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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Walter Caballero / Los Andes.
Durante aquel viaje, una tarde en el río, ambos amigos se encontraron con el humorista y conductor Juan Carlos Mareco y su esposa, Mariquita Gallegos.
“Fui a saludarlos y Mareco me contó que estaba en San Luis para animar el festival ‘Dos Venados de Oro’. De caradura, le dije que era humorista y él me pidió que contara unos cuentos. Largué como 4 o 5 y él me preguntó si me animaba a contar algunos en el festival. Por supuesto le dije que sí”, describe Torrente.
Mareco le indicó al niño Torrente que esa noche fuera a buscarlo en la parte de atrás del escenario, que él dejaría dicho al guardia que estaría esperando al "humorista más joven de la Argentina".
“Me lavé en el río, busqué al guardia y me dejaron pasar. ‘Contá tres cuentos y andate’, me dijo Mareco, quien me presentó como un mochilero de Mendoza. Y, arriba del escenario, yo vi el micrófono y a la gente abajo, y me di cuenta de que eso era lo mío”, rememora Torrente.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Walter Caballero / Los Andes.
Lo primero es la familia
Nancy es la esposa de Hugo Torrente. Hace 49 años están casados y se conocieron haciendo la obra de teatro “Romeo y Julieta”. Es ella quien siempre lo ha acompañado, quien recibía los VHS con las notas para los programas de TV de Hugo y quien hasta salía vender publicidad.
“Yo tenía 18 años y fui a pedirle la mano a la casa. Al principio su papá no quería saber nada. Un amigo mío se había ido a vivir a España, y yo le dije a la Gallega que mi idea era irme también, pero si nos casábamos, me quedaba. Nos casamos en 1976, ¡y su papá no fue!”, cuenta Hugo, siempre con Nancy a su lado. Y sonríen.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
Recién cuando nació Mariano, el primer hijo de Hugo y Nancy, el padre de ella volvió a acercarse a la familia, y nunca más se separó de la familia.
“Después de casarnos, pusimos un kiosco. Mi mamá, Isabel, era kisoquera y me enseñó ese arte. Ella era de Río Cuarto y tenía una alegría de vivir tremenda. Ella me dejó, además, la esencia de la alegría y la chispa”, recuerda Hugo.
Su padre, Andrés, era más prolijo. Siempre de traje y corbata. No por nada le decían “el gentleman”.
Los primeros años del matrimonio los encontraron al frente de kioscos, depósitos de golosinas y hasta una fábrica de alfajores. “Después de lo de San Luis, más allá de algunas intervenciones en juntadas familiares, jamás había vuelto a incursionar en el humor”, refuerza.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
“Finalísima”, el antes y después en la vida
El 12 de junio de 1986 fue un día bisagra en la vida de Hugo Torrente. Ese día participó del programa consagratorio de la edición de “Finalísima”, que se emitía por Canal 9 de Buenos Aires y que era conducido por Leonardo Simons.
Torrente tenía 30 años y había quedado entre los 15 finalistas de las más de 1.500 personas que se habían anotado.
“Conté el cuento de un hombre rengo que iba a un hotel alojamiento con una mujer y tenía que subir por escaleras tres pisos. Me habían dicho que no me moviera de donde estaba escrito mi número, pero yo iba saltando en un pie de un lado para el otro para contarlo. ¡Leonardo Simons me cagó a pedos en el corte!”, rememora, siempre con una sonrisa en su rostro.
Además de quedarse con 1.000 dólares por ser el ganador, a Hugo le cambió la vida esa memorable intervención. Fue en ese momento, ya de regreso en Mendoza, cuando se dio cuenta de que quería dedicarse al humor.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
La cultura es la sonrisa
Entre 1986 y 1987, a Torrente le iba muy bien con sus alfajores, los kioscos y el depósito de golosinas. Pero sentía que le faltaba algo en su vida.
“Un día le dije a la Gallega que iba a vender todo para dedicarme al humor, que seguramente nos íbamos a cagar de hambre, pero también de risa”, relata Hugo.
Así fue como en 1987, Torrente inició un viaje que aún no abandona: el del humor. Su primera actuación en público –sin contar la de Potrero de los Funes- fue en la hostería “A mi manera”, en Luján de Cuyo.
Aquella noche le pagaron 200 pesos por contar unos chistes, y los usó para comprar dos panchos y dos gaseosas para compartir con su esposa.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Walter Caballero / Los Andes.
En 1991 se inauguró en el barrio CEC (Godoy Cruz) la radio Infinita. Siempre inquieto, Hugo se acercó hasta el edificio y compró el espacio de aire de la tarde.
“Empezamos a la tarde con ‘Infinitamente amigos’, y a la semana me llamó el dueño de la radio para decirme que el programa era muy malo y que no íbamos a seguir”, recuerda Hugo.
Torrente imploró una semana más para mejorar. En ese lapso escuchó una y otra vez las grabaciones del programa, practicó modulación y procuró no comerse nunca más una “S”.
