30 de noviembre de 2025 - 08:00

La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya

A dos años de la muerte del montañista mendocino Nacho Lucero, las imágenes de un documental inédito donde el hombre cuenta su increíble historia.

El 30 de noviembre de 2023, con 50 años, Ignacio Lucero falleció por segunda vez. Lo hizo de forma definitiva. Doce años antes, en octubre de 2011, este querido guía de montaña mendocino había “muerto y vuelto a nacer" tras sufrir un infarto masivo en Nepal mientras intentaba hacer cumbre en la cordillera del Himalaya. Días después, durante la operación a la que lo sometieron como consecuencia del infarto, Nacho sufrió un ACV.

En definitiva, aquel octubre de 2011, Lucero volvió a nacer después de haber sufrido un infarto masivo y un ACV en cuestión de días. Nacho volvió a la montaña y siguió viviendo sus aventuras, hasta que -hace dos años, en el cerro Marmolejo (Cordillera de los Andes, entre Argentina y Chile)-, Lucero se fue para no volver.

Nacho Lucero, el andinista que hace 10 años sufrió un infarto masivo y un ACV en Nepal y sigue con sus interminables aventuras. Foto: Gentileza Ignacio Lucero.
La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya:

La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba".

A dos años de su muerte (la segunda y definitiva), Los Andes rescata material inédito de un documental que Lucero había comenzado a filmar en y donde relata los pormenores de su increíble descenso del Manaslu, mientras estaba infartado. Todo comenzó el 3 de octubre de 2011 y tras sufrir el ataque cardíaco a los 7.350 msnm.

"Bajaba y sentía que no podía hacerlo. Trataba de medir mi capacidad y contar cuántos pasos podía hacer antes de descansar. Intentaba con 20 o 30 pasos y me costaba recuperarme. Entonces empecé a bajar hasta que encontré que la medida eran siete pasos. Hacía siete pasos y descansaba. Y así me podía recuperar", relató Lucero en este material rescatado que nunca llegó a ver la luz como el documental que soñó Nacho.

"Me hice a mí mismo un imperativo: 'Tengo que tomarme un mar con una cucharita'. Era cuestión de repetirlo hasta el infinito; siete pasos y parar, siete y parar, siete y parar", siguió el guía, nacido el 26 de agosto de 1973.

Embed - Nacho Lucero, el montañista que sobrevivió a un infarto en plena montaña

Cómo es bajar caminando tras sufrir un infarto de una de las montañas más altas del mundo

La muerte de Lucero a fines de noviembre de 2023 generó una gran conmoción dentro de la comunidad montañista. Como guía, pero -por sobre todas las cosas- como amante de la montaña, Nacho no tenía inconvenientes en compartir sus conocimientos y experiencia. Y ello lo convirtió en una persona muy querida y respetada.

A lo largo de su vida, Lucero marcó distintos récords en los picos y cadenas montañosas más importantes del mundo. Luego del infarto masivo seguido del ACV en octubre de 2011, Nacho regresó a la montaña (su lugar en el mundo) para continuar con sus aventuras.

Así fue como el 3 de octubre de 2022, en el mismísimo lugar donde había tenido que abandonar forzosamente la primera expedición exactamente 11 años antes, una tosca de nieve golpeó el casco de Nacho en su segundo intento por hacer cumbre en el Manaslu.

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El casco del andinista se rompió, la linterna dejó de funcionar y –teniendo en cuenta de que eran las 23 y estaba oscuro-, otra vez debió regresar al campo base.

En el inédito documental, Lucero relató cómo fue que decidió intentar la cumbre en el Manaslu (8.156 msnm) en 2011. "En lengua sánscrita, Manaslu quiere decir 'La Montaña del Espíritu', y fue una montaña que me marcó", confesó en una de las entrevistas.

Según repasó, todo transcurría con normalidad durante los días previos y hasta habían ido y vuelto en reiteradas oportunidades al campo base junto a los otros miembros de la expedición. Hasta habían armado tres campamentos más en altura -con la cumbre como objetivo- y llegaron a pasar una noche a 7.000 msnm.

"El 3 de octubre del 2011, a las 3 de la tarde y yendo al último campamento para al otro día tirar la cumbre, se me produjo un infarto. Me di cuenta porque tenía una puntada debajo de la tetilla, y arriba. Lo primero que hice fue ver si la movilidad fina estaba alterada, ya que es lo que indica que hay un edema cerebral. Pero lo descarté. Al edema pulmonar también lo había descartado porque ya llevábamos un mes de aclimatación. No era un edema pulmonar ni cerebral. Luego de ese dolor en el pecho me desvanecí, y me di cuenta que era un infarto", rememoró.

