A 25 años del lanzamiento de “Harry Potter”: por qué hechizó a generaciones de lectores

El 26 de junio de 1997 salía en inglés “Harry Potter y la piedra filosofal”, el primero de la saga de J. K. Rowling. Cómo impactó a lectores del mundo. ¿Abrió la puerta a lectura a diferentes generaciones?

Ilustración de Javier Candellero
Ilustración de Javier Candellero

El primer párrafo de Harry Potter y la piedra filosofal no está dedicado al niño mago sino a sus tíos, el señor y la señora Dudley, a quienes se describe como “orgullosos de decir que eran muy normales”. Así, con ironía para referirse a la jactancia de normalidad de los muggles (las personas no-mágicas) J. K. Rowling lanzaba al mundo la saga del chico de lentes que conquistó a millones de personas.

Este 26 de junio se cumplen 25 años desde que se lanzó en Gran Bretaña el libro que con sus encantamientos hechizó a millones de lectores y lectoras de todas las edades, en épocas en las que aún se decía “los chicos no leen” (hace poco se cumplieron 20 años del estreno de la primera película de Harry Potter). La editorial Salamandra obtuvo en el año 2000 los derechos para la publicación del libro en castellano. Y después las películas convirtieron al best seller en un fenómeno de mercado, un universo expandido.

Desde editorial Salamandra adelantan que en agosto aparecerá la edición especial por el aniversario, libros con cuatro tapas distintas, con escudo de cada casa, además de otros lanzamientos especiales, como La cocina de Hogwarts (que se suman a ediciones ilustradas, de bolsillo y otras).

La escritora británica durante el estreno neoyorquino de la obra de teatro "Harry Potter y el legado maldito", en 2018. Foto: AP
La escritora británica durante el estreno neoyorquino de la obra de teatro "Harry Potter y el legado maldito", en 2018. Foto: AP

Una generación de nuevos lectores

Las comunidades de lectores nunca son monolíticas, pero tal vez las que siguen (o siguieron) la saga de Harry Potter puedan ser una excepción a la regla en la historia literaria mundial.

El fenómeno que creó J. K. Rowling puede medirse, además de por el boom en el mercado editorial, por el impacto que su lectura tuvo en millones de niñas, niños y jóvenes cuando expiraba el siglo pasado y estallaba el mundo de las redes sociales.

Quizá es solo una hipótesis, pero hay evidencia empírica de que Harry sembró la semilla del amor por las letras (y por los mundos fantásticos) en toda una generación. A juzgar por los testimonios de los seguidores de los primeros tiempos, la saga fue una gran compañía y un objeto material que, a modo de legado, muchos decidieron guardar para sus sucesores.

En su libro Ecos de una saga (aproximaciones a Harry Potter), Lucas Gagliardi, investigador de la Universidad de La Plata, plantea que el lector de Harry Potter es de aquellos que siguen la narración con interés por el detalle. Y marca una diferencia entre los lectores a secas y los lectores fans, que comentan, publican, hacen cosplay, participan de foros y videos.

Y si bien es cierto que no todos sus lectores son fanáticos, la mayoría se apasiona con el relato que, oh casualidad, está ambientado en un colegio que sí rompe los moldes pero que es una escuela al fin.

Ilustración de Javier Candellero
Ilustración de Javier Candellero

Harry Potter ya es un hito en la historia de la literatura para infancias y juventudes porque, como pocos libros, es un objeto cultural y también un fenómeno de mercado. En ese sentido, quienes nos dedicamos a formar lectores, a promocionar lecturas, celebramos a Harry y todo lo que ha implicado a su alrededor”, asegura Luciana Trocello, licenciada en Letras, coordinadora del Plan de Lectura en Córdoba, docente y librera (IG @librerialatorredelibros).

La psicóloga y profesora Carolina Nigro (33) cuenta que leyó el primer libro de Harry Potter en sexto grado, al principio, como una obligación escolar. “Fue un libro que inicialmente me costó abordar dado que no solía ser una lectora muy activa, pero algo género en mí y en muchas y muchos de mí generación. Esta saga hizo que no solo leyera el primer libro en unos pocos días, sino que esperara la salida del siguiente con suma ansiedad hasta completarla”, dice.

La idea de que existiera un mundo mágico, opina Nigro, generaba una especie de misticismo muy atractivo. “Creo que la propia autora fue subiendo la vara con la trama, la inclusión de nuevos y variados personajes, con villanos que eran inesperados, generando una necesidad de seguir leyendo que, en mí caso por lo menos, me llevo a descubrir un disfrute, incluso el deseo de incursionar en la lectura de otros tipos textuales”, remarca.

Trocello coincide en que miles de niñas, niños y jóvenes ingresan al mundo de la lectura de la mano de esta colección que los desafía, no los subestima como lectores, les propone tramas imprevisibles que los sorprenden y les cuestiona estereotipos.

“El universo de la magia también resulta ser revolucionario porque en un mundo consumista (que se dirige a receptores pasivos y no lectores intérpretes) Harry preserva y ‘alimenta’ el pensamiento mágico, tan propio del arte, de una mirada poética, simbólica, insondable”, remarca la librera.

