El reciclaje creativo permite aprovechar materiales como esponjas viejas para hacer manualidades, junto a tus niños.
Durante las vacaciones de invierno, muchas familias buscan propuestas caseras para entretener a los más chicos. Una opción práctica y ecológica es aplicar el reciclaje en actividades lúdicas. Con algunos trucos simples, las esponjas viejas se transforman en herramientas ideales para manualidades coloridas.
Esta técnica permite reutilizar lo que ya no sirve para limpiar, al tiempo que se incentiva la creatividad y se cuida el planeta.
Una de las propuestas más fáciles y divertidas es la pintura con esponjas. No requiere experiencia previa ni materiales costosos.
Esponjas viejas, limpias y secas
Tijera
Pintura lavable (preferentemente al agua)
Platos descartables o bandejas para pintura
Papel blanco o cartulina
Diarios o plástico para cubrir la superficie de trabajo
Cortar las esponjas en distintas formas geométricas, animales, frutas o letras. Las esponjas permiten hacer cortes fáciles y mantener el diseño. Es importante que cada figura tenga un tamaño cómodo para que las manos pequeñas puedan manipularla sin dificultad.
Luego, se moja la esponja en pintura y se presiona suavemente sobre el papel. El resultado son estampas únicas, llenas de textura y color.
Además de pintar, también se pueden usar esponjas para armar:
Sellos didácticos para aprender letras o números
Collages combinando distintos colores y materiales reciclados
Esculturas blandas, pegando formas con silicona o cinta
Juegos como ta-te-ti o memotest con piezas hechas a mano
Estas propuestas no solo entretienen: fomentan la motricidad, la expresión artística y el cuidado del ambiente.