La consultora Empiria difundió su Ranking Fiscal Provincial, correspondiente al segundo trimestre de 2025, y los resultados vuelven a confirmar algo que desde hace tiempo venimos sosteniendo: cuando hay orden, planificación y responsabilidad, los resultados positivos no tardan en llegar. En un contexto nacional donde la mayoría de las provincias muestran un deterioro fiscal respecto de 2024, Mendoza no solo se mantiene entre los primeros lugares, sino que reafirma su trayectoria de equilibrio y buena gestión. Este indicador no es menor: pondera autonomía financiera, resultado fiscal, exposición al endeudamiento y calidad del gasto, cuatro atributos que distinguen a los gobiernos que gestionan con brújula de aquellos que solo improvisan.
Mendoza exhibe uno de los porcentajes más altos, a nivel país, de generación de recursos propios y esto no es casualidad, la coparticipación nacional per cápita no nos favorece para nada. De esta forma, en un contexto donde las transferencias nacionales discrecionales se reducen y la actividad económica aún no despega del todo, esta capacidad de autofinanciamiento se transforma en un activo estratégico. La autonomía no se declama: se construye con disciplina fiscal, con orden administrativo y con una matriz productiva diversificada, que aporta base recaudatoria. Y Mendoza viene fortaleciendo ese camino desde hace más de una década, sosteniendo políticas estables sin depender del color político del gobierno nacional de turno.
Aún más relevante resulta el comportamiento del resultado fiscal. Mientras muchas provincias retrocedieron, en un año difícil en lo recaudatorio, Mendoza logró mantener el superávit fiscal y avanzar en el ranking. Esto no es fruto del azar: responde a decisiones políticas sostenidas, como la programación del gasto sin desbordes, la priorización de obras estratégicas por sobre las de rédito inmediato, el manejo prudente del empleo público y la eficiencia en el uso de los recursos.
A la vez, la provincia mantiene una exposición financiera manejable, con un endeudamiento sobre ingresos totales similar a Córdoba (provincia comparable) y muy por debajo de Buenos Aires (la más endeudada de todas). Esto otorga margen de maniobra para continuar financiando infraestructura y crecimiento sin comprometer la estabilidad futura. Mientras otros distritos deben destinar cada vez más recursos a intereses o pagos de capital, Mendoza sigue administrando su deuda con previsibilidad y responsabilidad, lo que refuerza la confianza de inversores y organismos.
Finalmente, otro de los indicadores más relevantes del ranking de Empiria es la calidad del gasto, dimensión donde Mendoza vuelve a sobresalir. No se trata solo de cuánto se gasta, sino de cómo se gasta y en qué prioridades. Mientras muchas provincias incrementaron su gasto corriente por encima de lo razonable, Mendoza mantuvo una estructura más equilibrada, con una asignación de recursos orientada a obras estratégicas, infraestructura productiva y programas que generan valor a largo plazo, evitando la expansión descontrolada del empleo público o gastos ineficientes. Este patrón de gasto inteligente —menos impulsivo y más planificado— explica porqué, aun en un contexto nacional adverso, Mendoza mejora su desempeño fiscal sin sacrificar inversión ni servicios esenciales. La calidad del gasto es, en definitiva, la diferencia entre un Estado que administra y un Estado que se desborda. Y Mendoza optó por administrar.
Así, como consecuencia de estas cuatro variables, el ranking fiscal de Empiria coloca a Mendoza en el top 5 del país, lo que nos consolida como punto de referencia en materia de orden y estabilidad. No es solo un logro técnico: es un logro político, es la validación de que las reformas, la gestión responsable y la claridad en las prioridades dan resultados concretos. Es también, la confirmación de que el camino del orden funciona.
En este sentido, también vale destacar que Mendoza cuenta con una oposición institucionalmente responsable —la parte no populista— que acompaña la aprobación de presupuestos serios, equilibrados y técnicamente sustentados. En una mirada amplia, nuestra provincia cuenta con un ecosistema político favorable, donde prevalece un consenso básico: la necesidad de preservar el orden fiscal como condición para el desarrollo. Esa madurez política, poco frecuente en la Argentina actual, también contribuye a que la provincia pueda sostener reglas estables y avanzar sin los vaivenes que generan los conflictos partidarios en otros lugares.
Toda esta conjunción de resultados positivos viene a reafirmar algo que se escucha cada vez con más frecuencia: cuando Argentina mira hacia adelante, encuentra inevitablemente a Mendoza. Cuando se habla de orden fiscal, estabilidad institucional y previsibilidad, de laboratorio de soluciones, el mapa vuelve una y otra vez hacia nuestra provincia. En momentos en que el país discute cómo salir de décadas de desmanejo, nuestra provincia ofrece una evidencia concreta: la solución no pasa por inventar, sino por darle continuidad a lo que funciona. Sostener el orden, la planificación, el rigor administrativo y la calidad del gasto. Y, sobre todo, sostener un modelo que —a diferencia de muchas jurisdicciones que viven de la coparticipación nacional— funciona con autonomía y eficiencia.
* El autor es senador nacional.