El triunfo de Rodrigo Paz en la segunda vuelta de la elección presidencial de Bolivia confirma el giro hacia la derecha que está teniendo la región en los últimos meses. La última elección en Paraguay, la de Javier Milei en Argentina, la reelección de Bukele en El Salvador y la victoria de Daniel Noboa en Ecuador se inscriben en esta línea. La elección presidencial chilena tendrá lugar en noviembre y será definida en segunda vuelta entre un candidato de derecha y una dirigente proveniente del comunismo.
Entrado 2026, van a elecciones presidenciales los dos electorados más grandes de América del Sur: Brasil y Colombia. El primer país muestra cierto giro hacia el centro derecha, pero sin un candidato claro, mientras que en el segundo se dibuja una polarización que hoy da más posibilidades de ganar a las fuerzas tradicionales de la derecha colombiana. La situación en Bolivia es crítica: el freno de la economía y el desabastecimiento de combustible crean una situación tensa en momentos en que la reciente elección confirma el fracaso tras los veinte años que gobernaron el país Evo Morales y sus sucesores.
Este nunca llegó a establecer un régimen totalitario como los establecidos hoy en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Paz recurrirá en forma inmediata a los Estados Unidos para buscar un apoyo de emergencia que en términos cuantitativos será sensiblemente menor que el otorgado a la Argentina.
Paralelamente, la tensión entre Colombia y Estados Unidos escala. El gobierno de Gustavo Petro convocó a su embajador en Washington, Gabriel García Peña, por la nueva crisis en la relación bilateral debido a las críticas del presidente colombiano al hundimiento de la octava lancha venezolana por parte de las fuerzas navales estadounidenses en el Caribe, que además han dejado decenas de muertos. Este despliegue, en el marco de la política de Trump que identifica al narcotráfico con el terrorismo, es cuestionado duramente por Petro. Pero el último hundimiento ha tenido lugar en el Pacífico, lo que no había sucedido hasta ahora, dado que todos los hundimientos anteriores habían tenido lugar en el mar Caribe: la dimensión geográfica del conflicto se amplía.
Trump anunció el 18 de octubre en su red Truth Social el fin de la ayuda financiera a Colombia por su supuesta inacción en la lucha contra las drogas y acusó al presidente colombiano de ser “un líder del narcotráfico que incentiva la producción masiva de drogas, tanto en campos grandes como pequeños, por toda Colombia”. Petro contestó diciendo que Trump “está engañado” y le recomendó “leer bien la constitución de Colombia y determinar en qué parte están los narcos y en qué parte están los demócratas”.
A su vez, Trump confirmó las declaraciones del senador republicano Lindsey Graham, quien aseguró que la Casa Blanca prepara un aumento de aranceles para Colombia. Cabe señalar que Estados Unidos es el principal socio comercial de Colombia y rige entre ambos países un TLC desde mayo de 2022. Quizás no sea casual que el último ejercicio militar realizado por las fuerzas venezolanas haya tenido lugar en tres estados fronterizos con Colombia. Está en discusión si una de las ocho lanchas hundidas en el Caribe ha tenido lugar en aguas colombianas, algo que puede agravar la tensión diplomática entre Washington y Bogotá.
La relación entre Estados Unidos y Brasil ha suspendido la escalada del conflicto en la que estaba embarcada. Pero todavía los presidentes no se han encontrado ni han puesto en marcha una política para desescalar. El primer gesto partió de Trump, quien en los pasillos de la Asamblea General de Naciones Unidas tuvo una aproximación cordial y circunstancial con su colega brasileño. No era lo esperado por la diplomacia brasileña, que en ese momento veía el riesgo de una mayor escalada. En un segundo paso, hubo una conversación telefónica entre los presidentes de Brasil y Estados Unidos. Acordaron reunirse aunque sin determinar fecha ni lugar. Es posible que Trump esté intentando con Brasil una política similar a la que viene desarrollando con China y la India. Hay tensiones comerciales intermitentes y diferencias políticas que se amplían o reducen de acuerdo a las circunstancias, pero siempre se logra evitar llegar a un choque frontal. El problema es que sobre esta estrategia Trump asume posiciones sorpresivas, aumentando o disminuyendo su actitud confrontativa. Esta aproximación a Brasil tiene lugar al mismo tiempo que escala el conflicto militar entre Estados Unidos y Venezuela y cuando en Argentina Javier Milei -sin duda el mayor aliado de Trump en la región- enfrenta una crisis económica muy difícil.
La escalada militar entre Estados Unidos y Venezuela ha llevado al relevo del almirante Holsey, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos -que tiene a su cargo todos los despliegues militares de este país en América Latina-, el que ya se ha concretado y dejará el cargo el 12 de diciembre de este año.
Cabe señalar que Trump ha autorizado a la CIA a realizar acciones encubiertas en territorio venezolano de carácter violento, a partir de considerar la naturaleza terrorista del gobierno de Maduro por su supuesta vinculación con el narcotráfico y entra en la caracterización de narco-terrorismo.
* El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.