25 de marzo de 2018 - 00:00

Noticias falsas, fuentes verdaderas - Por Claudio Barros

Somos lectores más proclives a la sensibilidad que al razonamiento. Las fake news nos abruman con la misma fuerza que nos seducen.

Una anécdota basta para contar lo que enfrentamos los periodistas a diario, y aquí hay una interesante: por WhatsApp o por correo recibimos la foto de una señora mayor con un texto que dice que está en una comisaría, que no recuerda quién es y que quiere que su familia vaya a buscarla.

Claramente la difusión mediática ayudaría a que esa abuela pueda reencontrarse con los suyos y fin del problema.

Sin embargo, ese mensaje aparece más de una vez por mes, es de origen desconocido y el texto que acompaña a la foto va variando. Un día dice que está perdida, otro revela que fue asaltada o que su hijo murió y ella se quedó sola.

Los pasos lógicos son llamar o ir a la comisaría señalada -que la mayoría de las veces es un lugar que no existe- y revisar entre los pedidos de paradero. Es verificación de rutina y se descarta cuando nadie la confirma. Sin embargo, la misma información también le llega a mucha gente por redes sociales y rápidamente el mensaje se dispara con pedidos de compartir, retuitear o difundir. Lo que sigue es tan rutinario como el mensaje en sí mismo: alguien le escribe al periodista para contarle que en Facebook todos están compartiendo la información de una señora en una comisaría y demanda que se publique en el medio que ya descartó la noticia.

La foto de esa mujer mayor es real, pero nadie sabe de dónde salió ni por qué fue tomada. Es una persona con un nombre y una historia verdadera, pero a estas alturas toda esa información quedó sepultada por un puñado de mentiras.

Este es un ejemplo mínimo, cotidiano y acumulativo. Muchas de estas "pequeñas" noticias se dispersan y unas cuantas pasan el filtro mediático y las terminamos viendo en la televisión o en los diarios.

La duda es cómo identificar una noticia falsa. Mi consejo es leerla detenidamente y observar este detalle: si en una nota hay más adjetivos que fuentes probablemente no sea real.

Sin embargo, a veces eso no basta. Otro ejemplo útil surge de la falsa noticia que señalaba que se venía "el invierno más crudo de los últimos 15 años". La fuente en este caso era un estudio del Servicio Privado de Meteorología del Observatorio Geometeorológico del Centro en Córdoba. Suena creíble, pero hay un detalle en el que coincidieron varios meteorólogos: ese organismo no existe. Los expertos afirmaron que además el supuesto informe contenía información obvia como la mención de heladas, bajas temperaturas y frentes fríos, algo que todos sabemos que ocurre en otoño de camino al invierno. Sin embargo, el impacto de un título tan jugoso era una tentación difícil de esquivar para varios medios, y mucho más para los usuarios de redes sociales que lo compartieron sin dudar.

El camino parece ser aprender cómo se generan las noticias falsas. Al menos eso plantea el juego online Bad News (www.getbadnews.com) que propone que los lectores conozcan cómo armar una información con datos apócrifos y al mismo tiempo saber cómo funcionan. Es una iniciativa de la Universidad de Cambridge que expone a los usuarios a las tácticas de la generación de noticias falsas con la esperanza de que el proceso funcione como "vacuna psicológica" contra las informaciones malintencionadas.

Las noticias falsas son casi una industria en auge y su fortaleza radica en que se hacen con partes de hechos verdaderos. La Policía reprimiendo manifestaciones es algo que efectivamente ha ocurrido en nuestro país, pero varias veces la brutalidad de las fuerzas ha sido ilustrada con imágenes de hechos ocurridos en otros países o en otras épocas ¿Es una noticia falsa? No totalmente, pero la exageración y mezcla de los hechos tampoco es información certera.

Todos los días hay noticias así que incluyen muertes de famosos, declaraciones descontextualizadas y omisiones forzadas.

Los medios tienen gran parte de la responsabilidad, pero quienes los consumimos debemos asumir también lo que nos toca. Somos lectores más proclives a la sensibilidad que al razonamiento. Las noticias falsas nos abruman y nos desestabilizan con la misma fuerza con la que nos seducen y entretienen. Y así pocas cosas van a cambiar si preferimos la comodidad de observar el reflejo de lo que sentimos antes que el esfuerzo de buscar y demandar información seria, verdadera y bien fundamentada.

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