13 de septiembre de 2025 - 19:25

Por qué algunas personas no conectan con los perros, según la psicología

No conectar con los perros no significa falta de empatía. La psicología explica que detrás de esta relación intervienen factores personales y culturales.

La especialista Olga Albaladejo (licenciada en Psicología) y distintos estudios coinciden en que la ausencia de interés de las personas hacia los perros no se relaciona con insensibilidad. Experiencias pasadas, rasgos de personalidad y contextos sociales son variables que pueden influir en este vínculo con los animales de compañía.

El estigma social sostiene que quienes no disfrutan de la compañía canina tienen un déficit emocional. Sin embargo, esta creencia es errónea. Los psicólogos aclaran que la empatía se manifiesta de múltiples maneras y que no depende de la afinidad con una especie animal en particular. Puede reflejarse en los vínculos humanos, en la relación con el arte, con la naturaleza o en la participación en causas solidarias.

Entre las razones más comunes que explican la falta de afinidad con los perros se encuentran experiencias negativas en la niñez, mordeduras o sustos, fobias específicas, sensibilidad elevada a ruidos o movimientos inesperados, así como la falta de tiempo o energía para hacerse cargo de sus cuidados. También influyen los estilos de apego y la preferencia por ambientes más estructurados.

Un hombre paseando con su perro.
Estudios muestran que la preferencia de perros se relaciona con rasgos de personalidad, pero no determina la empatía

Estudios muestran que la preferencia de perros se relaciona con rasgos de personalidad, pero no determina la empatía

Factores que influyen en la relación con los perros

Albaladejo identifica diferentes perfiles. Entre ellos se destacan las personas organizadas y exigentes, que perciben a los perros como impredecibles; quienes presentan un estilo evitativo y se sienten sobrepasados por la intensidad afectiva de estos animales; y aquellos con alta sensibilidad sensorial o neurodivergencia, que consideran molestos el ruido, el pelo o los movimientos del perro.

Estudios internacionales también vinculan la personalidad con la preferencia animal. Investigaciones publicadas en revistas científicas señalan que quienes prefieren a los perros tienden a ser más extrovertidos, mientras que los que se identifican con los gatos puntúan más alto en independencia y creatividad. Estas diferencias no implican carencias emocionales, sino diversidad de estilos de vida.

El entorno cultural y generacional también desempeña un papel clave. En áreas rurales, los perros suelen ser vistos como animales de trabajo, mientras que en contextos urbanos cumplen funciones emocionales.

Esta variación muestra que la afinidad hacia los perros no depende solo de características individuales, sino también del ambiente en el que cada persona se desarrolla.

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