22 de junio de 2025 - 08:00

De Tunuyán a Dubái: la bailarina de danzas árabes que convirtió su pasión en destino

Eliana Gandía (36) dejó Mendoza para seguir su profesión. Hace cinco años vive en Dubái y trabaja haciendo lo que ama desde niña.

A veces, los proyectos de vida que podrían traducirse en sueños no están claros desde el principio. A veces, es el camino el que marca la pasión. Eliana Gandía (36) vive hace cinco años en Dubái y hoy lo llama “su casa”. Bailarina profesional de danzas árabes, una buscadora incansable de las oportunidades.

La pasión que la guía comenzó con un momento cotidiano frente al televisor. “Tenía diez años más o menos, estaba viendo yo la televisión, vi a Shakira cantando ‘Ojos así’ y yo le dije a mi mamá: ‘quiero a bailar así’”, recuerda. Eliana señala ese episodio como la génesis de algo profundo. “Y así fue como a los nueve años arranqué a bailar danza árabe”.

Eliana Gandia
A los 10 años, interpreta “Ojos Así” de Shakira en un acto escolar. Ese momento marcaría el inicio de una pasión que la acompañaría para siempre.

A los 10 años, interpreta “Ojos Así” de Shakira en un acto escolar. Ese momento marcaría el inicio de una pasión que la acompañaría para siempre.

Su vínculo con el mundo árabe va más allá que lo expresamente artístico: “Ni mi familia lo entiende, por qué me apasiona tanto la danza árabe, la historia, la cultura y todo. Me apasiona un montón. No saben por qué, porque no hay descendencia árabe en mi familia”. Las raíces que marca su árbol genealógico están compuestas por “mi mamá es italiana y mi papá español".

La construcción

Nació en la ciudad de Córdoba. A los ocho años, su familia —compuesta por mamá, papá y un hermano menor— se trasladó a Mendoza. Vivieron dos años en San José, Guaymallén, y cuando ella tenía once, echaron raíces en Tunuyán, en el corazón del Valle de Uco. Cursó sus últimos años de primaria en la Escuela Normal y la secundaria en el Colegio del Niño Jesús.

Su vida estuvo marcada por las mudanzas, pero hubo una constante: la danza. “Desde los cuatro años que mi mamá me llevó a hacer danzas. Hice danzas españolas, zapateo americano, danzas clásicas”, enumera.

En Mendoza comenzó a dar sus primeros pasos: “Cuando arranqué las danzas árabes lo hice como entretenimiento”. Ya en Tunuyán, se formó con la profesora Vanina Petricorena, “ahí estuve con ella todo el tiempo hasta comencé la universidad, la facultad” dice.

A sus 19 años comenzó la carrera de Ciencias de la Nutrición en la Universidad Maza y se instaló en la ciudad de Mendoza. “Estuve nueve años viviendo en la ciudad. Obviamente, siempre viniendo los fines de semana a Tunuyán”, recuerda. Un detalle que, como muchos estudiantes del interior de la provincia, marca una forma de vida, el del crecimiento profesional a 80 km del arraigo afectivo. “Siempre volver a Tunuyán” es algo que, incluso hoy, continúa siendo parte de su identidad, pero con más kilómetros de distancia.

Eliana Gandia
Eliana junto al ballet Tarab de la academia Saharuni, ya recibida como profesora de danzas árabes.

Eliana junto al ballet Tarab de la academia Saharuni, ya recibida como profesora de danzas árabes.

En ese tiempo universitario retomó la formación en danzas árabes en Munira Chade. “En ningún momento pensé en dejarlo, porque es algo que a mí me apasiona. Siempre lo hice como algo que a mí me atraía mucho. Me libera la cabeza”, confirma.

Más adelante dejó la escuela de Munira y se inscribió a sus 20 años en la academia Saharuni para hacer el profesorado de danza árabe. A la par de sus estudios, empezó a explorar otras ramas: “Arranqué otras danzas, como Bollywood, que son danzas indias, y Dabke, que está dentro de las danzas árabes, pero es folclórica”. Cuando se recibió de profesora, entró al ballet de la academia.

Un mensaje que cambiaría el lugar de origen

“La verdad que nunca se me pasó por mi cabeza que yo iba a terminar en un país árabe haciendo lo que amo hacer en mi vida, que es bailar”, confiesa. “Es una locura, porque es una locura”.

Si bien soñó conocer Egipto en modo turista, nunca estuvo en sus planes convertirse en ciudadana. Su proyección profesional iba por otro camino: abrir una academia, dar clases, quedarse cerca de lo conocido. Pero en 2018, un mensaje en Facebook lo cambió todo. Un manager egipcio le escribía para ofrecerle trabajo como bailarina. Decidió investigar, hacer consultas y finalmente rechazar esa propuesta inicial. Sin embargo, algo se había activado: la idea de, al menos, intentarlo. Consultó a bailarinas argentinas que ya estaban allá. “Empecé a hablar con una chica española que vivía en Egipto, y me dice: ‘Yo estoy trabajando acá, y la compañía donde estoy necesita bailarinas. Si te interesa, te cuento’”.

Y así arrancó el viaje”, finaliza para abrir otro pasaje de su vida.

Una mendocina en Medio Oriente

El 6 de junio de 2019, Eliana dejó Mendoza para ir rumbo a Egipto con un contrato por tres meses.“Mi mamá es muy ‘andate’, ‘hacelo’. En cambio, mi papá es más cuidadoso, es como: ‘Bueno, fijate’. Pero los dos me apoyaron. Me dijeron: ‘Sí, andate’”.

