La Real Academia de Ciencias de Suecia otorgó el Premio Nobel de Química 2025 a los llamados “arquitectos de las moléculas”, Susumu Kitagawa, Richard Robson, y Omar M. Yaghi, de 60 años, oriundo de Amán, Jordania, radicado en Estados Unidos.
Conceptos muy claros y motivadores los del Premio Nobel de Química 2025, el jordano Omar M. Yaghi, quien promueve el valor de la ciencia en la búsqueda del progreso de los países y también en el efecto nivelador de oportunidades que ofrece el campo científico. También sus puntos de vista son un estímulo para los jóvenes estudiantes que están empezando sus carreras en ciencia y tecnología.
La Real Academia de Ciencias de Suecia otorgó el Premio Nobel de Química 2025 a los llamados “arquitectos de las moléculas”, Susumu Kitagawa, Richard Robson, y Omar M. Yaghi, de 60 años, oriundo de Amán, Jordania, radicado en Estados Unidos.
El galardón les fue otorgado por haber desarrollado materiales capaces de capturar dióxido de carbono, almacenar hidrógeno y eliminar contaminantes.
Sin descartar el valor empírico del descubrimiento del trío de científicos internacionales, ponemos el acento en el estilo de vida del doctor Omar Yaghi, refugiado palestino, ganador de una cuota parte del Nobel de Química de este año, basado en la actualidad en la Universidad de Berkeley, California.
Profesor y formador de jóvenes investigadores, nació en el seno de una familia de refugiados palestinos. Siendo adolescente, su padre palestino lo impulsó a estudiar en Estados Unidos, alcanzando notoriedad en una universidad pública.
Antes, el científico había crecido en un hogar paupérrimo, donde padres y hermanos, una docena de personas, compartían un solo ambiente. Contó que una parte de la habitación dormían y comían, y en la otra, estaban unas vacas que criaban.
Vemos un retazo de la difícil existencia de Yaghi y la sorprendente travesía de transformación de quien es considerado el padre de las estructuras metalorgánicas.
El ejemplo del investigador jordano puede inspirar a los jóvenes que estudian algún capítulo de la Ciencia en nuestro país.
También debería ser tenido en cuenta por quienes diseñan el sistema científico nacional. En especial, porque Yaghi afirma que “la ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo", que permite, si hay decisión, obstinación y carácter, llegar a dar soluciones a los problemas que la humanidad está demandando en el campo de la protección del ambiente y el cuidado del hogar común que llamamos tierra. Asigna enorme valor a la educación pública, que él tomó en el país que lo amparó, concurriendo primero a una escuela comunitaria de Nueva York y luego a una universidad estatal, aspecto válido en nuestro país donde la educación estatal de nivel medio y universitaria tiene gran ascendiente y prestigio.
Otras enseñanzas del Nobel es su relación con los estudiantes, futuros científicos, a los que hace sentir como iguales en su condición de mentor e inspirador.
Tras conocer que había ganado el Nobel, Yaghi insistió en la importancia de la ciencia en el desarrollo social.
"No se pueden resolver los problemas de la sociedad sin ciencia. Se necesita ciencia, materiales y la tecnología que la acompaña", dijo en una rueda de prensa.
Estas y otras observaciones remiten a que, en países como el nuestro, el aporte de la ciencia es determinante en la búsqueda de un crecimiento sostenido de las estructuras productivas y debe ser apoyado sin vacilaciones y sin restar partidas para comprar equipamiento e insumos necesarios en la investigación aplicada. Concretamente, y como un ejemplo, para combatir el cambio climático, la desertificación y para lograr la captura de dióxido de carbono y de agua en sitios en donde es muy difícil acceder a ella, en el desarrollo de energías limpias o en el campo de la biomedicina.
“La vida raras veces ofrece las condiciones perfectas”, reflexionó este hombre. “Con frecuencia nos encontramos esperando el momento correcto, los recursos correctos o las circunstancias correctas para empezar a perseguir nuestros sueños. Pero si hay algo que mi vida me ha enseñado es que esperar las condiciones ideales puede con frecuencia significar una espera eterna”.