Lucero avisó a sus compañeros que iba a bajar para intentar subir otro día. Y fue entonces que comenzó la travesía de descender de una de las montañas más altas del mundo, en soledad e infartado.

En el camino se cruzó con un sherpa -que iba en subida- y quien le ofreció café al verlo exhausto. "Fue la peor idea que podía tomar, porque fue como si me diesen una piña desde abajo del corazón y hacia arriba", describió.

La historia y el impactante relato del mendocino que volvió al Himalaya, donde casi muere hace 11 años. Foto: Gentileza Ignacio Lucero-
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La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba"

En todo momento, Lucero fue siguiendo la huella del camino. Si se apartaba, se enterraba hasta la rodilla o hasta la cadera de la nieve.

"No tenía la fuerza para sacar el pie de la nieve. Entonces. era un ejercicio de concentración extremo, no perder la huella, y bajar y bajar", resumió. Además, durante la entrevista recordó que, al oscurecerse el cielo, se limitó su visibilidad. Fue gracias a otro porteador que venía bajando que pudo encontrar la carpa.

"Cuando llegué al campamento le decía a la gente que tenía un infarto, pero nadie me creía. Me metí en la carpa y pedí ayuda", relató Lucero.

Nacho relató que pasó toda aquella primera noche dentro de la carpa sin poder acostarse, ya que esa posición le impedía respirar bien. "Estaba sentada, y con el calentador generaba vapor y lo inhalaba. Eso me aliviaba", reconstruyó.

Permaneció dentro de la carpa hasta el amanecer con una consigna clara: sobrevivir. Se untó en reiteradas oportunidades una crema con alcanfor en el pecho, a la altura del corazón. Y, aunque sabía que era un placebo, reconoció que ello lo aliviaba un poco.

"Fue la noche más larga de mi vida hasta que, por fin, amaneció. Pero me di cuenta de que no tenía fuerza para moverme. Entonces me dije a mí mismo que tenía que pensar una estrategia para bajar. Me di cuenta de que nadie iba a venir a bajar mi cuerpo", reconstruyó.

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La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba"

Ya amanecido, Ignacio Lucero vació su mochila, se quitó el mono que le agregaba 2,5 kilos de peso, eliminó todos los elementos de seguridad (arnés, descensor), dejó la piqueta y continuó con el descenso. Ni siquiera podía beber agua, ya que el dolor del pecho le impedía tragar.

Siete pasos y parada... Siete pasos y parada

Con lo justo y necesario -un poco de agua para apenas mojarse los labios y prendas de vestir livianas-, Ignacio Javier Lucero inició el descenso al siguiente campo. En los pies llevaba sus botas con grampones, y -como siempre- llevaba su inseparable libreta.

"Era un día espectacular, sin viento y con sol", resumió. En las manos llevaba colocados unos guantes de abrigo, lo que le permitió aferrarse a las cuerdas que estaban instaladas en el camino y como guía. Era todo lo que llevaba.

"Mi seguridad era mi cabeza, mi régimen de siete pasos. Bajaba de a siete pasos y esperaba. Siete pasos más y esperaba. Y así fui bajando hasta llegar al campo. Pude refugiarme en la carpa, descansé un poco y encontré una lata de gaseosa. La intenté tomar y fue una mala idea, porque volví a sentir como una gran piña debajo del corazón", prosiguió.

Así pasó por todos los campos hasta que finalmente -y con las reservas de sus fuerzas- llegó al campo uno.

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La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya:

La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba"

"Me metí a la carpa y llegó un porteador que me conocía. Yo le dije que me iba a quedar ahí, él me miró y me dijo: 'Nacho, no hay mañana', Fue un balde helado, y entendí que tenía que seguir para abajo. Así llegué al campo base", contó Lucero en el documental que no vio la luz.

Alguien que me ayude

Al llegar al campo base con su amigo porteador, dieron con dos médicos. Lucero se acercó para contarles que había sufrido un infarto, pero los dos especialistas se miraron, hicieron una mueca de incredulidad, y volvieron a mirarlo. "No puede ser un infarto. No estarías caminando, no hubieses bajado caminando. Debe ser otra cosa”, fue la respuesta.

