Uspallata, la localidad más importante y con mayor concentración de habitantes en la Alta Montaña mendocina, compite por ser uno de los 5 mejores pueblos rurales de Argentina para la ONU.
Una importante localidad de Alta Montaña compite por estar entre los 5 mejores destinos rurales de Mendoza, según la ONU. Viven unas 4.000 y el turismo es su motor. Cuál es y cinco actividades para disfrutar.
Uspallata, la localidad más importante y con mayor concentración de habitantes en la Alta Montaña mendocina, compite por ser uno de los 5 mejores pueblos rurales de Argentina para la ONU.
El valle, perteneciente al departamento de Las Heras y uno de los grandes atractivos comprendidos en el corredor bioceánico mendocino, ha quedado nominada dentro de los finalistas en los premios Best Tourism Villages, distinción que entrega la ONU, en su área de turismo, y para aquellos sitios en que viven menos de 15.000 habitantes y que encuentra en el turismo su principal actividad (dos requisitos que cumple Uspallata, donde viven cerca de 4.000 personas).
El año pasado, Mendoza ya tuvo a otro candidato a este premio. Los Chacayes, en Tupungato, llegó a la instancia final de este certamen y se posicionó entre los finalistas en Argentina. Sin embargo, no quedó entre los cinco distinguidos por ONU Turismo del país ni tampoco entre los 55 a nivel mundial. Por ello es que Uspallata ahora buscará la revancha.
Ubicado a poco más de 100 kilómetros de la Ciudad de Mendoza, por la ruta 7 y en el camino que va hacia Chile, Uspallata es el pueblo con más vida y habitantes de toda la Alta Montaña mendocina. La villa pertenece al departamento de Las Heras y fue una de las locaciones donde Brad Pitt estuvo filmando "Siete Años en el Tíbet" en 1996.
Además de ser el sitio ideal para hacer campo base si uno visita el Parque Provincial Aconcagua, el monumento arqueológico de Puente del Inca o la nieve en Penitentes o Los Puquios, en la misma localidad de Uspallata hay una amplia variedad de actividades para disfrutar.
Las Bóvedas (también conocida como el Museo de las Bóvedas) son un grupo de construcciones que datan de fines del siglo XVIII e, históricamente hablando, se atribuyen a las misiones jesuitas que llegaron al lugar. Han sido declaradas Monumento Nacional.
En sus momentos de esplendor, las bóvedas fueron utilizadas como plantas para el tratamiento de los minerales que se extraían de las minas coloniales de San Lorenzo. Además, son consideradas uno de los pocos conjuntos mineros coloniales con hornos, acueductos y molinos en que se trabajaba zinc y plata.
Ubicadas a 3 kilómetros de la villa de Uspallata -tomando por la ruta 52 y luego desviándose por la 149 (que va hacia San Alberto y luego hacia San Juan-, todo el complejo histórico está conformado por cuatro salas con techo abovedado, construidas en cimiento de piedra y adobe, y con los techos montados con cañas entrelazados con barro.
Además, durante la Gesta Libertadora del General José de San Martín, estas construcciones fueron destinadas a servir de oficinas y almacenes para el ejército del libertador.
Camino a Penitentes, tomando hacia el oeste tras llegar a Uspallata -y en dirección al Paso a Chile-, se destaca el Puente de Picheuta. También es un hito en la campaña libertadora sanmartiniana, ya que fue un punto estratégico para el traslado de tropas y de víveres, teniendo en cuenta que la zona facilitaba el cruce del río.
Por la mencionada ruta 142, al norte y a casi 30 kilómetros de la villa de Uspallata, se encuentra el valle de San Alberto, también conocido como Estancia San Alberto. Tal y como lo indica su denominación, es un valle rodeado de montañas, por lo que, sin importar a donde se mire estando parado en el lugar, siempre habrá picos y montañas alrededor.
