Y ya no en el delirio sino en el ridículo, insinuó, sin fundamento ni prueba alguna, que los audios de Spagnuolo fueron hechos por la IA. Repitiendo a aquella Cristina Kirchner que, cuando siendo presidente, dijo frente a Barack Obama, en una reunión internacional, que los terroristas islámicos del ISIS eran un invento mediático de los Estados Unidos. Son las paranoias que trae consigo la visión conspiracionista del poder.
En fin, esta semana se vio a un presidente que parece perdido, ido, confundido. Solo, absolutamente solo.
Es cierto que Javier Milei llegó a la presidencia tan solo como está ahora porque vino sin nadie salvo un grupete de impresentables que son los que conformaron un partido que, en realidad, como tal, no existió nunca, pero hay que reconocer que, en 2023, el estar solo le convino porque al no tener ni la menor estructura, más que votarlo, a Milei lo plebiscitaron. Fue él contra todos, como en aquel entonces quería la mayoría de los ciudadanos. Es así que su soledad por su crítica furibunda al resto de la casta política, le permitió representar la voluntad popular de ese entonces mejor que nadie. Nunca tanta gente votó a un hombre tan solo. Lamentablemente, ahora ese hechizo de la soledad se ha quebrado, porque ha quedado al descubierto que el voto del pueblo es como el amor de los estudiantes según Gardel y Le Pera: apenas flores de un día son.
La mayoría del electorado votó a Milei porque era quien estaba más cerca de su estado de ánimo luego del desgobierno fernandista, cuya causa los ciudadanos pensaban era la política y los políticos, no solo los peronistas, sino todos. Menos Milei, porque éste parecía pensar y sentir como ellos, no venía de la política y prometía acabar con la política toda, o sea con la casta y con la casa de la casta, el Estado. Entonces lo plebiscitaron, lo votaron por encima y en contra de todas las estructuras políticas. Así lo convirtieron en el hombre más acompañado por el pueblo. Y gracias a ello, y a los buenos consejos que le brindaron cuando asumió todos los que hoy repudia o equipara con los K, devino también el político más acompañado por los políticos no peronistas durante su primer año. Fue el colmo del éxito: de la más absoluta soledad se transformó en el hombre más acompañado, a la vez, tanto por el pueblo como por la mayoría de los políticos, aunque antes los hubiera repudiado a todos en general. Así, llegó a tener la Argentina en sus manos.
Algo impresionante fue lo que logró Milei con los Pactos de Mayo firmados en julio de 2024, por los cuales le votaron todas sus leyes y le defendieron sus DNU, aun no teniendo ni siquiera el tercio para lograr el veto y para evitar el juicio político.
No obstante, mareado por ese éxito que creyó era causado por su genialidad individual y no por la razonabilidad de los que querían apoyarlo para que no vuelva el kirchnerismo, lo tiró todo a la basura cuando decidió que debía ser el jefe absoluto de un partido unipersonal, según le proponía su hermana o un emperador en guerra contra la república corrupta como le proponía Santiago Caputo, en lugar de ser lo único que debería y podía haber sido: un "primus inter pares" que fortaleciera a sus aliados (única manera posible de fortalecerse a sí mismo) en vez de debilitarlos como lo intentó con todos, incluso con los que aún, siguen unidos a él, aunque lo estén con forceps luego de la derrota del 7 de setiembre en Buenos Aires.
Puede parecer contradictorio, pero es paradójicamente cierto: para Milei fue mucho peor ganar en Capital que perder en Buenos Aires, porque al guerrear contra el PRO en su fortaleza principal, exterminó a su principal aliado e hizo que todos los demás posibles aliados provinciales alambraran sus provincias para que no les hiciera lo mismo que les hizo a los Macri.
Que quisiera avasallar los territorios de los gobernadores aliados como le propuso Karina, levantó a casi todos en pie de guerra. Y de una alianza mayoritaria a favor de Milei el primer año, el Congreso y casi todo el país federal, se transformaron en una alianza mayoritaria en contra de Milei. Milei lo hizo solo, o cuando mucho los hermanitos Milei.
