Derecho laboral en países desarrollados
En un país desarrollado del primer mundo su crecimiento es constante, existe superávit fiscal, no hay emisión monetaria para monetizar déficits que no existen, las reservas internacionales son permanentes y la moneda es de circulación obligada, fuerte, como reserva de valor, unidad de medida y bien de cambio. La producción y productividad aumentan y no se alteran ni disminuyen, la satisfacción de las necesidades es dinámica y en materia laboral rigen dos principios esenciales: trabajo continuo y oferta laboral permanente. El trabajador goza de movilidad, es decir, termina o es despedido de un empleo y de inmediato encuentra otro, dado que el crecimiento de la economía requiere no interrumpir ni suspender la mano de obra.
Esta situación general tiene otras consecuencias. El pleno empleo termina con la pobreza y mejora sustancialmente la proporción entre trabajadores en actividad y jubilados, 4 por 1, y aumenta el monto de las jubilaciones hasta niveles de dignidad y más allá, mucho más.
De este modo no existe la tristemente célebre “industria del juicio” porque tampoco existe “indemnización por despido”, sustituida por el “seguro de desempleo”, no peligrando así el patrimonio de las empresas. Los jueces laborales no son cómplices de los trabajadores en la quiebra de las empresas sino árbitros independientes y equitativos en los conflictos sin vinculación alguna con la guerra salvaje de la industria del juicio, tal como la conocemos hoy aquí, con una legislación que se proclama protectora de los derechos y conquistas del trabajador y es destructora del país, obligando a los jueces a actuar en contra de los empresarios, aunque no quieran hacerlo.
La reforma laboral no es posible como está el país
Durante ochenta años el peronismo, en especial el kirchnerismo, se ha encargado de proclamar los derechos y conquistas de trabajadores, consistentes en todo lo opuesto a lo que se implementa en el mundo desarrollado. Con esta política se ha logrado paralizar el crecimiento del país, impedir la creación de empleo, aumentar la pobreza hasta niveles indignos, llevar a la parálisis y quiebra de las empresas, en especial de las pequeñas, agrandar al Estado y convertirlo en refugio de desempleados y albergue de privilegiados políticos. En suma, Argentina ha pasado a ser un país subdesarrollado luego de ocupar los primeros lugares de fines del siglo XIX y principios del XX.
Hoy un treinta por ciento de la población cree que el peronismo fue quien le concedió las “conquistas” que Milei quiere suprimirle. Y el empresariado reconoce que la reforma laboral es imprescindible para retomar la grandeza argentina y de sus habitantes pero tiene temor. Y con razón. El kirchnerismo dice abiertamente que quiere volver al gobierno “para hacer todo lo contrario a lo hecho por el mileísmo” y el sindicalismo, antes que se haya conocido el contenido de la reforma laboral está anunciando paros inminentes contra su implementación. El futuro inmediato de este tema es muy complicado y de pronóstico incierto.
Es verdad que a partir del 10 de diciembre Milei contará con un Congreso que le será más favorable para sus iniciativas, pero ello no impedirá la revuelta social que auspiciarán los K. Así los dos años que restan de mandato al gobierno serán de conflicto permanente y en perjuicio de todos los habitantes.
La solución: el crecimiento sostenido
La reforma laboral es imprescindible, pero he demostrado que el país, tal como está, no puede implementarla. Entonces hay que encontrar la herramienta para transformarla de necesaria en “obligatoria”. La respuesta está en el “crecimiento”. Precisamente por falta de crecimiento agresivo la reforma laboral no ha podido establecerse. Milei es dentro de la economía, especialista en crecimiento. Desde el 10 de diciembre de 2023 ha logrado éxitos sin precedentes que están a la vista. Pero el país está como estancado, no crece o no lo hace en la medida suficiente y necesaria para posibilitar la reforma laboral para continuar el camino al pleno desarrollo. ¿Qué se necesita para crecer?
La pedagogía política es esencial para que el pueblo comprenda la política laboral del primer mundo que es la que Milei quiere imponer en el país. Se requiere redactar las leyes que la instrumentarán aprovechando la nueva composición del Congreso a partir del 10 de diciembre de 2025. Y en simultáneo lograr la instalación de nuevas empresas y la apertura de las cerradas con masiva radicación de capitales de modo que presionen una nueva política laboral con creación de nuevos y mejores empleos y todos los contenidos del primer mundo.
Todo esto debe hacerse en lo posible antes del 10 de diciembre de 2027, en cuyo caso la reelección de Milei permitirá otros cuatro años para dejar instalada la nueva Argentina con la que soñamos quienes creemos en la Patria de San Martín.
* El autor es doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.