Diez días después, el dueño de la radio llamó de nuevo. “Han mejorado, pueden seguir”, recuerda Hugo que fueron las palabras que lo tranquilizaron. Estuvo 7 años en la radio.
Cómo nació “Un Torrente de Alegría”
Además de las tardes en Infinita, Hugo Torrente compró el espacio de los domingos a la mañana. Aquel programa fue bautizado como “Un Torrente de Alegría”.
“Yo seguía haciendo animaciones. En uno de los lugares donde me presentaba, una noche el presentador me preguntó el nombre y cuando le dije ‘Hugo Torrente’, salió a anunciarme como ‘un Torrente de alegría’. Y ahí quedó el nombre”, repasa.
La televisión llegó a la vida de Hugo en 1992, de la mano de Sergio “Coco” Gras y de Aconcagua Televisión. En la vereda de los estudios, “Coco” hacía su programa y, suelto de prejuicios –y de vergüenza-, Torrente encaró un día al conductor y le preguntó si podía contar cuentos en el programa.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Walter Caballero / Los Andes.
“Me dijo que fuese todos los días a las 14 y contara algunos para cerrar el programa. Así estuve 30 días hasta que me dijeron que no iba a poder seguir porque no tenía un contrato”, rememora.
De la mano del productor Marcelo Peralta, Hugo encontró la oportunidad concreta de llevar “Un Torrente de Alegría” a la pantalla, también en Aconcagua. El programa se emitió entre 1991 y 1992, hasta que llegó a Supercanal, donde permaneció casi 30 años.
“No hubo programa en Mendoza que regalara las cosas que yo regalaba. Si hacía falta, conseguía 10 motos para regalar en una mañana”, confiesa.
El Mundial 1998 y el día en que sacó a bailar a Mirtha Legrand
En 1998, en la previa al partido por octavos de final de la Copa del Mundo que se jugaba en Francia y enfrentaba a Argentina con Inglaterra, a Hugo Torrente lo llamó su amigo de España para decirle que viajara al mundial y allí reencontrarse.
Hugo, quien ya estaba en el auge de “Un Torrente de Alegría”, no tenía dinero para ello. Y fue allí cuando, de la mano de uno de sus auspiciantes históricos, se le ocurrió dar uno de esos tantos saltos al vacío y sin saber si había red abajo.
“Elio Bermejo fue mi primer auspiciante, y siempre me acompañaba. Ese año todavía no me había hecho ninguno de los pagos, y lo fui a ver. Se me ocurrió apostarle el viaje a Francia si Argentina le ganaba a Inglaterra. Él aceptó y me dijo que, si ganaba Inglaterra, yo le tendría que hacer publicidad gratis en el programa”, repasa.
Cerraron la apuesta y, antes de que se jugara el partido, Torrente viajó a Buenos Aires para tramitar el pasaporte. Era martes y necesitaba viajar a Europa (en caso de ganar la apuesta) el jueves. La cara de asombro de la mujer que lo atendió en la sede de la Policía Federal cuando Hugo expuso la situación fue elocuente: no había chances de que obtuviera el pasaporte en menos de 48 horas.
“Le rogué que me dejara hablar con el comisario, la mujer lo llamó y él me hizo subir. Le dije que era humorista y que necesitaba viajar. Él me dijo: ‘Si me hacés reír, yo me encargo de que tengas el pasaporte’. ¡ Una hora estuvimos, se mató de risa!”, repasa Torrente.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
Argentina ganó por penales y Bermejo le pagó el viaje a Francia a Torrente. No solamente Hugo llevó el entusiasmo ante el inminente reencuentro con sus amigos, sino también una vieja cámara para registrar material.
Cuando el avión estaba por aterrizar en Barajas (Madrid), les avisaron que Argentina había perdido con Holanda y había quedado eliminada. Pero la aventura de Torrente en Europa, por demás austera, recién comenzaba.
“Llegué a Francia y tenía plata para comer solo dos días. Me fui a la zona del Arco del Triunfo, me puse un gorro de Argentina y le pedí a gente que pasaba que me filmara. Le mandé un VHS a la Gallega donde decía: ‘Un Torrente de Alegría llegó a Francia’ ”, agrega Huguito.
Además de la cámara, Torrente había llevado una credencial que le habían dado en Supercanal por su programa. Ello le permitió acreditarse (ni él lo esperaba) para distintos eventos.
Uno de ellos fue el que animaron los tenores Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y Enrique Carreras en París. Y, con su cámara, Torrente hasta pudo entrevistarlos, y las notas fueron parte de su programa.
Como un libro con infinitas anécdotas, Hugo las enumera durante la charla. Como aquella ocasión en que sacó a bailar a Mirtha Legrand durante la ceremonia de entrega de Martín Fierro.
