"Para mí fue como volver a nacer, festejar la vida. Siempre le digo a mi mamá que tengo mi cumpleaños del 18 de septiembre, pero también otro el 10 de julio. Ese día tuve el accidente y me podría haber muerto, Pero Dios decidió que yo me quedé".
Desirée estuvo en coma 22 días luego de que un conductor la atropellara en la puerta de un teatro. Su pronóstico era el peor, pero logró reinventarse.
"Para mí fue como volver a nacer, festejar la vida. Siempre le digo a mi mamá que tengo mi cumpleaños del 18 de septiembre, pero también otro el 10 de julio. Ese día tuve el accidente y me podría haber muerto, Pero Dios decidió que yo me quedé".
Con un tono que mezcla lo reflexivo con lo contundente, y que deja en evidencia esa personalidad fuerte que la caracteriza, Desirée Rodríguez (30) describe cómo cambió su vida aquel 10 de julio de 2022. Fue luego de que un hombre, que conducía un auto con caja automática, la atropellara -junto a otras 22 personas- yendo marcha atrás y a toda velocidad.
Desirée, su madre y otras 21 personas que fueron embestidas, estaban en la vereda de calle Colón (Godoy Cruz), en la puerta del Teatro Plaza y donde esperaban a Soledad Silveyra y a Verónica Llinás para saludarlas luego de haber disfrutado de su obra de teatro en la sala.
"El pronóstico era el peor. A mí papá, cuando entró a la sala de terapia intensiva a verme, le dijeron que me diera un beso porque a lo mejor era la última vez que me veía, y que se despidiera por las dudas", rememora Desi a tres años de haber "vuelto a nacer".
La joven, quien desde siempre estudió canto y ha tenido sus propias bandas, sigue cantando. Tiene cinco temas propios (dos grabados luego del accidente), y además hace covers. Cuenta con un canal de YouTube y de Spotify, y sueña con llegar cada vez más lejos.
Mabel Sita (71), madre de Desirée, es actriz y directora. Gabriel Rodríguez (63), papá de la joven, es guitarrista. Se conocieron casi de casualidad, cuando él tuvo que hacer un reemplazo en la banda de Rubén Sita, primo de Mabel y con quien ella trabajaba como directora del espectáculo. Desde aquel día de 1985 ya pasaron 40 años.
En 1994, contra todos los pronósticos médicos, nació Gabriela Desirée Rodríguez Sita. Y es que a Mabel y a Gabriel les habían dicho, tras varios intentos de ser padres, que no podrían concebir nunca. El único embarazo en la vida de Mabel fue el de Desirée.
"Siempre pienso que es un milagro, porque yo tenía endometriosis y me habían dicho que nunca iba a poder tener hijos. Y cuando ya habíamos decidido adoptar, al mes me quedé embarazada. Por eso le pusimos 'Desirée', que significa 'muy deseada, muy esperada", rememora Mabel.
Los genes artísticos de sus padres no saltearon a Desi, quien desde muy chiquita descubrió su amor por el canto. Una maestra de música del ISEP, en primer grado, le recomendó anotarse en el coro del colegio luego de escucharla cantar. Además, le recomendó a Mabel y a Gabriel que la anotaran en clases particulares de canto.
Así fue como, a los 11 años, Desirée comenzó a tomar clases con "Tato" Caparotta, parte de una tradicional y conocida familia de cantantes de Mendoza. "La primera canción que me hizo cantar fue un tango, 'Como dos extraños'", recuerda la joven, que cumplirá 31 años el próximo 18 de septiembre (su primera fecha de cumpleaños)
Caparotta no tardó demasiado en percatarse del talento de Desi, por lo que -con el permiso de sus padres- la seleccionó para cantar zarzuela y presentarse en distintos teatros y escenarios mendocinos. Esas fueron las primeras giras artísticas de Desirée, y con sus padres siempre a su lado.
El 18 de septiembre de 2009, Desirée cumplió 15 años. El festejo fue inolvidable, pero no como el de otras quinceañeras. Porque Desi cantó frente a su familia y los invitados en el microcine del Hotel Huentala.
"Fue un show, yo quería cantar. Canté la canción de Titanic, de Céline Dion, 'Como dos extraños', 'El tren del cielo', 'Beat it' y 'Thriller', de Michael Jackson, entre otras. Entre cambio y cambio de vestuario, mi papá tocó la guitarra, un tema de Santana", recuerda la artista.
