Salvador Rincón: “Voy a poner música hasta que me muera”

Recientemente jubilado, el pionero de los “disc-jockey” vernáculos repasa su vida. Desde los boliches a las radios, y al amor que recibe.

Salvador Rincón: “Voy a poner música  hasta que me muera”
Salvador Rincón: “Voy a poner música hasta que me muera”

Salvador Rincón nació el 3 de noviembre de 1946. Simpático, humilde, ameno. De esos tipos con los que se puede hablar horas enteras de música -y también de otras tantas cosas-; se jubiló el viernes 29 de junio como "programador musical" en Radio Nacional. 

Sin embargo, fue -y es todavía- más que un mero "programador musical". Al menos así lo evidencia su amplia trayectoria, que lo llevó a ser uno de los actores fundamentales en 6 radios mendocinas, y también a ser el primer Disc Jockey (hoy DJ -o diyei- a secas) de la noche mendocina. De hecho, este año cumplió 50 años como DJ (y contando).

Con una humildad que es su sello distintivo, confiesa que ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que lo pararon en la calle para saludarlo y abrazarlo; o de los tantos mensajes que reciben él y sus hijos en Facebook agradeciéndole -con dejos de nostalgia- los "años felices" que le hizo pasar a cientos de mendocinos.

"El musicalizador no tiene jubilación, trabaja hasta que se va de esta vida", resume entre risas Salva -o "el Flaco", como lo conocen (y reconocen) todos- sentado al lado de la estufa del hall de Radio Nacional, donde trabajó desde 2006 y hasta el último viernes de junio.

-¿Cómo nace su amor por y con la música?

-Oficialmente empecé a trabajar como Disc Jockey en 1968, en la inauguración de Al Diablo y tenía 22 años. Pero extraoficialmente, me había metido en el mundo de la música desde mucho antes. Mi papá era un 'cantaor' español que llegó a cantar con Gardel. Era productor y un referente, y por mi casa pasaron varias compañías españolas. Siempre se escuchó mucha música, y se fue alimentando la pasión.

-En pocas palabras, se crió y creció en un mundo de música

-Sin dudas. De adolescente escuchaba mucho las radios de Chile y eso me fue cultivando el amor por la radio. Después llegó la etapa en que salíamos a bailar, y me fui metiendo en el mundo de las bandas del movimiento beat (influenciadas por los Beatles). Me gustaba mucho una banda mítica mendocina que se llamaba Los Caravels, en 1964.

En 1966 abrimos el bar literario 'Confitería Eros', en calle Sarmiento. Era una confitería musical y literaria. Y ahí, con un Wincofon, grabábamos usando un Marconi lo temas uno al lado del otro".

-¿En qué momento se dio cuenta que quería ser DJ?

-En los 60 conocí los night clubs -anteriores a los boliches-. Eran reductos chiquitos a los que se iba a bailar. Y no había DJ todavía, sino que el mismo barman ponía los discos para que fueran cayendo

En 1966 empecé con algunas colaboraciones, y en 1967 empecé a poner música los días de semana. Pero fue recién en marzo de 1968 cuando tuve el debut 'oficial' en la inauguración de Al Diablo. Este año cumplí 50 años como DJ.

-¿Cómo y cuándo fue su llegada a la radio?

-Fue en 1969. Me llamaron para trabajar como musicalizador para un programa en la vieja radio Nihuil, junto a Ronald Graham y Cristina Elizalde. Yo musicalizaba y producía el programa.

Pero no dejé el trabajo de DJ. En simultáneo empecé a trabajar en 'No se dice'. Ya había hecho contacto con los DJs de Mao Mao y de África (ambos en Buenos Aires), y los lunes me iba para allá. Me quedaba hasta el jueves pasando música, y cuando volvía traía música que todavía ni había llegado acá".

Para mediados y fines de los 70, Rincón ya trabaja en boliches mendocinos, en otros de Buenos Aires y en las radios Nihuil y Libertador. "Había como una especie de disputa con otros DJ por tener los últimos discos", recordó sonriente.

-¿En qué otras radios estuvo?

-En la década del 80 ya había empezado en LV10 también. En Nihuil hicimos un trasnoche inolvidable que se llamaba 'Perdidos en la noche'. Y en 1981 colaboré en el nacimiento de Red 101. Luego en 1990 estuve con el inicio de Cordillera y desde el 2006 estoy en Nacional; siempre musicalizando y produciendo.

En 1982 dejé de trabajar en boliches. Tenía sus cosas lindas, como que uno terminaba siendo una especie de psicólogo de la gente y hasta podías poner de novios a una pareja con un lento. Pero me redituaba más trabajar en eventos, desfiles de moda o casamientos. Eso sí, nunca dejé de hacer radio. Lo que tiene esta profesión es que uno sabe que se va a morir poniendo música".

-En sus años como DJ y musicalizador pasó por todo tipo de transiciones. Del vinilo al CD, del CD al MP3 y ahora directamente a la música en la nube. ¿Le costaron mucho los procesos?

-Uno siempre abraza la tecnología, la va incorporando. Cuando estaba en la radio les hice comprar una casetera, por ejemplo Y luego con el advenimiento del CD, pasó lo mismo. Como apasionado, uno acepta todo: el vinilo, el casete, el CD.

-¿Con cuál de todos esos formatos se queda?

-Sigue siendo incomparable el sonido del vinilo, la curva que produce la púa.

Olas y viento: el "descubridor" del éxito de Donald

Sus primeros años en Buenos Aires lo llevaron a protagonizar -sin habérselo imaginado- una de las mejores anécdotas que conforman la vida de Rincón: la de haber sido el descubridor del éxito de Donald, y desde Mendoza.

"Lo vi cantando y me acerqué a saludarlo. Me regaló su último disco, y del lado A tenía el tema que se difundía: 'Si lo vieron pasar al amor'. La idea era que yo le diese difusión en Mendoza. Sin embargo, cuando escuché del otro lado estaba 'Tiritando' (el que se hiciera famoso como 'Las olas y el viento'); y me gustó más que el primero. Entonces lo impuse acá. Recuerdo haberlo puesto 7 veces en una noche. Así se empezó a escuchar en Buenos Aires, después en Brasil y terminó siendo el tema de una publicidad de cigarrillos”.

Una familia apasionada

María Cecilia Rincón Da Cortá (33) es licenciada en Comunicación Social y es la hija mayor de Salvador. Durante toda la entrevista observó y escuchó  a su padre, repetir esas historias que conoce de memoria. Sin salir del embelesamiento. Algo similar debe ocurrir con su otro hijo, Félix (31), quien es ingeniero; pero quien también se apasionó por la música y sigue los pasos de DJ.

"Cuando éramos chiquitos, jugábamos y grabábamos sobre sus casetes. Busco compartir lo que pueda con él; vamos caminando por la calle y nos paran. A él le dan un abrazo y a mí me dicen: 'tu viejo es re buena onda'.”  se deshace en halagos hacia su padre Cecilia.

"Que quede muy en claro que voy a poner música hasta que me muera", resumió Salvador.

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