Autos populares: de la nostalgia y la pasión por conservarlos al resurgimiento por la crisis

Buscados por su mecánica sencilla y los bajos costos de mantenimiento, estos vehículos vuelven a las calles. Sus dueños se involucran sentimentalmente y forman grupos de fans.

Apasionados por los Citroën, este grupo de amigos fundó un club. Muchos se sumaron a través de las redes sociales, donde se crean vínculos duraderos / Mariana Villa
Apasionados por los Citroën, este grupo de amigos fundó un club. Muchos se sumaron a través de las redes sociales, donde se crean vínculos duraderos / Mariana Villa

“El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos”. Sí, pero eso no detiene ni a los autos que, de tan populares, supieron ser los reyes del asfalto ni a sus dueños. En las calles de Mendoza hay rastros de historia que siguen robando miradas nostálgicas y escribiendo un presente de comunión tácito. Además, la crisis económica los ha vuelto una opción “rendidora” y los ha puesto nuevamente en escena. Así, clásicos como el Chevy, el Torino, la Renoleta o el Citroën 3CV se sacuden el polvo y roban miradas.

“Podría haber elegido cualquier auto pero cuando comienza una charla con alguien a quien le provocaste un recuerdo familiar, ir por la ruta y sentir una bocina amiga, ir dejando una herencia a los miembros de la familia, ahí te das cuenta de que no es un auto sino que es parte de un todo que refleja un estilo de vida diferente”. Esta fue la primera respuesta en un grupo de WhatsApp de dueños de Citroën 2CV y 3CV de Mendoza.

“El primer Renault 4 que tuve me lo regaló un tío para que pudiera trabajar. En una época de posadolescencia, año 97, era un auto que realmente no me gustaba pero me servía. Le cargaba máquinas, iba para un lado, para el otro, y el auto nunca me dejó, o nunca me terminó de dejar. Una vez que se rompió, porque lamentablemente tienen detalles que si uno no los cuida terminan fallando, me quedé como que me habían sacado la mitad, me faltaba mi compañero de trabajo. Te terminas enamorando”, contó Mauro Demarco (46), creador del grupo de Facebook “AutoClub Renault 4 Argentina”.

Demarco volvió a tener una Renola luego de que su hijo mayor encontrara un autito a escala de ese modelo y le pidiera hasta al cansancio a sus padres tener uno así “grande”.

Herencia familiar o el regalo del “primer auto”, quien lo recibe quizás no lo hubiese elegido nunca pero muchos coinciden en que la versatilidad, la mecánica sencilla, los bajos costos de mantenimiento y las experiencias que se generan al andar, hacen que estos autos se vuelvan parte de uno, hasta el punto de elegir tener un tatuaje del “Correcaminos” como registro de lo vivido.

Robando miradas

“Algo que he notado al andar en el Citroën es que hay otra observación. Vas manejando y sentís que todo el mundo te mira. Al principio sentía eso, ahora ya me acostumbré. La gente mira el auto y, si te cruzás con otro Citroën, te tocan la bocina. Se crea un código entre dueñas y dueños de autos clásicos que se mantiene y que genera empatía”, describió Majo. Este año ella y su hermana recibieron un regalo sorpresa de su mamá, María Gracia: un Citroën 3CV, modelo 1979 restaurado.

“He notado que hay una mayor solidaridad en la calle con estos autos. Hacía poco que lo tenía y una vez se me quedó sin combustible porque no me funciona el medidor y no me había dado cuenta, y me pasó que mucha gente se frenó a preguntarme si necesitaba algo, fueron y buscaron combustible. Cosas que con otros autos quizás no pase lo mismo. Lo he podido notar al manejar un auto así”, agregó la joven.

“Siempre he tenido un sentimiento de añoranza con ese auto que usé en mi adolescencia, que primero fue de mi abuelo y luego mis padres se lo compraron. Me divertí mucho y fui muy feliz con él. Lo elijo porque es un auto precioso que tiene una carga afectiva muy grande. Y además porque es cómodo, es económico, es útil, sirve para que las chicas vayan de la casa a la universidad, al club, a sus actividades y vuelvan tranquilas. Lo van a disfrutar y lo están disfrutando como lo disfruté yo”, contó María Gracia, la mamá de Majo.

Majo y su hermana recibieron de regalo un Citroën modelo 1979 restaurado.
Majo y su hermana recibieron de regalo un Citroën modelo 1979 restaurado.

Y agregó: “Yo creo que si lo hubieran visto cuando lo compré, no les hubiese ilusionado tanto como verlo después de restaurado. Si una los arregla, y los mantiene son muy vistosos y muy funcionales. Históricamente son autos que no requieren de demasiada complejidad para arreglarlos, se arreglan con poca plata o con mucho ingenio”. Pero aclaró que mantenerlo en condiciones cuesta tres o cuatro veces el valor del auto.

