El romero dejó de ser solo una hierba de cocina para convertirse en una de las plantas más buscadas en el jardín argentino. Resistente, aromático y decorativo, este clásico de la jardinería mediterránea es valorado por su capacidad de crecer con poco riego y mantener alejados a ciertos insectos sin recurrir a químicos.
El primer secreto para que el romero prospere está en la ubicación. En el jardín, esta planta necesita sol directo al menos seis horas diarias. Cuanto más sol recibe, más intensos son sus aceites esenciales, responsables tanto del aroma como del efecto repelente. Plantarlo en zonas sombrías suele derivar en tallos débiles y hojas pálidas.
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Romero en jardín y jardinería: plantas aromáticas que protegen, crecen fuertes y naturalmente.
También es fundamental el suelo. En jardinería, el romero es conocido por preferir suelos sueltos y con excelente drenaje. En macetas, conviene usar sustratos arenosos y evitar platos con agua acumulada. En canteros, una leve pendiente ayuda a evitar el exceso de humedad, uno de sus principales enemigos.
Por qué el romero ayuda a espantar insectos
Más allá de su rusticidad, el romero cumple una función clave en el equilibrio del jardín. Sus hojas liberan compuestos aromáticos que resultan desagradables para mosquitos, polillas y algunos insectos voladores. A diferencia de soluciones caseras temporales, estas plantas actúan de manera constante mientras estén sanas y bien desarrolladas.
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Romero en jardín y jardinería: plantas aromáticas que protegen, crecen fuertes y naturalmente.
Recién en este punto entra la mirada técnica: especialistas en jardinería y estudios botánicos coinciden en que los aceites esenciales del romero, ricos en cineol y alcanfor, interfieren en los receptores sensoriales de los insectos. Investigaciones realizadas en universidades mediterráneas y centros agronómicos de América Latina destacan su uso como barrera vegetal natural.
Cuidados simples que potencian su efecto
Para que el romero mantenga su fuerza, menos es más. El riego debe ser moderado y espaciado, dejando secar el suelo entre cada aporte de agua. En verano, alcanza con dos riegos semanales. La poda ligera, una o dos veces al año, estimula brotes nuevos y concentra el aroma.
Ubicarlo cerca de entradas, ventanas o zonas de descanso del jardín maximiza su efecto repelente. Además, atrae polinizadores beneficiosos, mejorando la salud general del ecosistema de plantas. Así, el romero demuestra que una buena decisión de jardinería puede ser estética, funcional y sustentable al mismo tiempo.