Sanidad: las enfermedades y plagas en la producción local

Las lluvias despiertan las alertas por las enfermedades de hongos, mientras que los especialistas recomiendan hacer una cosecha limpia para limitar el crecimiento de plagas. Preocupa el efecto de fincas abandonadas.

Los expertos explican cómo se debe actuar ante la presencia de visitantes indeseados en los cultivos. Métodos de prevención y cuidados fundamentales en el proceso productivo.
Los expertos explican cómo se debe actuar ante la presencia de visitantes indeseados en los cultivos. Métodos de prevención y cuidados fundamentales en el proceso productivo.

Con los frutos de las principales cosechas a la vista y las lluvias de verano, en esta época toma una gran importancia el control de enfermedades en vides y frutales. Este tema, además, se vincula con las plagas que afectan a la producción local y los temores por el efecto negativo que tienen las fincas abandonadas.

Las enfermedades y las plagas son temas complejos con muchas aristas. Cada especie y cada afectación tiene sus características, pero podría focalizarse primero en enfermedades de vid y de frutales, para después poner la lupa sobre plagas que afectan la comercialización en el exterior.

Iniciando por las enfermedades de las vides, Gustavo Aliquó, especialista en Viticultura de INTA Mendoza aclara que “cuando las temperaturas aumentan, las lluvias son más frecuentes, la humedad relativa es superior al 90% y ya hay presencia de azúcar en baya (10 ºBrix). Estas condiciones son propicias para el desarrollo de hongos y bacterias causantes de podredumbres de racimos”. Al respecto, hay dos tipos de podredumbres bien diferenciadas.

La primera es la podredumbre seca, causada por un complejo de hongos, siendo el más agresivo y predominante el Botrytis cinerea. En variedades blancas la baya se torna color castaño, mientras que en tintas toman un color violeta rojizo, se deshidratan y adquieren un color marrón. Es una podredumbre seca, observándose racimos momificados y con eflorescencias grises, verdes o negras, dependiendo del hongo causante de la podredumbre.

Aliquó explica que las consecuencias enológicas de esta primera podredumbre son pérdidas importantes de producción, modificación química de la baya y vinos inestables. Hay diversos fungicidas para prevenirla y controlarla. Los momentos oportunos de aplicación son antes del cierre del racimo, comienzo de envero y cuando las condiciones climáticas sean predisponentes para el desarrollo de la enfermedad.

La segunda podredumbre es la ácida y allí intervienen bacterias acéticas, levaduras e insectos como la mosquita del vinagre (Drosophila melanogaster), un agente de dispersión de la enfermedad. “Afecta primeramente las bayas con heridas en su hollejo, para luego infectar rápidamente el resto del racimo. El hollejo se oxida y se torna marrón, la pulpa se licúa y comienza a escurrir por las heridas, quedando el racimo cubierto por chorreaduras de mosto que fermenta y se avinagra”, señala el especialista.

Las consecuencias enológicas de la ácida son importantes pérdidas de producción, mostos de elevada acidez volátil y vinos inestables y de baja calidad (deficientes en color, aromas y sabores). Como el principal agente causal son bacterias, el control con fungicidas es poco efectivo y debe prevenirse con “malla antigranizo y un adecuado control de oídio y demás factores que puedan evitar heridas en el hollejo”.

Enfermedades de frutales

Un especialista en frutales de carozo es Jorge Rossi, de la estación experimental INTA Junín. En su visión, los productores aceptan bien las recomendaciones, pero cada vez hay más fincas abandonadas y “la presión puede haber aumentado, porque un productor quizás hace todo bien pero la propiedad vecina abandonada le va a complicar”. Existen enfermedades micóticas (por hongos), bacterianas y virósicas, pero hay cinco clases de hongos que son los más comunes.

“Una primera enfermedad micótica que hace mucho daño es la llamada ‘mal de munición’ o ‘viruela holandesa’ . Se ve como si hubieran disparado la hoja con una ametralladora. El proceso va de la hoja a la rama y pasa al fruto. Crece en temperaturas templadas y condiciones de humedad relativamente altas, por lo que si tenés una primavera y un verano lluviosos, se dificulta el control”, detalla Rossi.

Una segunda es el “Torque del Duraznero”, que produce una abolladura de las hojas, se empiezan a enrollar y crecen en forma despareja, de manera que debilita la planta y la predispone a otras enfermedades. Es más común verlo en durazneros, menos en damasco y almendros y poco en cerezos.

