La danza, ese lugar de tránsito

Gustavo Lesgart, referente de la danza contemporánea, visita Mendoza después de 16 años para ofrecer un seminario intensivo. En “Tocar, mirar, mover” da un enfoque sensorial y arquitectónico de esa disciplina, que aquí se encarga de explicar.

Pasaron 16 años desde la última vez que Gustavo Lesgart (bailarín, coreógrafo, docente santafesino radicado ahora en Buenos Aires) visitó Mendoza.

Fue en el marco del Festival Nuevas Tendencias, que el año pasado ya cumplió 21 ediciones.

Ahora vuelve, con inquietudes renovadas y mucha experiencia más en la mochila: en el seminario “Tocar, mirar, mover”, este referente de la danza contemporánea argentina, con vasta trayectoria internacional, explicará de forma intensiva las técnicas y saberes adquiridos a lo largo de 30 años de carrera.

“Es un seminario intensivo,  por lo que es acotado y hay que hacer un recorte del material - aclara-. En ese recorte he acentuado la idea de una danza en colaboración, en donde el contacto y el tránsito, el movimiento entre los cuerpos es la materia principal”, explica a Estilo sobre este encuentro, que será hoy y mañana en el Teatro Independencia.

"La mayor satisfacción del trabajo es el trabajo".

Es que sí, el título es evocador: tres verbos en infinitivo que implican necesariamente otro cuerpo. Lo que se toca, lo que se ve, lo que se mueve: “Del mismo modo en que uno baila consigo mismo, pero entendiendo la danza como un lugar de tránsito. Un lugar donde todo el tiempo está desequilibrandose, transitando de uno a otro, de sí mismo hacia el otro y desde el otro hacia uno mismo”, anticipa sobre el seminario, que en las provincias presenta en formato reducido e intensivo.

-¿Qué te dicen los alumnos en el interior?

-En general me encuentro con gente muy entusiasta. En el interior siempre estamos, y hablo en plural porque nací en Rosario, muy ávidos de información y de personas que traigan desde afuera cosas que de algún modo sacuden lo habitual.

Gustavo se fue muy joven de esa ciudad para poder formarse: vivió en Buenos Aires, saltó hacia Nueva York, y después buscó su lugar incesantemente en polos dancísticos como Bruselas o Berlín, hasta que volvió hace cinco años al Río de la Plata.

En el medio, se formó en técnicas de Nueva  Danza e Improvisación con maestros como David Zambrano, Kirstie Simson, Jeremy Nelson, Russel Maliphant, Meg Stuart, Emio Greco, Thomas Hauert y Rebbecca Hilton, entre otros. Su primera pasión fue, sin embargo, la arquitectura, que llegó a estudiar formalmente y que lo influenció en su forma de pensar la danza.

-Vos tuviste que irte al exterior para formarte, ¿crees que se revirtió esa necesidad?

-Eso se revirtió bastante. En aquel momento eran como el inicio de esas técnicas, por lo que no había mucho conocimiento aquí, no había habido demasiado tiempo como para que la gente hubiera salido y hubiera vuelto. Y también era otro momento del mundo: no estábamos globalizados, no había internet, por lo que ni siquiera la información visual funcionaba como ahora, donde te metés a una página de videos y podés ver una obra de danza que se estrenó ayer en Helsinki. En aquel momento, para que te llegara un espectáculo de una compañía europea tenías que hacer un viajazo.

Ahora la información circula mucho más libremente, también podemos viajar más fácilmente. La gente tiene mayor acceso para ir y venir. No es necesario que la gente se tenga que ir para formarse hoy en día.

-¿Puede ser que la arquitectura te haya dejado la inquietud por la espacialidad?

-Sí, definitivamente. En algún momento lo hubiera negado, en principio por ser joven y entonces necesitar independizarme  de una cosa para poder dedicarme a la otra, pero con los años la arquitectura se fue volviendo cada vez más importante, incluso  de lo que había sido en su momento, para mí.

