En medio de un regreso esperado al circuito de élite, Emma Raducanu enfrenta una nueva situación alarmante; su acosador, quien ya cuenta con una orden de restricción, intentó acceder al torneo de Wimbledon solicitando entradas mediante el sistema oficial del club. La rápida intervención del All England Club evitó que la solicitud prosperara, pero el hecho encendió nuevamente las alarmas en torno a la seguridad de la tenista británica.
El sujeto, conocido por haber hostigado a Raducanu en múltiples ocasiones, fue identificado por el sistema de detección del torneo, que impidió su ingreso gracias a los protocolos activados desde el grave episodio ocurrido meses atrás en Dubai. En aquella oportunidad, la jugadora rompió en llanto durante un partido al divisar al hombre entre los espectadores. Días antes, él mismo había logrado acercarse en el hotel de la jugadora, dejándole una fotografía y pidiéndole otra.
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El acosador de Emma Raducanu intentó comprar entradas para Wimbledon.
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Raducanu confesó que la experiencia la marcó profundamente: “Vi su cara en el primer punto y pensé que no iba a poder terminar. No podía ver la pelota por las lágrimas”, relató. Desde entonces, su vida diaria cambió: evita exponerse, es más precavida al salir y, según reconoció, no quiere volver a sentirse vulnerable de esa forma.
La WTA tomó cartas en el asunto y le prohibió al agresor la entrada a cualquier torneo bajo su organización, reafirmando su apoyo a Raducanu y destacando la importancia del bienestar psicológico y físico de las jugadoras.
A pesar de lo vivido, la campeona del US Open 2021 mantiene su deseo intacto de volver a competir en Wimbledon, un lugar que, según ella, le transmite seguridad y respaldo. “Siempre me sentí protegida cuando jugué allí”, aseguró recientemente.
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La tenista británica jugará en dobles mixtos junto al al N°2 del Mundo, el español Carlos Alcaráz.
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Este tipo de amenazas no son ajenas a otras figuras del tenis británico. Katie Boulter, también parte del circuito WTA, denunció haber recibido acoso e incluso amenazas hacia ella y su familia, muchas veces motivadas por apuestas deportivas. “Es aterrador no saber si la persona está cerca, o si conoce tu dirección”, confesó.
Con 22 años, Raducanu quiere dejar atrás el miedo y concentrarse en recuperar su mejor versión. El desafío no es solo tenístico, sino emocional. Y mientras Wimbledon refuerza su dispositivo de seguridad, la jugadora se prepara para regresar a una cancha que espera recibirla con aplausos y no con sobresaltos.