El presidente, para estas elecciones 2025, tanto las provinciales como las nacionales, tenía una sola posibilidad razonable, la de unirse con todos los que se podía aliar (o sea, con todos los que lo apoyaron legislativamente el año pasado) pero respetándolos como aliados de igual a igual en lo nacional y aceptando que en su propio territorio el aliado debía tener más candidatos que LLA, que no era ni es nada. Sin embargo, hizo lo contrario: no aceptó alianza igualitaria en ninguna provincia, ni en lo local ni en lo nacional, sino que exigió rendición incondicional y mayoría de candidatos para él en todas las listas. Por ende, y por lógica, apenas consiguió juntarse con tres o cuatro desesperados a los que hace dos años Milei les había ganado en sus territorios y no les quedaba más remedio que aceptar las imposiciones a regañadientes, pero los demás se borraron.
Él debió haber sido, no el presidente de un insignificante partido propio, sino el jefe de una alianza mayoritaria liberal (porque en el país los no peronistas unidos son más que los peronistas) que aparte lo contuviera en su propensión a querer hacer un ajuste que ya se está demostrando, a lo carnicero no aguanta nadie. Al tener que negociar con aliados igualitarios, muchos de los errores que cometió en soledad, se podrían haber evitado en compañía. No obstante, erró fatalmente la estrategia política en su segundo año, mientras que en el primero hizo las cosas más o menos bien, pero sin estar convencido de eso. Por ende, despreció al éxito y llamó al fracaso.
En síntesis, las derrotas brutales en el Congreso que viene sufriendo Milei, más la colosal paliza en Buenos Aires, ambas posibles y en gran medida previsibles (por tantas cosas mal que hizo) pero mucho más grandes que las esperadas, indican un clima adverso al gobierno que puede llevarlo a una derrota nacional. O a que aún ganando le quede poco margen para gobernar (podrá con suerte, si le va más o menos bien, alcanzar la posibilidad que hoy ha perdido de vetar, pero con eso solo no hará nada porque no podrá sacar ninguna ley).
Tiene que reconstruir la alianza que se vio forzado a iniciar en el primer año, la de los Pactos de Mayo. Aunque habrá que ver si los que antes lo ayudaron hoy siguen dispuestos a volver a ayudarlo para salvar a la república. La tarea será cien veces más difícil que hace dos años, pero después de las elecciones, gane o pierda, debería intentarla porque muchos más caminos, no posee.
Caso contrario, a las fuerzas no peronistas que aun habiéndolo ayudado fueron denigradas por el presidente, únicamente les queda, y contra reloj, generar una alternativa republicana contra Milei y los K a la vez, en apenas dos años. Algo muy difícil si no encuentran un líder que los unifique en este país donde todo se expresa a través de personalismos y no de instituciones (de nada servirá una liga de gobernadores si no consensuan rápidamente alguien que los exprese electoralmente a todos). La verdad es que ese intento, por ahora, es apenas una lejana posibilidad con remotos visos de concreción.
La reserva amoral de la república
Y sino volverá la "reserva amoral de la república", que eso es el peronismo, al menos desde 1983 a la fecha. ¿Y qué quiere decir eso? Que cuando los republicanos o los supuestos probos no funcionan, la sociedad hace regresar al peronismo porque -piensan muchísimos argentinos- serán un poquito chorros, pero algo hacen y algo reparten. Ese pensamiento (o prejuicio) forma parte de la cultura popular, aunque sea su peor parte o su inconsciente, pero que es popular es popular. Porque los argentinos, al menos una mitad consistente, no tienen ningún problema en votar peronismo para que haga mal lo que otros no hicieron ni bien ni mal. E incluso los que no lo votan están dispuestos a tolerarlo, a mirar para otro lado, si se desilusionan con los que votaron antes.