Una tercera que también gusta de la humedad es la Monilia, llamada podredumbre morena de los frutales de carozo, que ataca a durazneros, cerezos y puede llegar a atacar manzanos y perales. A los frutos verdes o maduros les aparecen manchas pardas, con una podredumbre blanda. Generalmente el fruto se empieza a podrir estando verde y cae, pero el hongo puede seguir en el fruto después de la cosecha y por eso hay que hacerle un tratamiento físico.

Una cuarta, micótica, que se diferencia en que prefiere la sequedad, es el Oídio del Duraznero, también llamado hongo del desierto. “Se ven en hojas como si fueran algodoncitos. Son manchas blanco-grisáceas en ramitas. Ya avanzado aparece ese micelio, esa especie de algodón que puede atacar el fruto. Te deja una mancha en el fruto que lo deprecia comercialmente”, señala Rossi.

La quinta y última es la Roya de los frutales de carozo, más común en ciruelo. Aparecen manchas amarillentas en los bordes de las hojas, y después lesiones alargadas en las ramas. El especialista del INTA Junín explica que tiene la característica de que si se da vuelta la hoja se ven como unos puntitos naranja. “Ésta es muy frecuente cuando hay muchas lluvias, y como los ciruelos se cosechan entre febrero y marzo, suelen verse afectados”, afirmó.

Rossi considera que “la clave en estas enfermedades fúngicas es todo lo preventivo, porque se vuelven un poco incontrolables cuando ya existen, más si esa temporada se dan las condiciones climáticas que les permiten multiplicarse”. Algunas prevenciones son eliminar frutos momificados, podar y eliminar las ramas afectadas, hacer tratamientos con aceite en el invierno y aplicar fungicidas inorgánicos en la primavera.

Las lluvias despiertan las alertas por las enfermedades de hongos, mientras que los especialistas recomiendan hacer una cosecha limpia para limitar el crecimiento de plagas.
Las lluvias despiertan las alertas por las enfermedades de hongos, mientras que los especialistas recomiendan hacer una cosecha limpia para limitar el crecimiento de plagas.

Mosca del Mediterráneo

Hablando de plagas, una renombrada es la Mosca del Mediterráneo. Muy agresiva, se presenta en más de 40 especies, sobre todo en frutales de carozo, pepita y hortalizas. El daño directo es que el gusano o larva va comiendo la pulpa hasta que la fruta cae del árbol, pero además debe sumarse el daño indirecto de cerrar mercados extranjeros.

Desde el Iscamen, Gustavo Taret es parte de la mesa técnica de coordinación del programa de Mosca del Mediterráneo y explica que la plaga es una traba para acceder a mercados importantes como Estados Unidos, México, China y Japón. Tras mucho trabajo, en Mendoza, los oasis Sur y Valle de Uco están declarados como libres y los del Norte y Este tienen el estatus de “baja prevalencia”, un nivel muy bajo que permite la comercialización.

“Dentro de los oasis de baja prevalencia, desde hace dos años se implementa una estrategia de avance por fases, donde hemos planteado áreas dentro de los oasis como zonas libres. En el Este se ha liberado la zona de La Paz, Las Catitas y La Dormida; y en el Norte, la zona de Ugarteche y Agrelo. Son zonas cercanas a los oasis libres”, explica Taret. Incluso, el año pasado se iniciaron exportaciones a Estados Unidos desde el oasis Sur, y China reconoció a ese oasis y al Valle de Uco como zonas libres.

Otro cambio es la “técnica del adulto frío”. Para controlar la plaga se utilizan insectos estériles, de modo de cortar la procreación. Era habitual lanzarlos desde un avión dentro de bolsas que cuando caían se liberaban, debían madurar y ahí intentaban reproducirse. Ahora, se libera al adulto “dormido” en bandas desde el avión, ya alimentado y maduro sexualmente. Para dimensionar el tema, en la bioplanta del Iscamen se producen 250 millones de machos estériles para Mendoza, Patagonia, Chile y Bolivia (y hay tratativas para exportar a Marruecos).

Como la técnica es aérea, llega también a las plantaciones abandonadas, pero aquí la preocupación pasa por la existencia de fruta. “Supongamos que aparece algún adulto silvestre. Si hay fruta puede desarrollarse. Las fincas abandonadas no son ideales para el control de ninguna plaga. Es un factor negativo en general”, apuntó Taret.

