15 de julio de 2025 - 18:37

En Aconcagua Radio: alertas encendidas por un brote de hepatitis A que preocupa

La doctora Alejandra Gaiano, infectóloga pediatra, advirtió en Aconcagua Radio sobre el rebrote de hepatitis A en Argentina.

La hepatitis A, una enfermedad que durante años había sido prácticamente erradicada en Argentina gracias a la vacunación obligatoria, vuelve a generar preocupación entre profesionales de la salud. Según explicó la doctora Alejandra Gaiano, infectóloga pediatra, en diálogo con Aconcagua Radio, el país enfrenta un nuevo brote que afecta tanto a adultos como a niños y que podría extenderse si no se refuerzan las medidas de prevención y vacunación.

—Leíamos en la noticia el titular que decía “alerta por brote”, pero ¿es para tanto o es simplemente una manera de decir?

—No, la verdad que sí, es alarmante la situación. Prácticamente estaba eliminada la circulación del virus de la hepatitis A en Argentina. Había habido algunos brotes con pocos casos, sobre todo en adultos, pero este año se sumó un segundo clado del virus. Ahora circulan dos: la cepa salvaje —la más común en el pasado— y otra asociada a adultos sexualmente activos. Eso amplía la población en riesgo, incluyendo a niños.

La transmisión de este virus es fecal-oral. Puede propagarse a través del agua o alimentos contaminados y sobrevivir en el ambiente durante bastante tiempo. Esta facilidad para propagarse, sumada a las bajas tasas actuales de vacunación, aumenta la gravedad del escenario.

—¿Hay una vacuna contra la hepatitis A o es solo para la B, como muchos creen?

—Hay dos vacunas, una para la hepatitis A y otra para la B. En Argentina, se aplica una dosis contra la hepatitis A al año de vida como parte del calendario obligatorio. Además, se indica en adultos con factores de riesgo, como hombres que tienen sexo con hombres, personas inmunocomprometidas o quienes trabajan manipulando alimentos, aunque en ese caso deben recibir dos dosis.

—¿Y por qué entonces se explica esa baja en la vacunación, si es una vacuna obligatoria?

—Es una situación multicausal. En primer lugar, hay un problema de acceso: la crisis económica y social limita el tiempo y los recursos de muchas personas para acercarse a los vacunatorios. En segundo lugar, hay “oportunidades perdidas”: gente que va a vacunarse y no lo hace porque no hay dosis, o porque les dicen erróneamente que no pueden vacunarse por estar resfriados. Además, hay un aumento de la reticencia a la vacunación en Argentina, algo que antes era excepcional y hoy es más visible.

—¿Eso se nota sobre todo después de la pandemia?

—Sí. Las coberturas vacunales ya venían en descenso antes, pero la pandemia profundizó la desconfianza hacia las vacunas, especialmente la del COVID. Ese rechazo arrastró al resto de las vacunas del calendario. Además, la clase media y media-alta es la que más expresa reticencia, mientras que los sectores más vulnerables enfrentan principalmente problemas de acceso.

—¿Cómo es el cuadro de hepatitis A en adultos? ¿Se puede detectar a tiempo? ¿Pone en riesgo la vida?

—Puede ser asintomática en un alto porcentaje de casos, lo cual es riesgoso porque el portador puede contagiar sin saberlo. Pero también puede generar síntomas gastrointestinales, como vómitos o diarrea, o incluso derivar en una hepatitis fulminante, especialmente en niños pequeños, que puede ser mortal en el 1% de los casos. También están los cuadros más evidentes, con ictericia (piel y ojos amarillos), orina oscura y heces blanquecinas. Queremos que se eleve el nivel de sospecha clínica incluso en síntomas leves.

—¿Cuál es la situación actual del brote y en qué provincias está más presente?

—En el boletín epidemiológico nacional hay notificados 75 casos, aunque estimamos que hay muchos más, porque varios pueden cursar sin síntomas. El 66% de esos casos son adultos jóvenes, muchos de ellos hombres que tienen sexo con hombres, vinculados a una cepa del clado europeo. El resto son menores de 20 años, con el clado salvaje. Se registraron casos en la mayoría de las provincias, excepto en la Patagonia. En Mendoza, por ahora, hay dos casos confirmados.

—Más allá de la vacunación, ¿qué medidas preventivas se recomiendan?

—El lavado de manos es fundamental, tanto después de ir al baño como antes de manipular alimentos. También es esencial garantizar la potabilización del agua y mantener una higiene estricta en comedores, escuelas y jardines maternales. Quienes manipulan comida deben estar especialmente atentos. En caso de brote, los contactos deben recibir la vacuna si tienen más de un año, o gamaglobulina si son inmunocomprometidos o menores de un año.

—Un oyente pregunta si alguien que no recibió la vacuna al año de vida puede dársela más tarde.

—Sí, lo ideal es completar todas las vacunas del calendario, incluso si se pasó la edad indicada. Si un niño tiene 5, 6 u 8 años, y no recibió la vacuna, debería aplicársela igual. El problema es la disponibilidad: el Estado compra las dosis calculando los nacimientos más un margen, pero no hay stock suficiente para vacunar masivamente a quienes no la recibieron en su momento. Por eso, fuera de un contexto de brote, la vacunación en edades más avanzadas queda sujeta a la decisión de las autoridades sanitarias.

La doctora Gaiano concluyó con un llamado claro: acercarse a los centros de salud, actualizar el calendario de vacunación y tomar conciencia sobre la importancia de las medidas de prevención. “Tenemos una herramienta muy efectiva para evitar que esto escale: la vacuna. Hay que usarla”, enfatizó.

Escucha la nota completa acá y podés escuchar la radio en vivo en www.aconcaguaradio.com

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