Mientras estaba en el secundario, Desirée fue parte de su primera banda con algunos compañeros y hasta un profesor, la que mantuvo una vez que salió del colegio. Llegaron a cantar bares y en el Teatro Plaza de Godoy Cruz, ubicado a menos de 10 cuadras de su casa, y el mismo sitio donde en julio de 2022 volvería a nacer tras un brutal accidente.
Además de su banda, la joven también cantaba en la parroquia de Castelmonte, y hasta participaba de obras de teatro donde su mamá era directora.
Desirée ha pasado por tres carreras universitarias. En 2014 ingresó a Abogacía en la UNCuyo, donde apenas seis meses le bastaron para darse cuenta de que no era lo suyo. Al año siguiente ingresó a Medicina en la Universidad de Mendoza, donde cursó tres años. Y, aunque las temáticas de salud le apasionan, su costado impresionable y una charla con la psicóloga le ayudaron a darse cuenta de que no podría dedicarse a ello.
Cuando dejó Medicina, la joven se inscribió en Trabajo Social, carrera que, de no mediar inconvenientes, finalizará próximamente. Pero jamás dejó de lado su amor por la música, a tal punto de que comenzó a escribir sus primeras canciones en aquellos años y hasta le acercó a un productor algunas ideas de la melodía que había imaginado para ellas.
Y, si de géneros musicales hay que hablar, Desirée prefiere no encasillarse en uno solo. Le gusta la música clásica, el rock y el pop por igual, y en los últimos años se enamoró del trap. De hecho, en el living de su casa sobresale una foto que se tomó con Wos durante una de las visitas a Mendoza.
El 10 de julio de 2022, Desirée y su madre habían ido a ver la obra de Soledad Silveyra y Verónica Llinás al Teatro Plaza.
"El 13 de julio era mi cumple y me habían regalado la entrada", recuerda Mabel.
Cerca de las 22:30, madre e hija aguardaban en la vereda del teatro la salida de las dos actrices para saludarlas e intentar tomarse una foto. Fue en ese momento cuando un VW Virtus con caja automática, conducido por Aldo Díaz -y que estaba estacionado de trompa frente al teatro, al costado de la plaza- salió a toda velocidad hacia atrás, atropellando a su paso a 23 personas que -como Desirée y su madre- aguardaban en la puerta del teatro.
"De repente se vino el auto contra todos, pero yo no me di cuenta, fue todo cuestión de segundos", rememora Desi.
"Hasta el día de hoy no recuerdo qué pasó, y no lo vi en el momento. Yo estaba de espalda y fue tan violenta mi caída que quedé inconsciente. Solo sé lo que me han contado y lo que he visto en el video", describe la artista.
"Fue tan violento el golpe que, con la cabeza y en la caída, ella rompió el blíndex de la puerta del teatro", agregan sus padres.
La escena de Desi tendida en el piso, inmóvil, con los ojos abiertos y con sangre que brotaba desde ambos oídos y su boca fue verdaderamente tenebrosa.
"Parecía que estaba muerta", reconocen sus padres, mientras un escalofrío recorre sus espaldas de solo recordar la imagen. Pero la lesión en Desirée era interna, un edema cerebral.
Desirée estuvo exactamente un mes internada en el Hospital Central, del 10 de julio al 10 de agosto de 2022. En total estuvo 22 días en coma inducido como consecuencia del edema cerebral. Había que esperar que el cerebro se desinflamara, por lo que no quedaba otra que mantenerla dormida, porque además tenía respirador y estaba conectada a una incontable cantidad de equipos.
Gabriel entraba todos los días a la sala de terapia intensiva a ver a su hija, y lloraba en silencio cuando la miraba. Él y su esposa eran los primeros en llegar por la mañana y los últimos en irse, ya durante la madrugada.
Para monitorear el cerebro de Desirée, los médicos realizaron un PIC (Presión Intracraneal), que consistió en hacer un pequeño orificio con un taladro especial en el cráneo, y por allí ingresaron una sonda. Eso fue clave porque permitió evitar una cirugía con apertura de cabeza.
Pasados los primeros 22 días, el pronóstico se tornó más alentador y, aunque los especialistas confirmaban que ya no corría riesgo su vida, la preocupación se enfocaba ahora en las inminentes secuelas (intelectuales y/o motrices).
Cuando la cantante volvió en sí, no recordaba qué había ocurrido. Sus últimos recuerdos eran en la puerta del teatro y, de un momento para el otro, se encontró en una sala de hospital y sin tener demasiada noción de dónde estaba y por qué se encontraba allí.
