Putin construye su propia OTAN

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) intenta sustituir el papel del Pacto de Varsovia que en los 90 entró en disolución.

Vladimir Putin, presidente de Rusia
Vladimir Putin, presidente de Rusia

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) es un tratado de defensa articulado por Rusia, que es un intento de constituir una alianza militar euroasiática similar a la OTAN. Además de Rusia, la integran cinco ex Repúblicas Soviéticas: Bielorrusia en Europa, Armenia en el Cáucaso, y Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán en Asia Central.

La sede de esta Organización está en Moscú y busca “fortalecer la paz, la seguridad y la estabilidad”. En distintos momentos estuvo también integrada por Uzbekistán, Azerbaiyán y Georgia. Surgió como un intento, a principios de los años noventa, de sustituir al Pacto de Varsovia, que había entrado en disolución.

Pero fue Putin, con su llegada al poder, quien en 2002 institucionalizó la Organización, que en su artículo 4° determina que “una agresión contra un Estado de la Alianza se considerará un ataque contra todos sus miembros”, en forma análoga a lo que establece la carta constitutiva de la OTAN.

Desde su institucionalización ha estrechado vínculos con la Comunidad de Estados Independientes que lidera e impulsa también Rusia -que es un intento de Moscú de constituir una unidad política similar a la Unión Europea-, integrada por los seis miembros de la OTSC más Azerbaiyán, Moldavia y Uzbekistán, y con la Organización de Cooperación de Shanghai, que incluye a China, India y Pakistán, entre otros.

En los últimos meses se desplegaron tropas rusas en tres ex Repúblicas Soviéticas que integran la OTSC. Entre septiembre y noviembre de 2020 tuvo lugar un nuevo choque bélico entre Armenia y Azerbaiyán -los dos son ex Repúblicas Soviéticas, pero el primero pertenece a la OTSC y el segundo no-, que terminó con un triunfo del segundo, que contó con el apoyo de Turquía. Tropas rusas, autodenominadas “pacificadoras”, fueron desplegadas en la zona de contacto entre los dos contendientes. Moscú quiso evitar que un triunfo más contundente de Azerbaiyán creara una situación de desequilibrio que favoreciera a Turquía. Cabe señalar que este país, que es miembro de la OTAN, adoptó una posición cercana a Ucrania, a quien proveyó de misiles antiaéreos en la guerra con Rusia.

En agosto de 2020 tuvo lugar una controvertida elección presidencial en Bielorrusia, cuyo resultado fue una nueva reelección de Aleksandr Lukashenko, que lleva casi tres décadas en el poder y que es el más firme aliado de Moscú en las ex Repúblicas Soviéticas. Se produjeron disturbios importantes y extendidos y la posibilidad de que el Presidente bielorruso dejara el país fue publicada en medios occidentales. En esta situación, Putin ordenó el despliegue de tropas rusas en este país, las cuales sostuvieron a Lukashenko y estabilizaron la situación. La guerra en Ucrania confirmó una vez más la sólida alianza entre Rusia y Bielorrusia. El gobierno de Minsk apoyó y cooperó con el despliegue de tropas rusas en su propio territorio, desde el cual operaron sobre Ucrania.

El 2 de enero de 2022 se inició una protesta violenta por el aumento del precio de combustible en la capital de Kazajistán, Nursultán, que se extendió al resto del país. El Presidente se encaminaba a una renuncia que iba a profundizar la anarquía, proyectando inestabilidad a los países de Asia Central que son ex Repúblicas Soviéticas, y tres de ellos miembros de la OTSC. Putin, con rapidez, desplegó varios miles de soldados rusos -que también se autodenominaron “pacificadores”- logrando estabilizar la situación y salvar al gobierno kazajo. Esta intervención se dio formalmente en el marco de la alianza militar liderada por Moscú.

Estos episodios demuestran la situación de inestabilidad y tensión que se vivía en las ex Repúblicas Soviéticas cuando, a fines de 2021, Putin comienza a desplegar el cerco militar sobre Ucrania, que precedió a la guerra iniciada el 24 de febrero de 2022.

Para el Presidente ruso, las situaciones mencionadas son movimientos alentados por Occidente, que tiene por objeto desestabilizar finalmente a Rusia. Para él, el rol del líder opositor Aleksei Navalny es una versión rusa de la política de Occidente para promover la llegada al poder de sectores pro-occidentales en el entorno de Rusia.

En este marco, la invasión a Ucrania no sólo es una respuesta de Putin para impedir el despliegue de misiles de la OTAN, sino también para frenar el impulso para promover “cambios de régimen” en Rusia y sus aliados de las ex Repúblicas Soviéticas.

*El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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