Las etimologías falsas

Cuando llega el fin de año, se producen en los distintos establecimientos educativos actos de entrega de diplomas, que acreditan diferentes logros y etapas. Aparte del valor afectivo de estos momentos, ¿de dónde provienen las palabras que se refieren a ellos?

En primer lugar, vayamos al término “diploma”: todos nosotros tenemos alguno o varios, enmarcados como testimonio de méritos conquistados o enrollados en un estuche, bien guardados contra el paso del tiempo. Ya los romanos usaban ese sustantivo para señalar un escrito oficial auténtico y, también, una carta de recomendación o un salvoconducto.

Asimismo, los griegos tenían este vocablo para designar una tablilla o papiro doblado en dos.  La noción del doblado emana de un verbo del cual deriva el término, “diplóo”, cuyo significado era “doblar, plegar”.

La noción de “doble”, a su vez, emanaba de la raíz “dipl-“, que encerraba la idea de duplicidad.  El diploma era, para ellos, una especie de certificado que se daba a los soldados al licenciarse y que constaba de dos placas de bronce unidas y dobladas en las que se enunciaban los privilegios a que tenían derecho.

En la actualidad, según el DRAE, un diploma puede nombrar dos referentes: el primero, “el despacho, bula, privilegio u otro instrumento autorizado con sello y armas de un soberano, cuyo original queda archivado”; el segundo, el más usado, “el título o credencial que expide una corporación, una facultad, una sociedad literaria, etc., para acreditar un grado académico, una prerrogativa o un premio”.

Entonces, usamos el término para hablar de “un diploma académico”, para atestiguar un galardón cuando decimos “el diploma de su premio olímpico” y cuando nombramos un título o privilegio atestiguado en un documento: “diploma de consejero”.

¿Y la expresión “colación de grado”? Desmenucemos la locución: en primer término, ¿cuál es el valor de “colación”, de dónde proviene y por qué usamos esta palabra? El vocablo “colación” aparece definido en el diccionario como el “acto de conferir un grado en la universidad”; entonces, advertimos que “colación” pertenece a la misma familia semántica que “conferir”.

En efecto, este verbo tiene el valor de “conceder, otorgar, asignar a alguien dignidad, empleo, facultades o derechos”. Nuevamente, la historia de la palabra nos lleva al latín “conferre” y a su participio “collatum”, con el que se vincula nuestro término; este verbo, entre sus múltiples acepciones, ya tenía el significado de “dispensar, dar, conceder premios, favores, cargos”. ¿Y qué se concede en un acto de colación?

Ahí respondemos con la segunda parte de la expresión: se confiere un “grado”, voz que también procede del latín y que tenía el valor de “escalón, paso, marcha”.

Cuando asistimos, entonces, a un acto de colación de grado, estamos siendo testigos del reconocimiento público que se les hace a determinadas personas por haber avanzado un paso o grado en sus  estudios y, en relación con ello, se le otorga el diploma que mencionábamos.

Por ello, el verbo correspondiente a “obtener un grado” es “graduarse”, con el valor de “recibir un título”. Encontramos que la definición del diccionario es incompleta ya que solamente hace referencia a los títulos de bachiller, licenciado o doctor, mientras la realidad actual ha ampliado el espectro original de posibilidades.

Lo que nadie toma en cuenta es que el vocablo “grado” se relaciona con tres términos comunes: “ingreso”, “progreso” y “egreso”. ¿Cómo es posible este parentesco? Una vez más, el conocimiento etimológico y la riqueza que emana del estudio de las lenguas clásicas nos permiten saber que todos estos vocablos se relacionaban con el verbo “gradior”, que significaba “andar, ir, marchar, caminar, avanzar”; el que “ingresa” a una institución (“in-“ tiene el valor de “a, hacia”) entra a caminar en ella, avanza, marcha, va saltando grados para llegar a una meta, a un fin; va “progresando”, es decir, va dando pasos adelante (“pro-“= adelante). Un día, después de haber vencido obstáculos, los pasos o grados se acaban y se “egresa” (“e”= de), esto es, se sale del sistema en el que se permaneció un tiempo y se marcha hacia otros objetivos.

En general, nos hemos referido a estos términos pensando en el fin de un proceso del que se sale con éxito. Y ese proceso, la mayoría de las veces, está vinculado con los estudios. ¿Cuál es el significado etimológico del vocablo “estudio”? Esta voz, derivada del sustantivo latino “studium”, tiene como primera acepción en español la misma que tenía en la lengua de origen: “Esfuerzo que pone el entendimiento aplicándose a conocer algo”.

Luego, vienen otros valores del término, pero el básico, la piedra fundamental de la cual hay que partir para alcanzar todo lo que se va a edificar después, será el esfuerzo, la consagración y dedicación a una disciplina y, por consiguiente, el sacrificio personal, el dejar de lado el facilismo y la dádiva para lograr la meta, esa meta que quedará atestiguada en un diploma y cuya recepción será coronada por aplausos en una ceremonia de colación de grado.

Por último, ¿diremos colación de grado o de grados? Si en la ceremonia a la que vamos a asistir se va a reconocer a todos los graduados el mismo nivel de estudios, será una “colación de grado”; pero, si en la misma ceremonia, se reconocen diferentes niveles o rangos, a través de titulaciones distintas, estaremos presenciando una “colación de grados”.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA