Productores de melones esperan una buena temporada, pero les preocupa la sequía

Si bien las heladas causaron una pérdida de producción, esperan que las inclemencias les den un respiro después de dos años de daños por granizo. La sandía enfrenta la escasez de agua.

El melón tiene una fuerte producción en Lavalle. Fotos: Mariana Villa / Los Andes
El melón tiene una fuerte producción en Lavalle. Fotos: Mariana Villa / Los Andes

Dos años atrás, el 12 de noviembre de 2020, una tormenta de granizo afectó varios distritos de Lavalle y se perdieron unos 13 millones de kilos de melón. Con ese recuerdo aún fresco, ya que en 2021 volvió a haber pérdidas por la piedra, los productores de esta fruta comentan que esperan que este año no se repita el fenómeno, ya que podrían tener una temporada relativamente buena. Esto, pese a que las heladas causaron una merma en la cantidad de melones que han dado las plantas.

Sin embargo, les preocupa la disponibilidad de agua y manifiestan que se debe buscar una alternativa para que los pequeños productores puedan implementar sistemas más eficientes, ya que, de lo contrario, dejará de ser rentable la producción hortícola y frutícola, porque la crisis hídrica sostenida está teniendo como resultado una menor productividad.

José Ortiz, integrante de Lacofrut, cooperativa de productores frutícolas de Lavalle, comentó que vienen complicados, porque la helada les hizo bastante daño, que no se apreció en un primer momento, pero sí empieza a ser evidente ahora. Estimó que la reducción debe estar en el orden del 20% al 30%, porque se perdieron uno o dos cuajes (y con ello, frutos) y, además, las frutas son de menor tamaño.

Los “meloneros” lavallinos comenzaron con la cosecha el 8 de diciembre; un poco después de lo habitual, ya que se suele empezar a fines de noviembre, y esto también fue producto de las heladas, que atrasaron el desarrollo y maduración de las frutas.

El año pasado, comentó Ortiz, el granizo los castigó bastante. Y si bien las bajas temperaturas de principios de noviembre de este año llegaron a Lavalle, creían que no habían tenido impacto en los cultivos, pero resultó que sí. De todos modos, no alcanza el 50% de merma, que es el mínimo que establece la ley para poder ser considerado en situación de emergencia agropecuaria y acceder a una serie de beneficios.

Ortiz sumó que, además, se consideran todas las siembras que tiene un productor en su finca y, si bien hubo afectación en viñedos, melones y zapallos, otros cultivos no tuvieron problemas y no iban a llegar a ese porcentaje de daño.

El director de Desarrollo Económico y Turismo de Lavalle, Juan Jaime, detalló que hay 307 productores en el departamento que realizaron la denuncia en el registro de la Dirección de Contingencias Climáticas, por haberse visto afectados por las heladas. Esos agricultores denunciaron afectación en 410 fincas (algunos son propietarios de dos o más) y se ha llegado a unas 5.300 hectáreas, de las cuales 4.370 son de vid, 340 de frutales y 280 de hortalizas. Además, acotó hay otros que tienen contratos o son aparceros y no pudieron registrarse.

El funcionario señaló que ahora están esperando que los tasadores completen el relevamiento para conocer el número definitivo de hectáreas afectadas y el porcentaje de daño promedio. Añadió que estiman que habría unas 2 mil hectáreas con una afectación por encima del 50%; es decir, con el nivel que ya las encuadra en situación de emergencia (y por encima del 80%, en desastre agropecuario).

En cuanto al melón, Jaime indicó que los más afectados han sido los cultivos de las variedades primicia, porque, aunque estaban avanzados, las temperaturas fueron bastante bajas. Acotó que ya ha empezado la cosecha y, por lo que ha podido ver y los comentarios de productores, sería una temporada relativamente normal, en cuanto a producción. Pero reconoció que queda mucho tiempo por delante y que esperan que no haya granizo ni tampoco demasiada acumulación de lluvia, porque también complica al cultivo.

De hecho, hay un video que un productor compartió en las redes sociales en el que se puede observar una gran cantidad de melones de “descarte”, porque, cuando llueve mucho, como ha sucedido estos últimos días, se rajan y no pueden ser comercializados.

Raimundo Fuentes, quien tiene su finca en El Paramillo, a unos 5 kilómetros de villa Tulumaya (cabecera departamental de Lavalle), comentó que la helada de los primeros días de noviembre le llevó un 40% de la producción. Y que, si bien logró recuperar el cultivo, se perdió la primera flor, la planta se estresa y, aunque se reactive, ya no es lo mismo. Además, el proceso se atrasó un poco.

El productor indicó que, luego de eso, “vienen bien”, porque el clima está ayudando porque no han tenido hasta ahora problemas con el granizo, pero que las altas temperaturas les están causando algunas dificultades.

Calor y poca agua

Aunque las heladas impactaron en la producción de melones, con una reducción en la cantidad de fruta, la principal preocupación de los productores es el efecto que la escasez hídrica está teniendo en el tamaño de los frutos y también en el número. Juan Jaime mencionó que la falta de agua se ha notado en el cultivo de melón, sobre todo en el tercer fruto y en las fincas que dependen del riego superficial.