Sus apariciones en la TV nacional
Si a nivel provincial ‘Un Torrente de Alegría’ ya era un éxito, ni hablar de la exposición que le dio la llegada a uno de los programas más vistos de la TV argentina: “PNP”, que era conducido por Raúl Portal y Mariana Fabbiani.
A comienzos del 2000, en una de las secciones de este programa, escenas de “Un Torrente de Alegría” llegaron al mainstream televisivo.
“Cuando llamaban a mi programa para jugar, siempre hacía una joda. Les preguntaba cuál era la carta ganadora y mencionaba uno de los números con un tono especial para que lo eligieran. Entonces les decía ‘uno, DOOOOOOOS o tres’. Y, por supuesto, la gente decía dos. Pero yo les mostraba que en realidad estaba en el tres el premio. Y nos moríamos de risa”, cuenta Torrente. Esos fragmentos fueron emitidos por PNP y vistos en todo el país.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
A partir de ese momento, Torrente entabló un vínculo con PNP, varias veces salió al aire en el programa, viajó a Buenos Aires y hasta le llevó al mismísimo Portal los VHS con esas “jodas” en su programa.
“¡Para mí fue publicidad gratis durante todo un año!”, se justifica.
Torrente para intendente
En 2005, Hugo Torrente tuvo una efímera participación en política. Como candidato del PUL, partido representado a nivel nacional por Adolfo Rodríguez Saá, Hugo se postuló para intendente de Godoy Cruz.
“Saqué más votos que los justicialistas y los demócratas”, rememora el conductor, animador y humorista mendocino.
“Yo siempre he hecho cosas por la gente, y eso lo guardo para mí, porque Dios me regaló salud y yo quiero ayudar. Pero en la política vi mucha mugre”, advierte.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
La Tómbola y “La Dama y el Vagabundo”
Si bien el sello distintivo de Hugo Torrente fue y será siempre “Un Torrente de Alegría”, es un personaje infinito. No solo porque todavía continúa con animaciones particulares, sino porque –además- fue y es la cara visible de otros productos.
De la misma manera en que uno ve a Hugo bailar, saltar y reír delante de cámara, se muestra abajo del “escenario”. Por eso no sorprende que en el supermercado la gente se acerque a abrazarlo y a agradecerle por algún momento puntual en que su energía alegró su día.
“La Tómbola Combinada”, un tradicional juego de lotería en Mendoza, fue otro de los éxitos que tuvo al histriónico Hugo Torrente durante 13 años en la pantalla. Al igual que “La Dama y el Vagabundo”, otro programa de 2005, donde –junto a Laura Carbonari-, Torrente animaba y organizaba juegos en un conocido hipermercado.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
“Iba a ser Gisela Campos la conductora del programa. Pero ella acababa de ser electa virreina nacional de la Vendimia y tenía muchos compromisos, por lo que finalmente fue Laurita”, recapitula.
Parte de la religión
En la mesa de la familia Torrente nunca falta un libro en particular. “El Libro del Mormón” se puede leer en la tapa. Tampoco falta un “bendiciones” o un “que Dios me lo bendiga” cuando uno intercambia, aunque sea un par de palabras con Hugo.
“Soy muy religioso y eso tiene que ver con unas complicaciones que tuve cuando tenía 13 años. Fui al neurólogo y me detectaron una cosita en la cabeza. Me dijeron que era inoperable y me daban convulsiones, yo tomaba tres anticonvulsivos por día”, recuerda Hugo, quien llegó a romperse parte de la nariz y la cara en una ocasión en que se desplomó y se golpeó con el piso.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Walter Caballero / Los Andes.
“Me dijeron que no iba a poder hacer nada, ni formar una familia. Yo rezaba todas las noches, y un día, a los dos años del diagnóstico, fui a ver al doctor y le dije que ya no tenía ni convulsiones. Me hizo un electroencefalograma, ¡y no encontró nada!”, rememora, emocionado, Hugo.
“Yo le agradezco a la vida siempre. Mucha gente me pregunta por qué le agradezco todo el tiempo a Dios, y es por esto”, agrega.
Ping Pong
Trajes, motos y familia, las otras pasiones de Hugo Torrente
- ¿Cuántos trajes de colores tenés?
- Más de 70. ¡Y todavía me entran! Hace 30 años me hice hacer los primeros siete. Pero no fueron todos juntos. Primero me hice uno, lo pagué, lo usé en animaciones. Y, con lo que iba ganando, iba encargando y pagando los otros.
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Hugo Torrente: "Ningún programa de la televisión dio los premios que yo di". Foto: Gentileza
-¿Tenés otro hobby?
-Me gusta mucho viajar en moto, a veces nos vamos con la Gallega. Y también las casillas rodantes.
-¿Juntada multitudinaria o la intimidad de la familia?
-La familia, siempre. Hace 8 o 10 años no voy a la Peatonal a tomarme un café. Y eso que yo tengo una oficina en Calle Espejo. Pero prefiero dedicar mi tiempo libre a la familia.