"Los médicos le habían dicho a mis padres que no me dijeran qué había pasado, porque podía generarme un trauma", repasa Desirée, quien agrega que tampoco podía hablar, ya que tenía una traqueotomía. Una pizarra y un fibrón eran sus medios para comunicarse.
La desesperación y la angustia fortalecieron la fe de la familia Rodríguez Sita. A tal punto de que experimentaron esos episodios que, como ellos mismos dicen, cuadran en el axioma: "creer o reventar".
"Los médicos decían que era probable que me quedaran secuelas por el edema. Pero mi mamá entraba todas las noches, y cuando nadie la veía, me ponía unas gotitas de aceite de San Charbel en la cabeza, dibujando una cruz con sus dedos. Y, creer o reventar, el edema se fue achicando hasta que desapareció", rememora la joven y en base a lo que le contaron sus padres de aquellos días interminables.
San Charbel es un santo del Líbano, de la iglesia maronita católica. En Mendoza, la iglesia de San Marón se encuentra en Godoy Cruz, y toda la familia es devota de este santo. Fue en 2014 cuando se acercaron y comenzó a acrecentarse la devoción, luego de que a Mabel le detectaran un tumor gigante en el útero. Tras colocarse unas gotas de aceite, le realizaron una biopsia. Y, según recordó Mabel, el resultado confirmó que el tumor no era maligno.
Desirée Rodríguez salió del Hospital Central el 10 de agosto de 2022. Pesaba 37 kilos y su pelo -siempre tan cuidado y abundante- se caía de a mechones. Su voz, aquella que tanto adoraba y que le había permitido cumplir su sueño como cantante, estaba más grave y rasposa como consecuencia de la traqueotomía. Pero Desirée estaba viva.
"Estaba feliz, pero no podía evitar preocuparme, porque no podía hablar. Y pensaba: '¿cómo voy a cantar?'", recuerda la artista.
Parte de la rehabilitación incluyó fonoaudiología y otorrinolaringología para ejercitar su voz, así como también la modulación y pronunciación. También pasó por audiometrías y estudios neurológicos. Los tres meses posteriores al alta fueron de reposo en casa y de actividades livianas.
Un mes antes del accidente, la joven había comenzado a trabajar en la parte administrativa de los colegios Portezuelo, Los Olivos y Platero. Actualmente continúa desempeñándose allí, y -cuenta- que jamás encontrará las palabras suficientes para agradecer el acompañamiento.
"En el colegio me bancaron siempre, no solo en lo laboral y pagándome el sueldo todo ese tiempo, sino que todos los días rezaban por mí", repasa Desi.
Armada de paciencia, Desirée Rodríguez fue recuperándose. No fue fácil porque, perfeccionista como siempre había sido con su voz, escuchaba que su canto no era el óptimo. Y pensaba para sí misma, con tristeza, que jamás podría volver a cantar.
Mientras tanto, para despuntar su pasión, se dedicaba a escribir letras de canciones. En 2024 la fonoaudióloga le dio el alta y, como sea, la mendocina se propuso que grabaría una nueva canción. Ya había grabado "No mires atrás", "La Jaula" y "La Música".
"En enero de 2024 fui al estudio y pedí que me grabaran, la quería hacer como fuese. Así salió '¿Quién te dijo?', ¡y salió hermosa!", recuerda, emocionada. A ella le siguió "Hasta la oscuridad", que completa su quinteto de canciones.
El 18 de septiembre del año pasado, Desirée cumplió 30 años o, como ella dice, "los segundos 15". Al igual que para los primeros, el festejo fue una presentación en la que cantó en vivo para todos los invitados, en el mismo lugar que en 2009.
"Yo no sé la hora ni el minuto de mi muerte, porque en un segundo te cambia la vida. Pero siempre hay expresar lo que uno siente, dejarse ser, hay que transitar con alegría, teniendo fe y disfrutando de la familia y las amistades", piensa, en voz alta.
Aldo Díaz era el conductor del vehículo que, en una maniobra sin intención, impactó a Desirée y las otras 22 víctimas del accidente. Según cuenta la joven y su familia, al día de hoy, el hombre nunca se acercó a ver cómo estaban.
"La única vez que lo vimos fue el juicio penal, donde lo declararon culpable. Le dieron una condena, pero en suspenso, y le prohibieron volver a conducir. En realidad, tampoco debería haberlo hecho el día del accidente, porque no tenía la licencia habilitada", recuerda Desirée. Y agrega que aquel día de la audiencia, Díaz le pidió disculpas.
La causa civil, en tanto, aguarda por llegar a juicio.