciego y con una parálisis cerebral.

Franco es ciego y tiene una parálisis debido a una mala praxis vive en Desaguadero, La Paz necesita una silla de ruedas.
Franco es ciego y tiene una parálisis debido a una mala praxis vive en Desaguadero, La Paz necesita una silla de ruedas.

Mirta Alcaraz repasa sus últimos 26 años como madre de un hijo discapacitado y no puede evitar las lágrimas: a partir, dijo, de una mala praxis a los 5 meses de vida, Franco sufre ceguera de ambos ojos y una parálisis cerebral que le impide hablar y desplazarse.

En la semana de la discapacidad, que se conmemora hasta el viernes, recordó que si bien siempre utilizó una silla de ruedas convencional otorgada por PAMI, hoy necesita reemplazarla por otra mucho más específica y a la medida de su cuerpo debido a las deformaciones que fue padeciendo a través de los últimos años. Pero su familia carece de los recursos necesarios para poder adquirirla y su obra social, Incluir Salud, apenas reconoce los pañales.

Por eso su papá le adaptó, como pudo, una silla casera para que pudiera sentirse más cómodo: sacó un préstamo, compró una butaca y la encastró por sobre la silla original para que su hijo pudiera sostener mejor el cuello y estar incorporado.

Franco transcurre muchas horas acostado y, cuando no siente dolor, transcurre horas en la puerta de su casa viendo a la gente pasar. “Pero nunca puedo saber con certeza cuándo siente dolor, tengo que observarle el rostro y adivinar”, se resigna su mamá.

“Cuando veo a los jóvenes de su edad que llevan una vida normal no puedo menos que derrumbarme. Daría cualquier cosa por ver a mi hijo feliz y rodeado de amigos en vez de tenerlo en casa mirando al vacío”, reflexiona Mirta, que tiene 62 años y también quedó discapacitada luego de un gran accidente años antes de que naciera Franco.

“Hemos hecho con mi esposo todo lo que estuvo a nuestro alcance pero el día a día de un hijo discapacitado es tan terrible que solo lo entiende quien lo atraviesa. No se lo deseo a nadie”, confidencia.

Mirta camina con dificultad por las secuelas del accidente y su esposo, además de tener más de 70 años, tampoco está en condiciones de hacer fuerza. “Alzar a Franco, higienizarlo, atenderlo representa un trastorno desde lo físico. Amamos a nuestro hijo y le hemos dedicado nuestra vida, es por eso que estamos luchando por una silla que realmente pueda darle mejor calidad de vida”, expuso.

Define a su hijo, que nació el 15 de agosto de 1995 en San Martín, como un joven hermoso que aparenta ser feliz, es sumamente católico y ama ir a misa, aunque debido a la situación de sus padres hoy tampoco puede hacerlo. Mirta, Oscar y Franco viven en una casita prestada en Desaguadero, ubicado sobre la ruta 7 donde todos se conocen.

Allí Franco es todo un personaje. “En una época teníamos un pequeño kiosco y conoció a muchos camioneros que le enseñaron a decir malas palabras. Hoy, aunque le cuesta mucho hablar, las sigue diciendo como puede”, relata Mirta, mientras sonríe.

Durante años su papá lo llevaba a misa todos los domingos, incluso alzado. “Hoy ya no puede porque nos cuesta movilizarnos. Es algo que extraña muchísimo. Se hace entender como puede y le encanta la Coca Cola”, agrega. También durante un tiempo asistió a un aula satélite perteneciente a una escuela especial del pueblo, donde se integró fácilmente, aunque poco después sufrió discriminación por parte de una docente. “Y nunca más lo mandé”, dijo la mamá.

Los problemas

Mirta se remonta al embarazo y lo recuerda como normal hasta los siete meses de gestación, cuando le anunciaron que el bebé padecía de hidrocefalia. Sin embargo, asegura, nació perfecto. “De todos modos lo llevamos al Hospital Notti derivados por un neurólogo, que más tarde nos sugirió un neurocirujano que fue quien lo operó”, recordó la mamá. Y agregó: “Dijo que era algo simple, que la mollera no estaba bien formada y que sólo le harían un tajo pequeño, pero la cirugía demoró muchas horas y le abrieron la cabeza completamente. Con el tiempo empecé a notarlo raro y así fue que quedó ciego y con parálisis cerebral. El nene no tenía esas dificultades al nacer, todo apareció después de la intervención”.

Mirta dice que suele sentirse culpable por no tener la salud suficiente para hacerse cargo de las atenciones cotidianas de Franco.

“Estuve depresiva. Ver así a mi hijo es una cruz que llevo a cuestas y, sin embargo, soy consciente de que no puedo caer porque me necesita”, reflexiona.

Tras agradecer la ayuda y el amor que la comunidad suele brindarle a la familia, reiteró la necesidad de contar con una silla de ruedas más adaptada a su cuerpo. Y también habló de la urgencia por conseguir una rampa que les permita subir a Franco al vehículo.

“Simplemente digo gracias. Sé que todo se va a lograr”, se esperanza.

Por otra parte Mirta comentó que Ortopedia Biosur, que suele hacer acciones solidarias, posee las medidas necesarias de la silla que Franco necesita. Y agregó que todo aquel que pueda colaborar puede hacerlo a través de los teléfonos: 2616 65-4934 (Mariano Fandiño); 2616 91-5834 (Noelia Rolón, a cargo de una ONG que lucha por las personas con discapacidad) y 2615 87-5868 (Mirta, mamá de Franco).

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