Reclamos para Lobesia

La plaga vitivinícola que más se combate en estos momentos es la Lobesia Botrana, o Polilla de la Vid, entrada en Mendoza recién en el nuevo siglo. Según datos del Iscamen, para 2019 se había llegado a erradicar el 95% de la plaga, pero las idas y vueltas respecto de los fondos, hacen que todavía persista. Esta temporada se trabajó para mantenerla: la Nación aportó un monto de $254 millones y la provincia $131 millones, de los cuales espera recuperar de los productores cerca de $50 millones. Para erradicarla haría falta un presupuesto total de entre $700 y $800 millones.

Matías Manzanares, gerente de la Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM), cuestiona que en 2015 el Congreso Nacional aprobó una ley para controlar y erradicar la plaga pero, como no se reglamentó, el Gobierno nunca aportó la totalidad de los fondos necesarios: “Insistimos permanentemente porque, con la excusa de la no reglamentación, la Nación nunca puso la plata completa para erradicar la plaga”, protestó.

“Si la polilla entró porque el Senasa no controló como debía controlar en la frontera, es un problema de la Nación. Entonces ellos se tendrían que haber hecho cargo, como lo dice la ley, pero, al no reglamentarse, nunca pusieron la plata para la erradicación. Después se sancionó una ley en la provincia que dice que hasta 10 hectáreas no se paga, y después los productores debían poner dinero para afrontar esta erradicación”, explicó Manzanares.

Otra entidad que sigue el tema es la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas de Argentina (Acovi). Fabián Ruggeri, responsable de la comisión contra la Lobesia, comenta que esta última temporada se logró mantener el trabajo previo con aportes de la Nación, la provincia y productores, y que son necesarios más fondos para erradicarla.

“Estamos trabajando con legisladores nacionales de modo de modificar la ley existente, por ejemplo para que no tenga plazos de años, y reglamentarla. Ahora la Lobesia afecta a San Juan, Salta y Entre Ríos con arándanos. La verdad es que muy poco se ha hecho desde los legisladores nacionales que son de la provincia”, apunta Ruggeri.

El representante de Acovi en el tema Lobesia también señala la preocupación por las hectáreas abandonas donde nadie aplica curaciones, y eso perjudica al resto: “Es positivo que se hagan aplicaciones con aviones, una parte es mejor que nada, pero todavía queda mucho sin fumigarse porque son fincas en estado de abandono o semiabandono y la gente no las trabaja”.

Manzanares coincide con la importancia de trabajar en conjunto porque las fincas abandonadas son un problema, y cree que es clave “la coordinación del Iscamen con todas las entidades” para, de esa forma, “salir a atacar todos, porque vamos acorralando a la plaga pero nunca la terminamos de eliminar. Necesitamos el apoyo y el esfuerzo de todos los legisladores para que acompañen a esta ley nacional y se envíen mayores fondos”.

Las lluvias despiertan las alertas por las enfermedades de hongos, mientras que los especialistas recomiendan hacer una cosecha limpia para limitar el crecimiento de plagas.
Las lluvias despiertan las alertas por las enfermedades de hongos, mientras que los especialistas recomiendan hacer una cosecha limpia para limitar el crecimiento de plagas.

Carpocapsa y Grafolita

Además de Mosca del Mediterráneo y Lobesia Botrana, dos plagas importantes en Mendoza son la Carpocapsa (el típico gusano de pera, manzana, nogales y membrillos), y la Grafolita, que varios conocen como “el gusano del brote del duraznero”. Guillermo Azin, coordinador del programa Lobesia, Carpocapsa y Grafolita del Iscamen, explicó que las tres tienen un tratamiento similar por ser polillas.

La Carpocapsa es un impedimento para la exportación a Brasil, país libre de esta plaga. El gusano come las semillas de frutales de pepita, genera daños en el desarrollo de los frutos y después produce orificios en la fruta. Por otro lado, la Grafolita afecta a frutos de carozo como durazno, ciruela y cereza. Es muy voraz con los brotes y es un impedimento para ingresar a México.

