27 de julio de 2025 - 08:00

La historia del pastor mendocino que ayuda a comunidades indígenas en México

A sus 18 años Abel Pérez emigró y se radicó definitivamente en 2012 en Veracruz. Hoy es líder juvenil en una iglesia en Coatzacoalcos.

Desde muy temprana edad, Abel Pérez salió de Mendoza para recorrer el mundo como misionero, conociendo distintas culturas y comunidades, pero sobre todo, para compartir el mensaje de salvación de Jesús. Actualmente, vive en México junto a la familia que formó y es líder juvenil en una iglesia en Coatzacoalcos, Estado de Veracruz.

Antes de ir a México, Abel tuvo la oportunidad de viajar a otros países de Latinoamérica, como Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia, Colombia, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Panamá. "Viajar a conocer otras culturas siempre ha sido algo que me atrapa", admite el joven mendocino.

Sin embargo, al momento de irse de Mendoza para radicarse definitivamente en 2012 en México "no fue fácil" dice Abel. "Cargando en una maleta, literalmente, toda una vida. Dejando atrás no sólo cosas materiales, sino lo más importante... la familia, amigos, y la misma tierra de Mendoza", describe.

México no es sólo el país donde vive, sino el lugar donde encontró la oportunidad de cumplir su propósito de vida. "Lo que me hizo quedarme fue haber encontrado en México mi vocación. Siempre fui alguien a quien le gustaba ayudar a otros", remarca.

Abel Pérez

En su infancia vivió, junto a sus hermanos, una etapa de mucha escasez económica. Gracias al esfuerzo de su madre, lograron salir adelante y, desde entonces, su deseo es que otros también puedan alcanzar sus metas y sueños. Sobre todo, que quienes menos tienen logren avanzar "con fe, esfuerzo y creando oportunidades de crecimiento", según subraya.

Una de sus primeras experiencias en México fue sirviendo como líder misionero en Chiapas, sin saber que luego esa ciudad sería el lugar donde viviría por muchos años. "Ver la necesidad de esta región movilizó mi corazón y no pude quedarme como un simple espectador", señala Pérez.

Observa que muchas veces la sociedad en general se queja de la inseguridad "pero no proponemos nuevas formas de luchar en contra de ella", del gobierno "pero no damos propuestas para mejorar el país", de la pobreza "pero no salimos y damos de comer al pobre". Por lo tanto, "este mundo está necesitando de buenos samaritanos, que se hagan cargo de la realidad y hagan algo por ella", enfatiza.

"Este mundo está necesitando de buenos samaritanos, que se hagan cargo de la realidad y hagan algo por ella" "Este mundo está necesitando de buenos samaritanos, que se hagan cargo de la realidad y hagan algo por ella"

Abel Pérez
 Abel sirviendo en Palo Seco, VillaFlores, Chiapas. Es una comunidad indígena de habla Tzotzil.

Abel sirviendo en Palo Seco, VillaFlores, Chiapas. Es una comunidad indígena de habla Tzotzil.

Oriundo de Godoy Cruz, está casado con Raquel Montes Cruz hace nueve años. Ella es mexicana y diseñadora gráfica. Ambos formaron una hermosa familia con dos hijas, Samara de 8 años, y Dara Ailín de 6. Abel conoció a Raquel en la congregación de su suegro Javier Montes Civaja, quien es pastor del Centro Cristiano de Salvación, donde ambos sirven como copastores en un grupo de jóvenes.

"Nos dedicamos 100% al trabajo de la congregación, aunque también tenemos un segundo trabajo en el rubro del diseño gráfico. Mi esposa tiene una gran capacidad para escuchar a otros. Fácilmente las personas abren su corazón a ella, permitiéndole servirles dándoles una palabra de ánimo", resalta Pérez.

Para él siempre fue fundamental resaltar el valor de la historia, raíces y dignidad de los habitantes de Chiapas. "Por más de ocho años he trabajado en los Altos de Chiapas, comunidades indígenas en zonas frías de montañas, llevando alimentos, ropa y la palabra de Dios", detalla.

Abel Pérez
Raquel Montes Cruz (esposa de Abel Pérez) sirviendo a la comunidad indígena de habla Tzeltal, en Santa Rosalía, municipio de Comitán, Chiapas.

Raquel Montes Cruz (esposa de Abel Pérez) sirviendo a la comunidad indígena de habla Tzeltal, en Santa Rosalía, municipio de Comitán, Chiapas.

Comenta, además, que las enseñanzas no terminaban en las sagradas escrituras, sino que se ampliaban a oficios nuevos como la panadería y carpintería, que les permitiría poder trabajar de ello y avanzar en experiencia laboral, ya que "la gran mayoría sólo sabe trabajar en la siembra de maíz y frijol", explica.

"Hemos dado clases de educación primaria, ayudando a niños y adultos a aprender a leer y escribir. Hemos dado seminarios para la vida diaria como cocinar, tejer, higienes personales, cuidado de niños", describe.

Su rutina como pastor en México

Luego de pasar siete años como residente permanente en México, la rutina de Abel como pastor suele ser variada. Desde reuniones por Zoom durante la mañana, visitar enfermos, programar eventos, escribir, y capacitar líderes, hasta estar en algún velatorio acompañando a determinado miembro de la congregación, ante la pérdida de un ser querido. Su tarea consta de "varios ejercicios ministeriales", donde no tiene "una oficina establecida" y las reuniones suelen darse en su casa, o en una cafetería o dentro del vehículo.