Resguardado en una carpa, Nacho intentó reponerse tras comer e hidratarse (lo poco que pudo, al menos). Durante los 15 minutos que permaneció sentado, en ningún momento Lucero logró respirar bien. Otro sherpa lo asistió con un tubo de oxígeno, pero Nacho sabía que no podría aguantar mucho más así.

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Como pudo, Lucero se reincorporó y regresó a la carpa comedor donde estaban los médicos. Volvió a decirles que no aguantaba más y que la única posición en que lograba tolerar el agudo y punzante dolor era manteniéndose de cuclillas.

Aquella segunda noche post infarto fue crítica. El dolor se había apoderado de Lucero, a tal punto de que el montañista mendocino rogaba por la llegada de un helicóptero que lo trasladara. "El helicóptero llega mañana", le dijo el sherpa a Nacho.

A la mañana siguiente, Lucero fue revisado por una médica especialista en patologías de montaña española, quien le indicó que "podían ser anginas de pecho”. Le dio nitroglicerina -que se aplica como si fuese un puff-, aunque, a pesar de las tres inhalaciones, Lucero no mejoró.

Aún no lograban dar con lo que le había ocurrido (lisa y llanamente, un infarto), pero seguían descartando cuadros. Y, aunque el oxígeno lo aliviaba, todos tenían en claro que debía bajar para ser asistido en un hospital.

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Cerca del mediodía del 5 de octubre de 2011 llegó el helicóptero al campo base y Lucero fue trasladado a Katmandú.

La confirmación del infarto

Ya en la capital de Nepal, Lucero fue derivado a una clínica especializada.

"Llegué a la clínica, me atendió un médico y me preguntó qué me pasaba. Le dije que tenía un infarto, él me miró y me dijo: 'No, deben ser gases'. Entonces yo lo miré y dije, '¡Manso pedo!'", resumió Lucero, tentado hasta las carcajadas.

Mientras todo eso ocurría, Nacho le pidió al médico -que para entonces se mostraba más preocupado en poder cobrarle al seguro del mendocino la atención que en su estado de salud- que le hiciera un electrocardiograma. Y, cuando se lo hicieron, la expresión del rostro del médico cambió.

"Inmediatamente buscó una ambulancia, hizo un diagnóstico escrito y le dio como miedo dejarme solo. Me metió a la ambulancia y se vino conmigo. Y puso algo entre mis piernas, una especie de desfibrilador. Cuando vi eso me di cuenta de que venía complicado", rememoró Nacho.

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Nacho y el médico fueron directamente al hospital de alta complejidad de Katmandú. Y, ni bien llegaron, Lucero fue ingresado a terapia intensiva.

La ayuda desde Argentina y el ACV

Con esta internaciòn, comenzó un nuevo peregrinaje para Lucero: debía contactarse con su familia y coordinar todo para que se pudiese pagar la operación post infarto. El seguro que tenía contratado puso algunos (varios) reparos para costear el procedimiento, y ahora a Nacho debían colocarle un stent.

"El infarto había sido el 3 de octubre del 2011 y a mí me operaron el 9. Pasaron muchísimos días, y eso tuvo que ver en que la lesión fuese tan extensa. Se generó en Argentina, a través de las redes sociales, una campaña de apoyo", rememoró Lucero. Y contó que quien era su pareja por entonces fue la gestora de esta campaña solidaria y viajó a Katmandú con la hermana de Lucero.

En apenas cuatro días de colecta lograron conseguir todo el dinero que hacía falta para la operación. Pero a la historia le quedaba aùn un episodio más de dramatismo. Porque mientras le colocaban el stent, Nacho Lucero sufrió un accidente cerebrovascular (ACV).

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La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba"

"Se me produjo una parálisis en los músculos de la fonación y perdí todos los mecanismos aprendidos. No sabía interpretar la hora, no podía recordar un montón de cosas, no tenía más el lenguaje, no podía hablar ni escribir. No podía comunicarme, y me di cuenta de eso después de la operación", recordó Lucero.

El montañista mendocino permaneció casi un mes en el hospital de Katmandú, en recuperación luego de la operación y del ACV. En ese lapso comenzó a recuperar el lenguaje y a ayudarse con revistas que encontraba. Además de guía y apasionado de la montaña, Lucero era lingüista y profesor de literatura. Y, aunque había una memoria semántica de largo plazo en su cabeza, no estaba articulada y por ello no podía hablar.

