Según la psicología, quienes revisan el celular cada 5 minutos pierden esta capacidad indispensable
Revisar el celular a cada rato atenta contra una capacidad psicológica indispensable y reconocer este impacto es necesario para preservar nuestra salud mental.
En la era de los smartphones, revisar el celular a cada rato se convirtió en una costumbre casi universal. Sonidos, notificaciones y el impulso de “ver si llegó algo nuevo” nos mueven a desbloquear el dispositivo, a veces sin motivo, una acción que es perjudicial.
Pero para la psicología y la ciencia cognitiva, este hábito tiene un costo claro y medible: la pérdida de la capacidad de enfoque profundo, ese estado de atención continua y sostenida que nos permite pensar con claridad, resolver problemas complejos y completar tareas significativas.
Diversas investigaciones coinciden en que no es tanto el tiempo total con el celular lo que afecta nuestra mente, sino la frecuencia de interrupciones. Revisar el celular cada cinco minutos -o incluso más seguido- fragmenta la atención y obstaculiza profundamente nuestra capacidad de concentrarnos.
Revisar el celular cada 5 minutos reduce la capacidad de enfoque profundo
El enfoque profundo requiere períodos extendidos sin interrupciones para que el cerebro pueda entrar en un estado de plena atención. Esta modalidad de atención permite aprender, memorizar y crear sin que el pensamiento se disgregue.
Estudios en Frontiers in Psychology indican que interrupciones frecuentes, como las interrupciones de smartphone, reducen la capacidad de controlar la atención y debilitan la concentración general, especialmente cuando la persona tiene altos niveles de distracción digital y baja capacidad de autorregulación de la atención.
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Ese mismo patrón de interrupciones repetidas funciona en contra del llamado “estado de flujo”, un concepto estudiado por psicólogos donde la persona se sumerge completamente en una actividad significativa durante un tiempo prolongado.
Psychology Today explica que incluso breves interrupciones —como revisar el teléfono por unos segundos— pueden romper ese estado, haciendo que la mente vuelva una y otra vez a un punto de partida, lo que incrementa errores, reduce la productividad y fragmenta la atención.
En síntesis, revisar el celular cada cinco minutos no solo desconcentra momentáneamente: rompe el ritmo profundo de pensamiento necesario para reflexionar, estudiar, trabajar o resolver problemas complejos de forma eficaz.
Las personas que revisan todo el tiempo reducen la memoria operativa
Investigaciones recientes realizan un enfoque científico más específico en cómo la frecuencia de revisiones del celular impacta la atención y la memoria. Según múltiples estudios recogidos por medios especializados, la revisión constante del teléfono -más allá del tiempo de pantalla- obliga al cerebro a alternar repetidamente entre tareas, lo que hace que la concentración sostenida sea más difícil de recuperar.
Incluso el Dr. Francisco Ceric, profesor investigador del Instituto de Bienestar Socioemocional de la Universidad del Desarrollo, observó que la frecuencia con que se revisa el dispositivo tiene un impacto directo en procesos cognitivos como la atención y la memoria.
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Ceric explica que esta conducta “desregula los procesos normales de asignación de recursos cognitivos”, ya que una parte de la mente queda en un estado de alerta constante ante la posibilidad de una notificación. Esto, a su vez, hace que la atención se disperse y que sea más difícil “mantener el hilo” de lo que uno estaba haciendo.
Adicionalmente, estudios citados en The Washington Post señalan que desbloquear el teléfono alrededor de 110 veces al día —lo que equivaldría a revisarlo cada pocos minutos— puede asociarse con un uso problemático, activando circuitos cerebrales similares a los de recompensa y adicción, reforzando así el hábito de revisar sin necesidad real.
Esto significa que el simple acto de mirar el celular repetidamente no solo interrumpe la atención momentáneamente, sino que entrena al cerebro a esperar estímulos constantes, debilitando la capacidad de mantener la concentración en tareas sin refuerzo digital.