Es cartonera, tuvo que malvender su caballo y ahora teje gorros de lana para ganarse la vida

Esta es la historia de una luchadora. Estela Yáñez sorteó durante la cuarentena la etapa más difícil de su vida porque se vio obligada a frenar su cartoneo. Hoy, sin su caballo, teje gorros y almohadones. Sueña con tener una moto.

La mujer tuvo que vender su caballo y ahora hace gorros de lana para subsistir.
La mujer tuvo que vender su caballo y ahora hace gorros de lana para subsistir.

Nada fue fácil en la vida de Estela Yáñez, quien tiene 55 años y vive en El Borbollón. Fue una vida signada desde siempre por carencias y necesidades que la llevaron, incluso, a vivir del cartoneo. Sin embargo, uno de los episodios más extremos de su vida lo vivió durante la cuarentena, cuando ni siquiera podía salir a pedir junto a su caballo Cachito Vergara, su fiel compañero, y su carretela. Con una hija a cargo, vivió momentos de mucha desesperación, según recuerda hoy, en diálogo con Los Andes.

Como una ironía del destino, Estela volvió a enfrentarse con otro momento doloroso cuando tuvo que “malvender” al animal que la acompañaba desde hacía una década. Lo vendió en 40 mil pesos. Por un lado, tenía que subsistir, relató. Por otro, ya no le permiten recorrer con tracción a sangre las zonas donde trabajaba juntando desechos, en Guaymallén.

Así, sin otro modo de ganarse la vida, empezó a salir en colectivo para trasladar en bolsas a su casa todo lo posible y salir a vender a la chacarita de su barrio. Aun así, no le alcanza. Entonces se puso a tejer y a vender gorros de lana y carteritas. “Vender el caballo fue muy duro porque era parte de la familia y además me ayudaba a trabajar. Hoy casi no tengo ingresos”, dijo a Los Andes.

Mientras sale de este trance, como lo ha hecho toda su vida, Estela sigue tejiendo. Teje de día y de noche. Teje, incluso, sus propios sueños. “Espero poder salir pronto de esto y sueño con una bicicleta, una moto. Mientras tanto no bajo los brazos. Tengo una hija, estoy sola y se me hace cuesta arriba. Estuvo un mes sin ir a la escuela por falta de zapatillas”, dijo.

Tuvo que malvender su caballo y ahora hace gorritos para subsistir.
Tuvo que malvender su caballo y ahora hace gorritos para subsistir.

En Guaymallén, junto a su carro y “Cachito”, Estela tenía su rutina armada. “La gente era muy amable y siempre me consideraba. Guardaban botellas, cartones, vidrios, latas, papeles… siempre regresaba con muchísimos desechos para llevar a vender”, recuerda. Pero un día la tracción a sangre se prohibió y, así, fue una desocupada más en la lista de mendocinos en situación de pobreza.

“Hoy me siguen ayudando como pueden, dándome tareas de limpieza y basura, pero ya es difícil transportar. Por eso sueño también con una moto, una bicicleta. Lo que sea para poder llevar mi carro”, se esperanza. Los tejidos se siguen sumando y ella los ofrece en la feria de ropa de El Algarrobal, los fines de semana.

Gorros, carteras, almohadones…”, enumera entusiasmada. Estela es mamá de Priscila, que tiene 16 años. Vive en El Borbollón en una vivienda precaria, mitad de chapa, mitad de adobe. Dejó su contacto para quien pueda ayudarla: 2617 63-8082.

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