Según un estudio sobre psicologíarealizado en Noruega, hay un punto de inflexión en la vida adulta donde la motivación comienza a disminuir de forma evidente. En una muestra de casi mil personas de entre 14 y 77 años, se observó que, después de los 50, se pierde pasión, perseverancia y actitud positiva para asumir nuevos retos.
¿Qué dice la ciencia sobre este cambio?
“Encender la chispa es importante, sin importar la edad. Las personas de 50 años o más pueden ser muy apasionadas, pero tienden a tener menos agallas, o viceversa; [esto significa] que es más difícil movilizar nuestra agallas y fuerza de voluntad, incluso si tenemos pasión. O podemos tener agallas y fuerza de voluntad, pero no sentirnos tan entusiasmados. 'Usalo o perdelo' es el mantra, y esto también se alinea con la neuropsicología”, afirmó Hermundur Sigmundsson, autor del estudio publicado en Psychology Today.
¿Hay un origen cerebral detrás de la pérdida de motivación?
Otro trabajo, publicado en la revista Cell, detectó que ciertos circuitos cerebrales vinculados a la motivación pierden fuerza con la edad.
El equipo liderado por Ann Graybiel, del MIT, observó que los estriosomas —grupos de células ubicados en los ganglios basales— disminuyen su actividad en ratones envejecidos, afectando su capacidad para tomar decisiones basadas en esfuerzo y recompensa.
¿Cómo se relaciona esto con el comportamiento humano?
El cerebro enfrenta constantemente lo que se denomina conflictos de aproximación-evitación: situaciones en las que una acción puede ser tanto atractiva como incómoda.
La ciencia indica que las personas mayores tienden a subestimar las recompensas de ciertas actividades que demandan energía o dedicación.
Este mismo patrón se observó en los ratones del experimento. Cuando se reactivaba el circuito de los estriosomas, los animales mostraban más disposición para aprender cosas nuevas.
Al inhibir esa región, incluso los ratones jóvenes perdían interés, lo que confirma la importancia de ese sistema.
¿Qué rol juega la salud mental?
Además del envejecimiento natural, condiciones como la depresión, el estrés postraumático o los trastornos de ansiedad pueden alterar la forma en que se evalúan los costos y beneficios de una acción.
Esto lleva a tomar decisiones desproporcionadas, como evitar desafíos que en realidad podrían ser beneficiosos.
¿Hay formas de recuperar la motivación?
Los investigadores planean desarrollar tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que reactiven los circuitos cerebrales involucrados en la toma de decisiones motivacionales.
El objetivo es mejorar el aprendizaje, la proactividad, la salud mental y el bienestar emocional a lo largo de toda la vida.