31 de marzo de 2018 - 00:00

Maipú, la gran batalla - Por Eduardo Giro

A pocos días de cumplirse el bicentenario de esta trascendental batalla considero que tanto los argentinos como los chilenos debemos recordar con emoción este próximo 5 de abril.

Fue en la madrugada de esa jornada de 1818 cuando ambos ejércitos (con una cantidad aproximada de 5.000 hombres por bando) se enfrentan en los llanos de Maipú, cercanos a Santiago.

El frente patriota estaba compuesto en su extremo derecho por las tropas comandadas por el coronel Gregorio de Las Heras y lo integraban el Batallón N° 11 de Infantería de los Andes, los Cazadores de Coquimbo de Chile, los Infantes de la Patria de Chile, los Granaderos a Caballo de los Andes y la artillería dirigida por Blanco Encalada.

En su extremo izquierdo y bajo el mando del coronel Alvarado se alineaban el Batallón N° 1 de Cazadores, el Batallón N° 8 de los Andes, el N° 2 de Chile, los Cazadores y Lanceros de Chile y la artillería comandada por Borgoño.

Completaban el cuadro la Reserva bajo mando de Hilarión de la Quintana y compuesta por los batallones N° 1 y N° 3 de Chile, N° 7 de los Andes y artillería de Regalado de la Plaza.

Del lado realista, su jefe el general Osorio, pero quien comandaba su ala derecha era el formidable coronel Ordóñez. Se destacaban sus veteranos batallones Don Carlos, Concepción, Arequipa y el invicto Burgos (18 combates librados, ninguno perdido).

En la madrugada comienzan las acciones por parte del Ejercito Sanmartiniano al grito de "Viva la Patria", avanzan impetuosamente las fuerzas de Las Heras y luego las de Alvarado.

Las Heras se sostiene, sin embargo no ocurre lo mismo con el frente de Alvarado que es desbordado. Envía entonces el general en Jefe en refuerzo del frente izquierdo al batallón Coquimbo, que también es rechazado.

Aparece entonces la ponderada acción de Quintana y sus fuerzas de reserva que sin esperar le llegaran las órdenes de San Martín (se dice que se cruzaron en el ínterin los mensajes del ataque) se lanza como tromba sobre los realistas dando vuelta las condiciones del combate.

Las Heras y Quintana avanzan a bayoneta calada en incontenible carga, a pesar de que el Burgos ondeaba al viento su famoso estandarte. Decide entonces el débil Osorio retirarse del campo de batalla, no así el aguerrido Ordóñez que se repliega sobre la llamada Hacienda Espejo, eran ya la tarde avanzada.

Se envía sobre Ordóñez al batallón Coquimbo pero es diezmado, y es aquí cuando se produce la enardecida carga del 11 de los Andes que masacra a las últimas defensas realistas.

Es en horas de la tarde cuando arriba procedente de Santiago el general O'Higgins (herido en Cancha Rayada) con su contingente, que alcanza a participar en últimos tramos de la batalla.

Envía entonces San Martín el parte de la batalla al Director Supremo Pueyrredón informándole que nada existe ya del ejército enemigo, expresando que los que no están muertos están hechos prisioneros.

Luego del inmortal abrazo retratado por Subercaseaux, ambos libertadores se dirigen hacia Santiago donde son recibidos bajo el alborozo de miles de chilenos. Chile era libre.

Al poco tiempo parte el general San Martín hacia Buenos Aires, se entrevista con Pueyrredón y reitera su solicitud de ayuda para su gran objetivo, la expedición a Lima, con resultado por parte de Buenos Aires de muy poco apoyo. Y allí comienza la segunda epopeya, la campaña para liberar al Perú.

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