El peronismo siempre renace, pero cuando a la alternativa no peronista le va mal (Alfonsín, De la Rúa, Macri y quizá ahora Milei) renace sin mejorar ninguna de las causas que (por culpa mayoritaria de ellos mismos, que son quienes más años gobernaron en democracia) llevaron al país al fracaso durante todo el siglo XXI. No renace como un peronismo renovado dispuesto a aprender de sus errores, sino con los mismos vicios anteriores, incluso aumentados. Sólo una alianza no peronista mayoritaria y exitosa podía obligarlos a mejorarse para competir contra ella, pero hasta ahora, eso nunca ha ocurrido. La renovación peronista de los años 80 fue el único intento del peronismo de "republicanizarse", pero el fracaso del alfonsinismo, la arrastró en el mismo tsunami. Y hoy un peronismo renovado, republicano y no populista, parece ser un oxímoron, algo que quizá nunca haya existido sino como espejismo o excepción.
A diferencia de las opciones no peronistas, los peronistas nunca se dividen, simplemente se pelean para reproducirse como decía el General, y eso no es una metáfora sino la más cruda realidad. Además, siguen al pie de la letra la otra genialidad de Perón, aunque fuera tan cínica como la anterior: “Nosotros nunca ganamos porque seamos buenos, sino porque los demás fueron peores”. El único que intentó (parcial y metafóricamente, porque era el peor de todos) romper con esa lógica fue Luis Barrionuevo que propuso un peronismo que no robe al menos por dos años, pero ni siquiera eso se logró.
Si Milei resulta otro fracaso (de serlo lo será por su propia y exclusiva responsabilidad -Milei contra Milei- porque ayuda es lo que le sobró) le abrirá otra vez la puerta a un posible retorno del peronismo que se fue en 2023, aunque sea con otro líder, pero sin interés de cambiar nada, porque, insistimos, recurrir a ellos cuando se desilusionan de los otros, está en la naturaleza de los argentinos, que, aunque no lo digan, aunque voten de cuando en cuando en contra de toda la casta (de la cual los peronistas son la mayor parte) todo se les perdonará porque los argentinos guardan al peronismo como el reaseguro pecaminoso que se vota cuando fracasan los demás. A ellos se les perdona lo que no se les perdona a los que no son peronistas.
Por lo tanto, otra vez, aunque de manera distinta, estamos en el mismo problema de siempre. Milei dividió a los propios y unió a los ajenos por decisión exclusiva de Milei. Y ahora, debido a su gigantesca, enorme equivocación, en vez de ser lo que fue y debió haber seguido siendo (el hombre más acompañado de la Argentina) se está convirtiendo en el hombre más solo del mundo, rodeado nada más que por delirantes, marginales y un grupito pequeño de políticos talentosos de Juntos por el Cambio, que se colgaron por oportunismo de él y ya pronto van a empezar a pensar cómo bajarse.
Nada de lo que está pasando es sino por culpa del presidente Javier Milei. Todos los que intentaron aliarse con él actuaron bien tanto cuando se le acercaron como cuando se le alejaron. Porque él los aceptó en contra de su propia naturaleza y los echó siguiendo su naturaleza. El único enemigo de Milei, hasta ahora, ha sido Milei.
¿Se puede recuperar? Le quedan dos años si es que nuestra sociedad está -luego de más de 40 años de imperfectísima pero continuada república democrática- lo suficientemente madura para neutralizar y repudiar a los que ya vienen proponiendo elecciones anticipadas, a los golpistas de siempre.
Pero aun superando las intentonas destituyentes, le llegan los dos años más difíciles de su vida, donde lleva las de perder y con él nosotros. Sin embargo, aún no ha dilapidado todas las oportunidades, si es capaz de abandonar el laberinto de la soledad autoconstruida.
Aunque, en verdad, lo que ocurrirá de aquí en más, en este país (otra vez, como casi como siempre, en total estado de turbulencia) nadie lo puede predecir a ciencia cierta. Nosotros nos limitamos a decir lo que viene pasando en Argentina cada vez que ocurre algo así. Más no podemos avanzar. No es tiempo de profetas, sino de constructores idóneos que eviten que se derrumbe nuevamente el edificio de nuestras esperanzas.
* El autor es sociólogo y periodista. [email protected]