José de San Martín no fue únicamente un militar brillante ni solo un estratega imbatible. Combinó visión política, coraje personal y un sentido del deber que lo llevó a actuar muchas veces en contra de su propio beneficio, pero siempre en favor de la causa por la que luchaba: la libertad americana.
Entre todos sus méritos, cinco hechos se destacan como pilares que explican por qué sigue siendo, dos siglos después, una figura venerada en Argentina y en buena parte de Sudamérica.
Cuando San Martín llegó a Mendoza en 1814 como gobernador intendente de Cuyo, la región no contaba con un ejército capaz de emprender grandes campañas. Comprendió que la única forma de derrotar al poder colonial español era romper el frente enemigo por el Oeste, cruzando la cordillera hacia Chile para luego atacar el corazón del virreinato del Perú. Para eso, necesitaba una fuerza militar nueva, distinta a todo lo que se había visto en el continente.
En Mendoza, desde cero, creó el Ejército de los Andes. Lo hizo con disciplina férrea pero también con una notable capacidad organizativa: diseñó un sistema de instrucción para oficiales y tropa; estableció talleres de fundición y fabricación de armamento; organizó depósitos de víveres, uniformes y medicinas; y creó una red de abastecimiento que involucró a toda la población cuyana. Las familias aportaron caballos, mulas, dinero y trabajo voluntario.
La clave de su éxito estuvo en entender que un ejército no solo se forma con armas y soldados, sino con un proyecto colectivo. Bajo su mando, Mendoza se transformó en un verdadero cuartel general y en un ejemplo de cooperación civil y militar.
2- El Cruce de los Andes: la gesta imposible
En enero de 1817, tras años de preparación, San Martín puso en marcha una de las operaciones militares más audaces de la historia: el Cruce de los Andes. Más de 5.000 hombres, junto con artillería, mulas, caballos y todo el equipamiento necesario, atravesaron la cordillera por pasos situados a más de 4.000 metros de altura.
El plan no era solo cruzar: era hacerlo dividiendo al ejército en varias columnas para confundir al enemigo, manteniendo la coordinación y la moral alta en condiciones extremas de frío, hambre y falta de oxígeno. San Martín cuidó cada detalle: estableció escalas de descanso, ordenó llevar raciones adecuadas para el clima, y hasta diseñó estrategias para camuflar la magnitud real de la operación.
El resultado fue un éxito absoluto. Las fuerzas patriotas sorprendieron a los realistas, liberando Chile y abriendo el camino hacia el Perú. La hazaña fue comparada con las grandes marchas de la historia militar, y hasta hoy se estudia como ejemplo de planificación estratégica impecable.
3- Renuncia al poder personal
Si algo distingue a San Martín de muchos líderes de su tiempo es que jamás buscó perpetuarse en el poder. A pesar de ser el jefe de un ejército victorioso y de tener la autoridad para imponerse en los territorios liberados, siempre privilegió la unidad por encima de su figura personal.
El momento más claro de esa actitud fue la entrevista de Guayaquil en 1822, cuando se reunió con Simón Bolívar para coordinar la etapa final de la independencia. Allí, San Martín comprendió que la rivalidad entre ambos podía poner en riesgo la causa. Sin forzar su permanencia ni exigir protagonismo, decidió retirarse.
Ese gesto fue tan político como moral: eligió la renuncia voluntaria antes que dividir el frente libertador perjudicando la libertad sudamericana. Su salida de escena significó renunciar a gloria y poder, pero aseguró que la lucha continuara bajo un mando unificado. Este desapego al poder personal es una de las razones por las que su figura sigue siendo respetada incluso por quienes critican otros aspectos de su carrera.
4- Gran administrador
San Martín no solo pensaba en la guerra. Tenía una visión de Estado y entendía que la independencia no podía sostenerse sin una base cultural y social sólida. Durante su gobierno en Mendoza, buscó inculcar hábitos sanos en los cuyanos estableciendo normas contra la vagancia, el delito y el juego. Desde entonces, el peón no podía estar en las pulperías durante los días de semana y a las 22:00 éstas debían cerrar. Incorporó alcaldes de barrio –llamados decuriones– para mantener el orden. En la ciudad existía solamente un hospital, por lo que hizo levantar otro exclusivo para sus soldados. Propagó la vacuna antivariólica.
Nuestra provincia sufría una fuerte crisis económica, para subsanar este estado caótico San Martín tomó varias medidas. Logró que el gobierno central suprimiera los impuestos a la exportación de productos cuyanos, aunque al mismo tiempo incrementó la recaudación fiscal en todo Cuyo. También impuso contribuciones voluntarias y forzosas. Contemplando el mal estado general, permitió que se pagaran en cuotas. Todo servía. Secuestró bienes de los prófugos y confiscó herencias españolas sin sucesión, también tomó los diezmos eclesiásticos. En carta a Tomás Guido cuenta que hizo reducir a la mitad los sueldos estatales, incluyendo el propio.
El Santo de la Espada llevó a cabo obras de irrigación que ampliaron la superficie cultivable en Mendoza. Los nuevos terrenos fueron vendidos a bajo precio y esto produjo un crecimiento enorme en la agricultura regional.
5- Integridad y austeridad personal
En una época en la que muchos líderes políticos y militares se enriquecían gracias a su posición, San Martín eligió la austeridad. Rechazó propiedades y recompensas que le ofrecieron en Chile y Perú, y pasó sus últimos años en el exilio, en condiciones económicas modestas.
Su conducta fue coherente con su discurso: no buscó beneficios personales y mantuvo un alto sentido de la ética en el ejercicio de sus funciones. Cuando falleció un día como hoy en Boulogne-sur-Mer, dejó una herencia mínima y una imagen de honestidad inquebrantable.
Esta integridad no solo lo hizo respetado por sus contemporáneos, sino que lo elevó como modelo de servidor público, un ejemplo que trasciende generaciones y fronteras.
El legado de José de San Martín
Los cinco hechos aquí destacados no son simples episodios biográficos. Son parte de un hilo conductor que define a San Martín como un prócer integral, cuya vida fue una combinación de estrategia, visión y valores.
Su figura es admirada no solo por los resultados militares, sino por la manera en que llevó adelante su causa. Entendió que la libertad no se conquista únicamente con batallas ganadas, sino con instituciones sólidas, educación para el pueblo y líderes capaces de anteponer el bien común a la ambición personal.
Hoy, su nombre se alza no solo en estatuas y plazas, sino también en la memoria colectiva de toda América. Y aunque el tiempo y las interpretaciones históricas puedan matizar sus decisiones, estos cinco legados permanecen inalterables como testimonio de un hombre que vivió y murió fiel a su palabra.