Heladas tardías: cómo combatirlas y cuánto costará esta temporada

Este año ha habido una buena acumulación de frío, por lo que muchas plantas están listas para brotar y florecer. De caer por debajo las temperaturas, podría haber daños

Foto: Claudio Gutiérrez / Los Andes
Foto: Claudio Gutiérrez / