En cualquier jardín, el secreto para lograr plantas sanas y llenas de vida no siempre está en los fertilizantes costosos. En el mundo de la jardinería, existen métodos caseros que pueden marcar la diferencia y que, sorprendentemente, ya tenés en tu propia alacena.
Lo mejor es que estas alternativas son naturales, fáciles de preparar y, al mismo tiempo, muy eficaces. Dos opciones destacan por su simplicidad y potencial nutritivo: la harina de avena y las lentejas remojadas. Ambas pueden convertirse en fertilizantes potentes para ayudar a que tus cultivos crezcan más rápido y fuertes.
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El fertilizante natural ideal para tu jardín, jardinería y plantas.
El poder oculto de la avena y las lentejas
A partir del tercer párrafo, podemos hablar de lo que dicen horticultores y biólogos: las lentejas son ricas en fitohormonas, especialmente auxinas, que estimulan el desarrollo radicular. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Plata comprobó que el uso de extractos de legumbres incrementa la germinación y el crecimiento inicial de las plántulas.
Por su parte, la harina de avena contiene fósforo, potasio y compuestos fenólicos que mejoran la resistencia de las plantas frente a plagas. Al descomponerse, estos nutrientes se liberan lentamente en el suelo, garantizando un suministro constante para las raíces.
Cómo preparar este tipo de fertilizantes
Podés hacer el de lentejas remojando 100 gramos en un litro de agua durante 24 horas. Luego, licuás todo y colás el líquido, que servirá como riego nutritivo una vez por semana.
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En el caso de la harina de avena, basta con esparcir dos cucharadas directamente alrededor de la base de cada planta y luego regar. Otra opción es disolver la harina en agua para lograr una aplicación más homogénea.
Beneficios que no esperabas
Además de nutrir, estos fertilizantes mejoran la estructura del suelo y fomentan la actividad de microorganismos beneficiosos, algo esencial para la jardinería sostenible. A diferencia de los químicos, no generan acumulación de sales ni alteran el pH de forma drástica.
Muchos jardineros que adoptaron esta práctica aseguran que no solo vieron mejoras visibles en el follaje y la floración, sino también una mayor producción en cultivos comestibles como tomates, lechugas y hierbas aromáticas.
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Incorporar estos fertilizantes caseros es un paso sencillo para transformar tu jardín, ahorrar dinero y, de paso, reducir el impacto ambiental.