Pacientemente, comenzó con pruebas fonéticas, a pronunciar las letras sueltas y, luego, palabras. Lo mismo ocurrió con el manejo de su concentración, que llegó a reducirse a seis segundos. La recuperación no fue ni rápida ni simple.

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La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba"

"El seguro nunca respondió. Fue gracias a la gran cantidad de gente anónima y de amigos que me ayudaron a juntar el dinero que pude pagar el helicóptero, me pude operar y volver a Argentina", recordó, y agradeció Lucero.

Tras 24 días en terapia intensiva en el hospital de alta complejidad de Katmandú, Lucero regresó a Argentina y continuó con su recuperación en la Fundación Favaloro.

La recuperación y el regreso

El primer viaje al Manaslu, en 2011, cambió para siempre la vida de Nacho Lucero. Y es que no todos los días uno sufre un infarto masivo, seguido de un ACV, ni tampoco es para cualquiera volver a nacer para contarlo.

Pero Nacho lo hizo, se recuperó, y –lejos de tirar la toalla-, regresó a la montaña ni bien pudo. Conoció a su fiel compañero, el perro Oro, quien lo ayudó en la rehabilitación, lo acompañó en la montaña y hasta compartieron algunas cumbres en el Aconcagua). Incluso, en 2021 -y en un periodo de 90 días-, Lucero escaló el monte más alto de Alaska y estuvo de expedición en las montañas más impactantes de Pakistán.

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La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya:

La historia del hombre que nació y murió dos veces y bajó caminando infartado del Himalaya: "7 pasos y paraba"

Pero regresar a Nepal y volver a intentar el Manaslu era su “gran pendiente, gran”. Y pudo concretarlo en 2022, casualmente, otra vez el 3 de octubre y en un viaje marcado por las coincidencias.

Y es que el 3 de octubre de 2022, el mismo día en que se cumplían los 11 años del infarto masivo y posterior ACV, esta nueva expedición partió con destino a la cumbre. Cerca de las 23, Lucero llegó a la altura exacta donde había sufrido el infarto en 2011, y en el lugar lo golpeó una tosca de nieve en el casco. Ello derivó en la rotura de la linterna, por lo que quedó “ciego”.

Completamente a oscuras y como pudo, Lucero intentó emprender el regreso hacia el campo base. Bajaba a ciegas y aprovechaba cuando algún porteador pasaba cerca y emitía algo de luz. Llegó al campamento a las 3 am.

El emotivo recuerdo de la mamá de su hijo a dos años de la muerte

María Fernández Martínez Thierry es la madre de Salvador, el hijo que tuvo Ignacio Lucero. Y el 22 de noviembre pasado, al cumplirse los dos años de la última vez en que pudo comunicarse con Nacho, compartió un emotivo mensaje.

“Desde el 22 de noviembre de 2023, la última vez que te vi, guardo en mi corazón cada gesto, cada mirada y cada palabra que compartimos. Y desde tu partida, el 30 de noviembre, he aprendido que el amor verdadero no termina: se transforma, se vuelve memoria viva y fuerza para seguir adelante.

Hoy quiero escribirte porque, aunque ya no estás físicamente conmigo, sigues siendo mi compañero, el padre de nuestro hijo y el hombre con quien formé una familia hecha de cariño, respeto y sueños compartidos. Tú nos dejaste lo más valioso que alguien puede heredar: tu amor, tu presencia en cada recuerdo, tu manera de enseñarnos a vivir con bondad y entrega.

Nacgo Lucero

Sé que después de tu partida llegaron momentos difíciles. Hubo agresiones, malentendidos y disputas por bienes que no representan ni una mínima parte de lo que realmente fuiste y sigues siendo para nosotros. Pero quiero dejar claro, para ti y para quien algún día lea estas palabras, que lo que construimos juntos no se mide en objetos ni en intereses. Lo que tú nos dejaste fue tu amor, tu dedicación y la certeza de que siempre fuimos una familia unida.

Todo lo que tenemos -nuestro hijo, nuestras vivencias, nuestras risas, nuestros abrazos- es fruto del amor que tú nos regalaste. Y eso nadie nos lo puede quitar. Porque lo que nace del corazón permanece, incluso más allá de la vida.

Te extraño cada día, Ignacio. Te llevo conmigo en cada paso, y le enseño a nuestro hijo quién fuiste: un hombre noble, fuerte, amoroso, que dio todo por nosotros. Gracias por ser parte de mi historia y por seguir iluminando nuestro camino.

Con todo mi amor, siempre”.

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