Después de la cosecha se recomienda no dejar frutas en las plantas para evitar la multiplicación. Entre junio y julio, la poda también debería tener un fin sanitario, es decir, eliminar ramas mal ubicadas y permitir que las gotas de los agroquímicos cubran la planta. “Otra práctica recomendada en invierno es calibrar y poner a punto las pulverizadoras, para que después tiren lo que corresponda en cuanto a volumen y cantidad”, agregó el especialista. Para las tres plagas, entre agosto y setiembre deben colocarse difusores de feromonas. “El mecanismo es el mismo, sólo cambian las drogas porque cada plaga tiene su feromona específica para provocar la confusión sexual. Después, en octubre, vendrá la primera alerta con el control de insecticidas y, si hay descendencia, se los mata con insecticidas. En diciembre hay una segunda alerta para volver a fumigar”, detalló Azin. Si bien un productor puede no usar las feromonas por su costo elevado y hacer directamente la fumigación de octubre, tendrá que combatir al 100% de los huevos que hayan generado los adultos. En cambio, si pusiera el difusor en primavera, se estima que ya redujo a un 5% el porcentaje de huevos y larvas. En todos los casos, Azin recomienda el monitoreo de plagas en las fincas, esto es, determinar el nivel de plaga que uno tiene y dónde está más complicado para “apuntar todos los cañones”. Dicho de manera simple, sería como pesarse en una balanza antes de querer bajar de peso, lo que permitirá saber si hace falta un tratamiento y, en caso de aplicarlo, ver qué tan efectivo es.

Otras enfermedades graves y sus daños

Dos avances que se han dado en los últimos años desde el INTA Junín respecto a frutales son los trabajos sobre el Plum Pox Virus (más conocido como virus de la Sharka) y sobre la caída por mancha roja de las ciruelas D’Agen.

El virus de la Sharka es la enfermedad virósica más destructiva para las plantas de carozo, ya que, además de arruinar los frutos y ser desagradable a la vista, no tiene cura. La estación experimental de Junín dispone ahora de un laboratorio que permite indicar si se trata del virus y erradicar la planta antes de que afecte a los otros frutales.

Respecto de la caída por mancha roja, no es una enfermedad sino una sintomatología que hace que el fruto caiga antes de adquirir el azúcar necesaria, y puede afectar hasta el 20% de una producción. Tras décadas de intentar combatir el fenómeno, ahora se experimenta con plantas resistentes a esta caída.

“Experimentamos con ciruelos de donde los productores nos indicaban que se caía menos o no se caía. Hacemos seguimiento hace más de 9 años con 37 clones y detectamos que, en al menos tres, la caída es menor y tienen una diferencia en producción al resto. Si el productor plantara este material, que sabemos que funciona en el Este de Mendoza, podríamos escapar a este fenómeno de caída por mancha roja”, apunta Rossi.

Para completar la lista de enfermedades relevantes en frutales, dentro de las bacterianas es importante la Agalla de Corona, que afecta a plantas de carozo y de pepita. Genera tumores en las zonas de las raíces y tampoco tiene cura, por lo que debe erradicarse la planta antes de que se contamine el suelo. Otras enfermedades que afectan a frutales de pepita son el virus del mosaico, la sarna de manzano, la sarna del peral, la cancrosis y la podredumbre de cuello.

Más de $10 millones en créditos para sanidad

El Instituto de Desarrollo Rural (IDR), junto con el Iscamen, es unidad administradora y ejecutora de un fondo rotatorio para microcréditos, destinado a mitigar la incidencia de plagas en frutales de carozo y pepita en toda la provincia de Mendoza. Roberto Burgos, del equipo técnico del área de Proyectos de IDR, comentó que el financiamiento es para adquisición de plaguicidas, trampas de monitoreo, difusores de confusión sexual y otras metodologías que Iscamen recomiende.

El programa está destinado a productores frutícolas (personas físicas o jurídicas) titulares de cultivos de carozo y/o pepita, radicados en Mendoza y que integren preferentemente el Sistema de Mitigación de Riesgos del Iscamen. Se puede pedir $15.000 por ha de frutales con un máximo de $300.000 por postulante, con plazo total para devolución máximo de 12 meses incluyendo hasta seis meses de gracia.

Según detalla Burgos, ya se han financiado 72 proyectos en los departamentos de General Alvear, San Rafael, Luján de Cuyo, San Carlos, Tunuyán, Tupungato, Santa Rosa y Rivadavia. El monto total asciende a $10.208.000, mejorando la sanidad en una superficie de 1.900 ha de frutales

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