El funcionario municipal explicó que cada vástago suele dar, en promedio, tres o cuatro frutos. Pero que, por no haber recibido suficiente agua, los terceros han quedado más chicos o directamente se han secado. De todos modos, aclaró que han tenido algunos comentarios sobre esta situación, pero no se trataría de algo extendido.

José Ortiz indicó que, con los calores extremos que hacía casi 30 años no se registraban en diciembre, las plantas están teniendo un estrés importante y esto hace que los melones tengan un tamaño inferior al de otros años. Sumó que toda la provincia está teniendo un problema hídrico significativo y que Lavalle no queda exceptuado de esta problemática.

De hecho, de los 25 socios de la cooperativa Lacofrut, 22 tienen riego por goteo, pero unos 10 dependen del agua que les llega con el turno de Irrigación para llenar el reservorio que utilizan con el sistema presurizado. Y algunos no han recibido suficiente como para llenarlo y poder darle a la planta todo el líquido que necesita y tampoco cuentan con una perforación para complementar el recurso.

Raimundo Fuentes, productor, comentó que tienen turno de riego cada 15 días y, con eso, “no hay planta que aguante”, porque en Lavalle las temperaturas llegan a los 40° (o los superan). Esto lo llevó a implementar un sistema casero de riego por goteo y a construir él mismo un pequeño reservorio, luego de pedir un subsidio o crédito blando para poder acceder a una instalación tecnificada, pero se encontró con que el trámite era muy burocrático y finalmente no pudo acceder a financiamiento a tasas accesibles.

El productor señaló que es imperativo buscar la forma de brindar soluciones para el riego, porque incluso los pozos se están secando, y se debe encontrar una manera de que los pequeños productores subsistan. Es que, si bien unos años atrás estaban tratando de invertir en modernización, en las últimas temporadas se han visto arrinconados por el granizo, las heladas y la sequía. En esta línea, acotó que contar con dos o tres hectáreas con malla antigranizo les permitiría tener asegurada esa producción mínima cada año.

Precios y calidad

Los productores consultados plantearon que los precios no son malos para el contexto de crisis económica, pero los costos son altos. “Los precios están, dentro de todo, bien para como está el país y considerando que el melón es una fruta”, mencionó Ortiz. Es que saben que, cuando el bolsillo se achica, las familias siguen consumiendo ciertas verduras y hortalizas, pero resignan el consumo de frutas. Y sumó que la escasez de durazno, por las heladas, ha favorecido el consumo de melones.

En cuanto a la calidad, indicó que es buena y que las frutas están alcanzando los grados brick adecuados, es decir, la dulzura que el consumidor espera encontrar. Pero insistió con que el tamaño es menor al acostumbrado, por la falta de agua y el calor.

Fuentes coincidió en que los precios están a un nivel base, aunque cuando compran fertilizantes o agroquímicos deben pagar a valor dólar. Como reiteran los productores agrícolas en general, que comercializan su producción en el mercado interno, planteó que compran insumos en dólares (blue) y venden en pesos. Esto ha provocado que este año la diferencia haya sido mínima y casi estén subsistiendo, porque, además, se ha encarecido el canon de Irrigación -al tiempo que viene menos agua- y también ha subido la tarifa eléctrica para riego.

El agricultor señaló que hoy apuntan a la calidad, porque es lo que exige el mercado, pero que les está costando alcanzarla por el problema del agua. Indicó que él tiene 33 hectáreas y que con el turno podía regar toda esa superficie unos años atrás, mientras ahora apenas le alcanza para 5 hectáreas y el resto tiene que regarlo con agua de pozo, que prácticamente está funcionando las 24 horas.

Omar Carrasco, presidente de la Unión Frutihortícola Argentina, indicó que recién están llegando a los mercados de abasto locales los melones y las sandías mendocinas. Hasta ahora, venían ingresando las de provincias del norte, al igual que los cítricos de Entre Ríos y la banana de Bolivia, Brasil, Ecuador y Paraguay.

Son precios altos para el consumidor y bajos para el productor”, indicó para resumir la situación. Los mercados, comentó, están tranquilos por ahora y no hay un fuerte movimiento de las frutas en general, porque lo valores son elevados para una economía en crisis. Esto, pese a que el verano y las Fiestas de Fin de Año suelen favorecer el consumo de estos productos, en particular de los que se utilizan para preparar la tradicional ensalada de frutas. Carrasco añadió que quien llevaba un cajón, ahora está llevando medio o sólo unos pocos kilos.

Temor al granizo

Además de a la falta de agua, los “meloneros” temen a las tormentas de granizo. Es que, si bien empezaron a recolectar los primeros melones a principios de diciembre, suelen terminar de cosechar los últimos en abril, ya que van sembrando por etapas -cuatro o cinco- para tener fruta durante todo el verano y los primeros días del otoño.

Esto los expone a la posibilidad de que una tormenta de granizo cause daños o llegue a arrasar con los cultivos. “Uno ve una nube y le tiembla el cuerpo”, lanza Fuentes, a quien la piedra le llevó toda la producción de melones -casi 20 hectáreas- en 2020 y le causó una gran afectación la temporada pasada. “Dos años seguidos me agarró a mí y estamos rogando que este no”, acota, ya que asegura que salió como pudo, pero lo pasó muy mal, porque es difícil sostener la producción con dos años consecutivos de pérdidas por el granizo.

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