El Monopoly es el padre de los juegos de mesa modernos, presente en 103 países y traducido a 37 idiomas. Pero detrás de las propiedades y los hoteles, se esconde una historia de espionaje, récords absurdos y una ironía histórica increíble.
Más que un simple pasatiempo, el Monopoly ocultó mapas secretos en la guerra y nació con un fin educativo opuesto al que conocemos. Conocé sus datos más locos.
El Monopoly es el padre de los juegos de mesa modernos, presente en 103 países y traducido a 37 idiomas. Pero detrás de las propiedades y los hoteles, se esconde una historia de espionaje, récords absurdos y una ironía histórica increíble.
Durante el conflicto, el servicio de inteligencia británico (MI-9) utilizó el juego para contrabandear herramientas de escape a prisioneros de guerra bajo control nazi. Gracias a que los alemanes permitían paquetes de ayuda, escondieron mapas de seda (que no hacían ruido al doblarse), brújulas en las fichas y dinero real entre los billetes de juguete.
Se estima que, de los 35.000 prisioneros que lograron escapar, unos 20.000 lo hicieron gracias a estos elementos ocultos en los tableros. Los soldados sabían distinguir un juego "tuneado" por un pequeño punto rojo en la casilla del Parking.
Irónicamente, el juego fue creado en 1903 por Elizabeth Magie para mostrar los peligros del acaparamiento de tierras y cómo los monopolios empobrecen a la gente. Originalmente tenía dos reglamentos: uno donde todos ganaban cuando se creaba riqueza y otro, el que triunfó, donde el objetivo es arruinar al resto.
Un dato curioso es que el partido más largo de la historia duró 1.680 horas, es decir, ¡70 días seguidos de juego!. Además, existe una edición de lujo creada en 1998, confeccionada con piezas de oro y diamantes, tasada en 2 millones de dólares.
Hoy, el fervor sigue vivo: Neil Scallan ostenta el récord Guinness con la colección más grande del mundo, sumando 4.379 ediciones diferentes en 2024.