¿Cuál es la biodiversidad de Argentina?, ¿Cuán diversa es la fauna a lo largo de los Andes Sudamericanos, o de los dinosaurios del Cretácico en Patagonia?, ¿Cuál es la diversidad biológica del desierto cuyano? ¿Cuál es la abundancia y diversidad genética de poblaciones animales aisladas y fragmentadas?...
En síntesis, la curiosidad, motor básico de la investigación científica, comienza con una o varias preguntas, hipótesis y predicciones asociadas, para continuar con el armado del proyecto de investigación, su cronograma y atendiendo a varios aspectos antes de su envío: importancia del proyecto, impacto, composición y antecedentes del grupo, becarixs a incluir, transferencia, infraestructura disponible y presupuesto, entre otros.
Una vez evaluado y aprobado, se ponen en marcha una serie de aspectos orientados a su ejecución. Aquí intervienen diversos actores entre producción local, importaciones, e infraestructura institucional, tales como vehículos de campo, colecciones científicas, adquisición de dispositivos para tareas de campaña, servicios técnicos, laboratorio, microscopios, lupas, drogas, centrífugas, secuenciadores, freezers, equipamiento de cirugía, pinzas, tijeras, bisturíes, etc.
Estos primeros encadenamientos en el proceso de producción de conocimientos nos llevan luego a los primeros resultados, presentaciones en congresos, publicación de artículos, tesis doctorales, profundización y apertura de nuevas líneas de investigación, incorporación de nuevos becarixs, becarixs posdoctorales, investigadorxs jóvenes y técnicxs, dentro de un marco de relativa financiación sostenida en el tiempo que asegure la continuidad del proceso de producción científica.
Valga este introducción y ejemplo para destacar uno de los aspectos claves que el investigador del CONICET, Eduardo Dvorkin, desarrolla en su excelente síntesis de Tecnología Propia: el encadenamiento productivo y tecnologías desarrolladas en el País (Eduardo Dvorkin. Tecnología propia. Editorial Colihue. 2025).
Volviendo a lo nuestro ¿Cuán importante es conocer la biodiversidad del país? Sin buscar detallar las múltiples dimensiones de la biodiversidad y que la reconocida bióloga Sandra Diaz desarrollara extensamente en varios artículos con fuerte impacto, quiero volver al mensaje de E. Dvorkin y su tecnología propia. En nuestro ejemplo, los resultados de la ciencia fundamental o ciencia básica de la diversidad biológica conforman el basamento para el desarrollo e innovación de tecnologías apropiadas para su conservación. Ejemplo de esto son los libros rojos de amenaza y vulnerabilidad de las especies, los parques nacionales, la clasificación de ecorregiones, la configuración y manejo de áreas protegidas, protocolos y estrategias para asegurar el mantenimiento de poblaciones y diversidad genética de las especies, restauración de paisajes, riesgos epidemiológicos, control de especies introducidas invasoras, entre otras aplicaciones.
Valga la ilustración de la biodiversidad para remarcar, hasta el cansancio que, sin profesionales egresados de universidades nacionales públicas en el diverso abanico de disciplinas, el CONICET, sus Unidades ejecutoras, equipamiento, obras de infraestructura y financiación de proyectos por el Estado, no tendríamos los conocimientos fundamentales, ni entendimiento para el desarrollo e innovación de tecnologías apropiadas para el mantenimiento y conservación del patrimonio biológico del país.
Este ejemplo puntual de encadenamiento de la producción científica, lo podemos replicar para los cientos de proyectos de investigación del CONICET en las más diversas áreas del conocimiento.
Hoy urge revertir la acelerada destrucción de distintos eslabones de la investigación científica- tecnológica del país. Uno de ellos es la base de la pirámide científica que hoy sufre un preocupante proceso de debilitamiento, con el consecuente envejecimiento de grupos de investigación. Su apuntalamiento no puede esperar. Urge abrir las convocatorias para becarixs, investigadorxs jóvenxs y técnicxs en las más diversas disciplinas. No hacerlo sería una tragedia para el país, de muy difícil recuperación.
* El autor es investigador Superior del CONICET Ad-Honorem- Laboratorio de Filogeografía, Taxonomía integrativa y Ecología (LFTIE). IADIZA, CCT- CONICET Mendoza.