Es considerado un sitio místico, de experiencias extrasensoriales y un centro de limpieza espiritual y energética. Incluso, hay relatos que lo sitúan como un sitio de avistamiento de OVNI y de conexión con energías cósmicas y el alma de los incas.
El cielo de San Alberto, en las noches despejadas, es uno de los más imponentes y cautivantes, dada la gran cantidad de estrellas que se pueden observar con solo alzar la cabeza y la vista. Es precisamente la misma zona donde, varios kilómetros más al norte, se encuentra la Pampa del Leoncito y su observatorio astronómico, ya en San Juan.
Es el sitio que eligieron artistas, bohemios y otras personas para instalarse definitivamente, alejándose del frenesí citadino. El Parque de las Artes Marañón es uno de sus grandes e inconfundibles atractivos. Incluso, San Alberto es el escenario elegido por chamanes para realizar limpiezas a quienes tienen intenciones de purgarse. Y es, además, el punto de desemboque del camino de las 365 curvas que vincula, por la ruta 52, Villavicencio con Uspallata.
El lugar cuenta con un camping, aunque también hay opción de alojamiento en complejos de cabañas y hasta un lujoso y flamante lodge. En invierno la temperatura mínima puede descender a -17º.
A 10 kilómetros de la villa de Uspallata, al apartado a un costado de la ruta 52 -la que une Villavicencio con esta localidad- se encuentra el cerro Tunduqueral. Además de ser un circuito de trekking obligado para quienes viajan a Uspallata, es conocido porque aloja una serie de pinturas rupestres realizadas por los pueblos indígenas incaicos que habitaron la región hace más de 1.000 años. De hecho, se cuenta que era un lugar sagrado y el sitio en que, en las noches de luna llena, las mujeres celebraban sus rituales. Y son estas ceremonias las que quedaron inmortalizadas en estas pinturas rupestres.
Su nombre deriva de la presencia de "tunduques", un roedor que es parte de la fauna autóctona en esa región de la Cordillera de los Andes de Mendoza.
En la época colonial, el principal camino que vinculaba a Mendoza con Chile fue el que hoy conforma la ruta 52 y que vincula Villavicencio con Uspallata. Hoy este camino -de tierra y ripio- se ha convertido en uno de los grandes atractivos -para turistas y locales- en la montaña mendocina.
Se trata de casi 57 kilómetros que vinculan ambas localidades, atravesando la Reserva Natural Villavicencio. En altura, con un camino sinuoso de idas y vueltas, el recorrido incluye un total de 365 curvas de caracoles.
Además de conocer el emblemático hotel Villavicencio (cerrado al público), aquel que saltó a la fama por ser la imagen del agua mineral que se embotella en el lugar, el recorrido llega hasta la parte más alta de la puna mendocina, en la zona de Paramillos y sus minas (3.100 msnm).
La flora y fauna del lugar son cautivantes, por lo que no sorprende cruzarse con guanacos, zorros e, incluso, hasta cóndores y pumas. Este camino permite, además, una impactante panorámica del Aconcagua
Además de la ya mencionada ruta 52, otra forma de vincular la zona más urbana y céntrica de Las Heras con Uspallata es por medio de la ruta 13. Por decirlo de algún modo, es un camino casi paralelo al de la ruta 52, aunque con mayores dificultades para el tránsito (ideal para camionetas, más no tanto para autos).
Por esta ruta 13, a 10 kilómetros de la ciudad de Uspallata, se encuentra el Cerro de los Siete Colores, otro atractivo natural uspallatino por excelencia. Se trata de una versión "mendocina" de aquel gran atractivo de Jujuy, aunque -según los lugareños- no tiene mucho que envidiarle a su homónimo del NOA.
Lo ideal es visitarlo antes del mediodía (o la siesta temprana), ya que es el momento en que en mayor esplendor se disfrutan y diferencian sus colores. Y es precisamente la variedad de tonos en la roca (rojo, amarillo, verde y púrpura, resultado de la acumulación de minerales durante millones de años) lo que le da el nombre al atractivo.