Eliana Gandia
Durante su paso por Egipto, Eliana compartió escenario con artistas locales. Aquí, junto a un compañero de trabajo.

Durante su paso por Egipto, Eliana compartió escenario con artistas locales. Aquí, junto a un compañero de trabajo.

La idea era regresar y continuar con Nutrición. Pero la experiencia fue más intensa de lo esperado. “Mi paso por Egipto me costó muchísimo y terminó siendo de seis meses. Si bien era un sueño para mí, me costó muchísimo” dice mientras enumera el cambio cultural como principal factor de este sentimiento. “El primer mes estuve todos los días tachando en un calendario. Le decía a mi amiga: ‘El mes que viene me voy’”.

La experiencia fue transformadora y a la vez de impacto: “Sentís que volvés mil años atrás. En cuanto a tecnología, a los servicios. Todo es lento”. Por esos meses sus días pasaron brindando shows para extranjeros. Pero su proyección ambicionaba más, el desacuerdo con su jefe de ese momento fue determinante y decidió finalmente ir a su última parada.

Una manager argentina la conectó con una oferta en Dubái, también le ofrecía alojamiento y salario. “Vivía a 30 minutos de la ciudad. Las calles eran de tierra. Los edificios lindos, sí, pero no era la ciudad de Dubái como la imaginaba. En ese momento trabajábamos en el desierto”.

Eliana Gandia
Espectáculo en los campamentos del desierto de Dubái, donde se recrea la vida beduina.

Espectáculo en los campamentos del desierto de Dubái, donde se recrea la vida beduina.

Cada tarde, la pasaban a buscar para los shows. “Los turistas hacen excursión en 4x4 al desierto. Hay campamentos donde se recrea la vida beduina. Cena y show, ahí bailamos nosotras”. Terminaba el día tarde. “Volvía a las 9 o 10 de la noche. No era tan diferente a lo que yo venía haciendo”.

Tres meses después vivir en Dubái, volvió a Egipto, pero para reencontrarse con sus padres en plan vacaciones. “Mis papás me esperaban allá. Era la primera vez que iban a conocer Egipto. Estuvimos unos 10 o 15 días recorriendo y después volamos a Argentina”. Pero en marzo de 2020, llegó la pandemia. “Me terminé quedando en Argentina ocho meses. Era un viaje de vacaciones de dos meses y terminó siendo más”.

Ese octubre del 2020 regresó a Egipto, pero el nuevo contrato no funcionó. “Me fui a la semana. Le escribí a mi antigua manager en Dubái. Le dije: ‘Estoy en Egipto, me quiero ir. ¿Necesitas bailarinas?’”. En pocos días consiguió un nuevo contrato, esta vez en un hotel. “Me daban la habitación del hotel para vivir. Y me fui a Dubái”. Pero fue en noviembre de ese año cuando se instaló por completo en la ciudad céntrica de Dubái. Y desde entonces, tomó una decisión que marcaría un nuevo rumbo: “Soy mi propia manager, me manejo sola, busqué mis contactos. Trabajo sola. Y sigo así”.

Eliana Gandia
En Dubái, donde reside hace cinco años, Eliana ha trabajado en campamentos turísticos, hoteles internacionales y hasta en el icónico Burj Al Arab, considerado el único hotel siete estrellas del mundo.

En Dubái, donde reside hace cinco años, Eliana ha trabajado en campamentos turísticos, hoteles internacionales y hasta en el icónico Burj Al Arab, considerado el único hotel siete estrellas del mundo.

Los kilómetros recorridos dieron una nueva Eliana

Asegura que en este tiempo pasó por muchas ciudades, contratos, vivencias, pero también por una transformación. “No me siento la misma Eliana. No soy la misma. Crecí muchísimo. Creo que no hubiese crecido de esta manera si no me hubiese ido”.

Reflexiona del contexto: “Estás sola. Te tenés que desenvolver sola en otro país. Buscar el trabajo, lidiar con managers, pelear. Ahora yo trabajo sola y ya les pongo los puntos”. Lo dice con firmeza, sin rodeos.

Está en pareja con Matías, uruguayo. Ambos viven y trabajan en Dubái. Y si bien Argentina y Uruguay están presentes, no es hoy su horizonte inmediato. “No, todavía no pienso volver. Tengo 36 años y digo: hasta que mi cuerpo me dé”.

Eliana Gandia
Eliana Gandia.

Eliana Gandia.

Por el momento, su lugar está en Medio Oriente. “Como siempre le digo a mi mamá: cada vez que llego a Dubái, le digo: me siento en casa. Volví a casa”. Y aunque la profesional habita el escenario, considera que aún sigue esa niña que se permitió sorprenderse la danza árabe: “Yo sigo siendo esa nena de nueve años que disfruta. Que baila jugando. Que lo lleva en el alma”.

Finalmente, concluye con un mensaje que hizo propio: “A veces cuando vuelvo a la Argentina y veo a la gente que dice ‘me gustaría hacer tal cosa’, ‘tengo ganas de hacer tal otra’, les digo: hacelo. Hacelo, buscá la manera, pero hacelo”. Así sentencia, decidida y comprometida, como su historia de generarse las oportunidades le ha enseñado.

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