Noelia: mamá de 7 hijos, abrió un merendero para los otros niños del barrio

Esta vecina de Pedro Molina comenzó a recorrer negocios para conseguir alimentos para los chicos. Con la ayuda de otras mamás ahora buscan mejorar las instalaciones.

Noelia Poblete, a la derecha, junto a otras mamás del barrio preparan sopaipillas para la media tarde. / Foto: José Gutiérrez
Noelia Poblete, a la derecha, junto a otras mamás del barrio preparan sopaipillas para la media tarde. / Foto: José Gutiérrez

Quién mejor que ella, una madre de siete hijos que sufre en carne propia numerosas necesidades, para comenzar a proyectar una obra inmensa en su propio terreno, un sector donde la pobreza crece y se agiganta en medio de esta pandemia que parece no tener fin.

Noelia Poblete sintió en su corazón el dolor propio y también el ajeno cuando ni siquiera lo básico, como el alimento, no alcanzaba para saciar los estómagos vacíos que suele observar a diario en el barrio Pedro Molina, situado en Guaymallén.

Sintió que ella era apenas un grano de arena en medio de un sector con penurias extremas.

Y puso manos a la obra por iniciativa propia: buscó otras madres con manos voluntariosas y empezó a recorrer negocios vecinos para conseguir donaciones por pequeñas que parecieran.

Y también fue casa por casa a observar cuántos chicos había en el barrio, en cada familia; si comían; si iban a la escuela…

En un hogar humilde donde vive junto a su madre y su puñado de hijos, una tarde elaboró rosquitas para ofrecer con el té a los niños de la cuadra.

Ofreció té porque un rato antes, en el almacén de la esquina, le dieron una caja de 12. “Podría haber sido cualquier otra infusión, porque todo es improvisado”, define.

Así, sin pausa empezaron a llegar más y más chicos que requerían desde ropa y abrigo hasta una taza de leche.

Noelia se convirtió, en definitiva, en la fundadora y líder del merendero “Huellitas de amor”, que surgió en medio de otros tantos que han abierto durante estos tiempos difíciles de cuarentena.

Sin embargo, para armar la estructura necesita de la ayuda de todos. Por ahora solo hay voluntades y escasas donaciones de unos pocos negocios del sector.

Por eso es fundamental contar con tablones, mesas, sillas, vajilla, ropa de abrigo, calzado, alimentos no perecederos, colchones, frazadas, garrafas, cocinas y materiales para la construcción.

“Por ahora elaboramos todo en la pequeña cocina de la casa donde vivo, que es de mi mamá. Entre todas compramos la garrafa y tratamos de hacerla durar al máximo”, relató Noelia, que cuenta con la ayuda de Cecilia, Yamila, Erica, Maira y Daniela. Florencia, otra vecina, brinda apoyo escolar y José tiene un flete a disposición en caso de tener que retirar alguna donación desde lejos.

“La convicción está firme y esto que planifiqué en mi cabeza no va a detenerse. Pero insisto, es fundamental que nos ayuden. Sabemos que mucha gente tiene lo que pedimos en sus casas, en desuso, y para nosotros sería importantísimo”, dijo.

Sueña con cerrar un espacio donde contener a los muchos chicos que pronto –se esperanza—cuando la pandemia “afloje”, se reunirán a tomar su merienda.

Mate cocido tomarán los chicos en esta ocasión, otras veces té o leche.
Mate cocido tomarán los chicos en esta ocasión, otras veces té o leche.

Hoy las mamás preparan sopaipilla, buñuelos, tortas y roscas que acompañan con lo que en ese momento tengan a la mano. Puede ser mate cocido, té o chocolatada.

“Es difícil salir a pedir porque en estos tiempos de inseguridad no todos abren las puertas y es comprensible. Pero seguimos apostando a nuestro proyecto”.

En una pequeña piecita Noelia se amontona junto a Aisha, Bautista, Ian, Sheila, Alan, Lautaro y Brandon, que tienen entre 5 y 16 años. “Sigo esperando una vivienda que no llega aunque estoy anotada. Yo soy tan pobre como la mucha gente que se acerca a mi casa, solo que tuve una idea y que me animé a encararla”, diferencia.

Cuando el corazón es grande, la solidaridad aflora casi instantáneamente. Por eso una mamá da apoyo escolar y un papá ofrece su vehículo para llevar y traer lo que haga falta.

Con esa premisa Noelia sigue soñando en grande. “Sabemos que lo que necesitamos llegará y pronto”, se esperanza, con una sonrisa ancha porque sabe que lo hace por amor al prójimo.

¿Dónde está? El merendero se encuentra en Bravo 3345 –entre Bolivia y Ecuador-, manzana 24 casa 3 del B° Pedro Molina 2, Guaymallén.

¿Cómo donar? El contacto de Noelia Poblete es 2616 30-4301

¿Qué necesitan? tablones, mesas, sillas, vajilla, alimentos no perecederos, ropa, frazadas, zapatillas, útiles escolares y materiales para la construcción para cerrar un espacio.

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