Y agrega: “Incluso podemos asociar magia, juego, creatividad e inventiva como capacidades que desarrollan estos siete libros en sus lectores”.

Beatriz Ré, escritora, mediadora de lectura y docente jubilada, asegura que Harry Potter despertó algo muy fuerte en toda una generación y dio alas, una vez más, a la literatura fantástica. Ré cuenta su experiencia como directora de escuela y como madre en aquel momento de una niña de 7 años. “Cuando mi hija empezó a leer Harry Potter, era una adrenalina muy intensa la que la movía. Estaba siempre muy ansiosa hasta que salía el próximo libro y como en castellano tardaba, el papá se los bajaba en inglés”, cuenta Beatriz.

La niña aprendió a leer en lengua inglesa a través de los Harry Potter y luego los releía en español. “Otra cosa curiosa fue que había que encargarlos en una librería y hacer cola para comprarlos. No nos había pasado nunca en tantos años de docentes… Iba disfrazada a buscarlos porque todos iban disfrazados y la gente grande también”. relata.

Harry fue el germen. Después, su hija se convirtió en una gran lectora de literatura fantástica, lo que devino más tarde en el gusto por el animé, la ilustración y el diseño. “Todo es fruto de lo mismo, todo empezó con Harry Potter”, asegura Ré.

Crecer juntos

Luciana Trocello sólo le objeta a Harry Potter, el lugar común de la orfandad del protagonista que se repite en muchos clásicos. No obstante, cree que el aprendiz de mago y sus amigos se salvan gracias a su empoderamiento. “Recuperamos una representación de niño pensante, imperfecto, en construcción de su identidad y subjetividad”, dice.

Hermione, la amiga de Harry, representa una figura femenina disruptiva de ciertos estereotipos y quizá por ello, especula Trocello, genera empatía en las y los lectores.

A criterio de la libreta, otro hallazgo es la figura de Albus Dumbledore, gran hechicero, jefe de magos, que representa la sabiduría asociada a la adultez mayor, un personaje “poco evocado o legitimado en historias pensadas para infancias o juventudes”.

Pero hay más. Los lectores son testigos del crecimiento de los personajes. Van a la par. A criterio de Trocello eso le imprime verosimilitud al relato y quizás también identificación por parte de sus seguidores, coleccionistas y hasta fanáticos que han crecido junto a la aparición de cada tomo.

“Los espacios, las tramas, los personajes invitan a las infancias y juventudes a habitar dimensiones fantasmagóricas, de ensoñación que quizás, como decía Liliana Bodoc hagan a la experiencia humana más soportable”, refiere la experta.

“En definitiva –concluye– Harry Potter es una maravillosa puerta de entrada y permanencia en el mundo de los libros literarios”.

Desde la Academia y desde la pasión

Roberto Chuit Roganovich recuerda el instante exacto de sus 7 años en el que se maravilló leyendo las primeras páginas de Harry Potter. Es parte de ese grupo de lectores que creció en edad junto a los personajes. Hoy es doctorando en Letras y, cada tanto, vuelve a alguna de las páginas de los libros.

“En mi generación Harry Potter tuvo un papel súper preponderante y logró reponer el éxito anterior de otras sagas fantásticas o maravillosas como El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien, o la saga de Terramar, de Ursula K. Le Guin. En los públicos mas jóvenes creo que sigue siendo una presencia indiscutida, que se suma a otras sagas que siguen interpelando a las juventudes: quizá no necesariamente desde la literatura, sino desde las series o los cómics”, analiza.

Y si bien desconoce si en algunas escuelas secundarias los docentes abordan estos libros, sí cree que la Academia sigue mirándolos de reojo. “La literatura de género (la mal llamada ‘novela rosa’, el fantástico, el terror) siempre han operado por fuera del ojo de la Academia. No son considerados por algunos críticos que creen que la poesía o el drama burgués tienen un contacto más real con nuestra sociedad. Así que se desarrollaron con cierta autonomía. Esa autonomía permitió a escritores jóvenes aventurarse en el campo de la literatura sin tener encima el peso los grandes clásicos. Después de Harry Potter aparecieron muchas sagas que generaron pregnancia: The Maze Runner, Eragon, Los juegos del hambre”.

Mora Cabanillas, booktuber de 13 años, comparte la lectura de Harry Potter con amigos de su edad y, también, con sus tías. ¿Qué le diría a alguien que no leyó aún esos libros?: “Le diría que lea algo que le llame la atención, que no se cierre en las historias clásicas que casi siempre uno tiende a empezar a leer, que busque. Hay libros para todos. Harry Potter está bueno porque te adentrás en ese mundo mágico y enseguida te sentís parte de la historia, dentro del libro”.

Y cierra con una frase que en apariencia es muy simple, pero encierra una idea que sostienen quienes creen que la lectura debe entenderse como un placer y no una obligación: “Está bien si te gusta pero también está bien si no te gusta”.

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