Cuestiones de cómo pensar el espacio, cómo habitarlo,cómo crear un espacio que sea habitable, eso es la danza, y de hecho todas las temáticas de la espacialidad en mis obras tienen que ver con una fuerte mirada arquitectónica, entiendo yo. De hecho, los últimos cinco o seis años, las curiosidades que he tenido en relación a lo coreográfico han partido de la lectura de arquitectos.

-¿Por ejemplo?

-Me interesa mucho Juhani Pallasmaa, un arquitecto finlandés que habla de una arquitectura hecha para los sentidos: la experiencia del cuerpo en la arquitectura. Cómo la arquitectura debería reflejar la experiencia vivida más que la experiencia visual. Entonces, habla mucho del tacto como el sentido primordial en el cuerpo, que en algún modo ha sido relegado por el sentido de la vista.

El tacto es el sentido primordial, y de hecho el resto de los sentidos lo que hacen es especificar el sentido del tacto, en relación a que el ojo necesita ser tocado por la luz. El cuerpo necesita ser tocado  por algo para funcionar, y en relación a eso habla del cuerpo y la arquitectura: el esfuerzo que uno hace cuando se sube una escalera, la inclinación que toma cuando empuja una puerta, la temperatura...

-Esto podría aplicarse a la danza perfectamente...

-Absolutamente. Para la práctica de la danza es fundamental el tacto, y esto también en contraposición a lo que fue la danza en otro momento, cuando era bidimensional y los espectáculos sucedían en escenarios a la italiana, solo de frente. Hoy en día estamos acostumbrados a ver danza desde diferentes lugares, y a crear danza para que sea vista desde diferentes frentes o  ángulos. Uno lo que piensa es el volumen, no el plano.

-Y además de esto, ¿qué más te dejó la arquitectura?

-Creo que algunas cuestiones específicas del vocabulario, esta idea de trabajar el plano, el mapa que uno dibuja en el suelo cuando trabaja, al cual le corresponde siempre un vo hay algo que trabajo grupalmente que también tienen que ver con cuestiones arquitectónicas: cómo construir, como armar redes o retículas entre las personas para trabajar en modo grupal.

-¿Cuál es tu mayor satisfacción como docente?

-La mayor satisfacción del trabajo es el trabajo. Seguir trabajando y seguir comunicándome con la gente a través de él. Es una satisfacción inmensa cuando alguien que ha estudiado con vos o te ha seguido por años se ha convertido en un bailarín que te gusta, o en un coreógrafo del que te interesan sus ideas.

-¿Y cómo definirías la danza?

-Desde lo personal, para mí la danza es una manera de vivir. Mi vida se ha organizado alrededor de mi actividad, de mi profesión. Incluso he descubierto que muchas cosas que hago en la danza se relacionan con cosas que hacía antes. Todo lo que hago tiene que ver con mi profesión, el 80 por ciento de mis actividades.

No transmito algo que está en un libro, transmito algo que está en mi propia experiencia, y eso me ha dado la posibilidad de entender que lo que yo hago, mi labor docente, que  a veces se parece demasiado con mi trabajo como bailarín o como coreógrafo (incluso te diría que es lo mismo), me ha hecho entender que lo que hago es facilitar o dar herramientas a la gente para que ellos puedan vivir su propia experiencia. La convicción de que yo no formo a nadie, sino que de algún modo los informo para que ellos se formen. Entregar herramientas, material, estrategias para poder usar ese cuerpo y habilitarlo, cuando no tiene la posibilidad de habilitarse a sí mismo.

La ficha

Seminario de Danza Contemporánea "Tocar, Mirar, Mover", a cargo de Gustavo Lesgart.
Fecha y hora: Hoy y mañana, de 12 a 15. 
Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo)
Costo: $700. Cupos limitados, solo con inscripción previa. 
Información y contacto:  Graciela Conocente (Facebook), gracielaconocente@yahoo.com.ar y 155-367660. 

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