Salvo ante la muerte, se supone que para buena parte de la vida deberíamos estar preparados, tener no un plan A, no un B. La reciente tormenta de Santa Rosa fue lo más parecido a una película de catástrofes, tanto que hasta dejó al margen -al menos por un par de días- la tormenta política por los audios y la decisión de tabicar legalmente (sic) su difusión. La falta de preparación ante este fenómeno climático no distinguió clase social, colores políticos ni sectores etarios. El combo de lluvia, nieve y granizo se hizo sentir y hasta terminó marcando un récord: la cantidad de agua para un día de agosto superó la marca de 65 años, según dato oficial del Servicio Meteorológico Nacional.
La megatormenta, largamente alertada por los medios y replicada en todas las redes sociales, no llegó por sorpresa. Sin embargo, reveló que no se activaron los mecanismos de prevención, especialmente de los municipios. En el día D cada comuna salió en plan destapemos y limpiemos todo lo que no hicimos antes, mostrando con claridad una evidencia irrefutable: como (casi) nunca llueve, para qué vamos a tener limpios los desagües, las acequias, los canales, etc. Misma reflexión para cualquier hijo de vecino que no renovó a tiempo la membrana, tapó fisuras, dio otra mano de pintura antihumedad, limpió canaletas.
Procrastinar en materia de prevención tiene un precio y lo que pasó el fin de semana resultó muy caro. En lo económico y lo emocional. Improvisar sigue siendo parte del modus operandi general. En eso somos expertos, ni la IA nos supera en salir del paso atando la realidad con alambre. Las imágenes del secano lavallino con animales muertos, barrios enteros en la calle, con los vecinos en medio de un insólito río a la espera de ayuda, o una escuela que tuvo que suspender clases por la caída de un techo (más paredes con grietas y cañerías podridas), contrastaron con otros tantas que sábado y domingo se compartían por instagram celebrando la bienvenida nieve.
Alguien dijo que inventamos el GPS para no perdernos, pero seguimos sin saber a dónde vamos. Aunque el azar también juega sus cartas, prepararnos contribuye a la reducción de daños. En aquellos casos donde sí se activaron las alarmas y se actuó en consecuencia los resultados fueron otros. El impacto meteorológico de Santa Rosa fue un sacudón de sentido común que, bien leído por todos, podría colaborar para que ante cualquier situación extrema estemos mejor preparados. Sabemos que siempre tendremos viento Zonda, ¿hace falta que venga uno de tantos y a su paso haga caer añosos árboles que se venía reclamando ser retirados de la vía pública, cables que hace décadas están fuera de servicio e igual cuelgan peligrosamente? No podemos prever terremotos, pero al menos en esta provincia seguimos sin tener la conducta preventiva que les elogiamos (y envidiamos) a nuestros vecinos de Chile.
Anticiparse no es otra cosa que planificar, prepararse, medir posibles impactos. Citemos a Confucio, para redondear la idea y tener esta frase siempre a mano: "El éxito depende de la preparación previa, y sin dicha preparación seguramente habrá fracaso".
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El narcoavance. En estos tiempos turbulentos de la política argentina, hasta la Iglesia católica levanta la mano para decir lo suyo. Fue el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Marcelo Colombo, quien reclamó fuertemente por el recorte de los aportes a los centros de prevención y recuperación de adictos. Para el obispo de Mendoza que prime una mirada meramente policial y judicial en la problemática de las adicciones está dejando sin herramientas para afrontar este flagelo. Colombo considera que el narcotráfico va ganando cada vez más terreno: "Da ‘trabajo’ a las personas, mientras que los barrios parecen tranquilos, se van desintegrando las familias... Frente a un Estado que se va retirando de nuestros espacios más pobres, como Iglesia y junto a otras organizaciones de base, no damos abasto con la demanda de ayuda". ¿Respuestas? No, no hubo.
Javier 4.0. La biblioteca Milei no se detiene. Ahora llega a los estantes Tiranía 4.0: Algoritmo de una democracia hackeada, de Adrián Murano. Entre la crónica y el ensayo, el periodista analiza el fenómeno del presidente libertario como parte de un laboratorio global, en una suerte de experimento que combina shock económico, desinformación masiva y un carisma incendiario. Una mirada escrutadora al enemigo de "la casta" que alimentado por trolls, memes y el enojo social llegó al poder y desde ahí está dejando su peculiar sello.
El pez por la boca. "Liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo. Ello incluye decir lo que uno quiera ya que la opinión de una persona es de su propiedad. Raros esos liberales que se quejan de la opinión ajena y que piden censura. ¿Les dolerá que le digan la verdad?". Tuit de Javier Milei, 3 de diciembre de 2020, hora 10.44.
Lección. Al juez civil y comercial federal Alejandro Patricio Maraniello, quien prohibió difundir los supuestos audios de Karina Milei: "La libertad de expresión es el fundamento de la democracia, y sin ella no podemos avanzar como sociedad". Firmado: Nelson Mandela.
Cosas raras. Carlos Scolari, uno de los grandes pensadores de la tecnología y la comunicación contemporánea, argentino para más datos, aporta su mirada sobre cómo pararse en este presente tan hiperactivo: "Conocer el pasado para comprender el presente es fundamental, pero no debemos olvidar que el pasado es siempre una construcción del presente. El tiempo actual reclama nuevos conceptos e ideas. Están pasando demasiadas cosas raras y explicar esa complejidad reduciéndola a la repetición automática de una serie de eventos o procesos del pasado me parece un atajo intelectual".
Maridaje de la semana. El programa Conductoras, una iniciativa del sector privado que permite a mujeres formarse en la conducción de transporte pesado, ya cuenta con 72 "egresadas" de todo el país. Y va por más: tiene a 9.000 aspirantes anotadas esperando su turno para surcar profesionalmente las rutas argentinas.
* El autor es periodista. [email protected]