“Todo el mundo te hace sentir que vas en un auto especial. En el viaje que hicimos a Buenos Aires en enero, la distracción de mis hijas era sacarse fotos con los camiones. Pasábamos camiones y los camioneros te tocan bocina, te prenden las luces, te sacan fotos. Y las chicas de adentro del auto les sacaban fotos a ellos, grababan videos. En las estaciones de servicio todo el mundo te pregunta de dónde sos y por el auto”, relató Maximiliano (46), que hace dos años tiene un R4 y ya viajó a Buenos Aires, a San Luis, a San Juan y nunca lo dejó “a pata”. Él participa en redes sociales de grupos de “renoleteros” de todo el país.

Maximiliano recibe muchas ofertas por su Renault 4 pero se niega a venderlo.
Maximiliano recibe muchas ofertas por su Renault 4 pero se niega a venderlo.

“Capaz que pasaron mil veces en los diez años que hace que vivimos en el barrio y nunca nos dieron bola y ahora, como el auto está parado en la puerta, se frenan y te preguntan del Citroën, si lo vendés o te cuentan algo de su juventud con el auto. Casi todo el mundo tiene una experiencia previa con un auto como este y está muy contento de ver que esté tan bonito”, contó María Gracia, describiendo al mejor “rompehielo” para entablar una conversación. Y la mayoría de las veces, según cuenta Mauro por su experiencia, llegar hasta amistades en las que después el auto ya no es el protagonista.

De ruedas y redes

“Casi todo el mundo tiene una experiencia previa con un auto como este y está muy contento de ver que esté tan bonito”, contó María Gracia, describiendo al mejor “rompehielo” para entablar una conversación. Y la mayoría de las veces, según cuenta Mauro por su experiencia, se llega a amistades en las que después el auto ya no es el protagonista.

Muchos de estos vínculos se generan y mantienen en las redes sociales. Es que los dueños de estos vehículos conforman grupos donde comparten experiencias, anécdotas y tips de mantenimiento. Por ejemplo, Citroën 2CV y 3CV tienen un grupo muy activo en Mendoza. “En cuanto estuvo habilitado juntarse para salir, buscar una ruta en grupo fue y será un desahogo al estrés que sufrimos en esta época”, aseguraron.

Renault 4 no cuenta con un grupo en Mendoza pero muchos coprovincianos conviven en grupos de otras provincias a través de redes sociales. En octubre se iba a realizar un encuentro en Córdoba, que tiene uno de los grupos con más actividad, cuyos miembros han viajado a la juntada más grande que se realiza en Colombia.

Se forman grandes amistades, eso es lo que tiene. Y es algo que la mayoría de los autos clásicos genera. Fomentan amistad y mucha camaradería. Hay chicos que viajan de una provincia a otra a conocerse entre ellos”, explicó Mauro Demarco. Y sumó: “En Facebook alguien dice que necesita un repuesto y alguien en otra provincia que lo tiene se lo manda gratis muchas veces. Es muy común”.

“Hay un amigo de Buenos Aires, un mecánico muy reconocido con el tema de los R4, que le hizo armar por WhatsApp el auto a un chico que estaba viajando y que se le había roto el auto en Uruguay y que tenía que seguir hasta Brasil. Le mandó los repuestos y le explicó cómo armarlo. Y este chico armó el motor y pudo seguir viaje. Son cosas inentendibles pero que suceden”, contó Mauro.

¿Lo vendés?

Se repite de muchas maneras, cara a cara, de auto a auto en un semáforo, o hasta con papelitos pegados en el parabrisas con un número telefónico para contactar en caso de un “sí”. Y como respuesta una sonrisa cómplice de significado universal: “nunca”.

“¿Ofertas para comprármelo? Miles. Sobre todo durante el tiempo de la restauración. Después de que le hicieron la pintura ya era una locura; el pintor me contó que los clientes no paraban de preguntarle por el auto, a cada persona que entraba le llamaba la atención. El electricista también me dijo que se cansó de decir que yo no lo vendía”, dijo entre risas María Gracia.

“Tuve la posibilidad dos veces de venderlo. Hice toda la gestión y a último momento me arrepentí y no lo vendí nada. Me acostumbré al auto y seguramente no voy a volver a conseguir otro en las condiciones que lo tengo”, sentenció Maximiliano.

“Me ha pasado es que me han preguntado si lo alquilo para dar una vuelta. Ahora quizás en la pandemia no tanto pero pasa. Unas amigas me llamaron para hacer una sesión de fotos con el auto para un emprendimiento de ropa. También te da trabajo”, agregó Majo, risueña.

“Es una mercadería muy buscada, siempre y cuando esté en buen estado. Los precios pueden ser cualquiera porque no hay un precio exactamente de referencia. Generalmente quien lo tiene no lo vende, y si lo va a vender, lo hace a algún familiar, a un amigo o conocido. No llegan al mercado, diferente a lo que sucede en autos de colección para exposiciones”, comentó Héctor, de Luma Automotores.

Se puede decir que no hay un muy buen mercado para el auto clásico ya que el común denominador no reconoce un auto inmaculado sin restaurar del que se llenó de masilla o se le lavó la cara para que siga rodando”, advirtió, por su parte, Matías Pinna del grupo de Citroën.

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