"Prefiero ir donde está el necesitado en vez de decirle que venga a mi oficina", señala, haciendo hincapié en que de eso se trata el servicio a la comunidad.

"Ser líder de una comunidad religiosa requiere de una vida aprobada por Dios y por las personas", expresa, para mostrar su compromiso con Dios y el prójimo, teniendo en cuenta que la gente "presta sus oídos cada semana" en absoluta confianza y búsqueda de ayuda.

"Siempre comparo el oficio pastoral con un maniquí de vidriera. Si las personas ven en uno algo que les agrada, se interesarán en entrar; si ven algo que les disgusta, pasarán de largo. Los líderes religiosos no debemos olvidar que estamos para modelar a quien nos ha llamado al servicio. Hacerlo de la mejor manera es nuestro deber", expone.

Su proceso de adaptación fue "largo pero maravilloso", ya que México es un país rico en cultura, gastronomía "y su gente es asombrosa". Algo particular que le tocó afrontar fue ser consciente que ahí toda la comida es picante, desde los tacos hasta los chupetines.

Abel Pérez
Abel junto a las comunidades indígenas en México.

Abel junto a las comunidades indígenas en México.

“Los líderes religiosos no debemos olvidar que estamos para modelar a quien nos ha llamado al servicio. Hacerlo de la mejor manera es nuestro deber”, subrayó. “Los líderes religiosos no debemos olvidar que estamos para modelar a quien nos ha llamado al servicio. Hacerlo de la mejor manera es nuestro deber”, subrayó.

"Mis hijas me advierten cuando algo pica, así no sufro", comenta risueño. Con respecto al humor, Abel explica que es diferente, donde precisamente "la ironía o el sarcasmo no se entienden igual que en Argentina". Particularmente, las suegras son como una segunda madre, así que los chistes hacia ella "no son bien recibidas".

Lo que más extraña de Mendoza

"Lo que más extraño de Mendoza es estar sentado en la vereda, tomando mate con mi mamá y hermanos mientras veo jugar a mis sobrinos", admite Abel. Y suma: "Extraño mucho la sobremesa. En México no se acostumbra tanto. La charla con la familia o los amigos, donde ninguno se quiere parar de la mesa, hablando de futbol, política, etcétera, mientras se calienta la pava para el mate, el cafecito". Son las costumbres que más arraigadas tiene, a pesar de no vivir en Argentina hace más de 13 años.

En medio de todo su proceso vivencial en México, con múltiples ocupaciones en el ámbito de la iglesia y la familia, el 10 de junio de este año Abel se graduó de licenciado en Teología, en la universidad de Chiapas (UDECH), perteneciente a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez.

"Me honra profundamente tener la oportunidad de expresar unas palabras en este día tan importante, donde concluimos una etapa profundamente significativa para todos. Celebro la finalización de esta carrera con la fidelidad y excelencia hoy concluidas", compartió en un video publicado en Instagram (@abel_h_perez) al recibir su diploma, donde fue reconocido con el promedio más alto: 9.91.

Abel Pérez
Abel Pérez junto a su esposa Raquel Montes Cruz y sus hijas Samara (8 años) y Dara Pérez (6 años).

Abel Pérez junto a su esposa Raquel Montes Cruz y sus hijas Samara (8 años) y Dara Pérez (6 años).

El afecto de los mexicanos por Argentina

Para Abel, la gran admiración que sienten los mexicanos por Argentina puede deberse a "las películas, los libros y la música que exportamos, por los que el mexicano tiene un gran aprecio por nuestro país", observa.

Expresa además su gratitud al remarcar que los mexicanos saben recibir muy bien a los argentinos. Por eso, para muchos de ellos, "conocer Argentina es un sueño por cumplir", cuenta.

Abel Pérez
El 10 de junio de este año Abel Pérez se graduó de Licenciado en Teología, en la universidad de Chiapas (UDECH).

El 10 de junio de este año Abel Pérez se graduó de Licenciado en Teología, en la universidad de Chiapas (UDECH).

Su visión sobre Argentina

En este punto, el joven mendocino sostiene que desde hace varios años la política y la religión se han entremezclado en Argentina. “Me parece que cada cual debe tener su lugar y hacer el trabajo desde la trinchera que le tocó” señala. Además “el político no debe dar sermones y el pastor no debe hacer campaña política con sus fieles. Cada uno debe asumir el rol que le tocó y ser respetuoso con su función", agrega. Sin embargo, "deben trabajar de la mano ya que ambos son necesarios para un país mejor, teniendo cuidado de no pisar el terreno del otro” opina de forma reflexiva.

Abel Pérez

Sumado a eso añade que “hoy Argentina necesita a hombres y mujeres de fe, que se levantes con fuerza para recuperar los que siempre nos han caracterizado: la unidad, el respeto por el prójimo y el celo por una patria próspera”. Explica que cuando un valor es practicado se vuelve una virtud, y cierra diciendo: “quisiera que el mundo mire a la Argentina como un país virtuoso”.

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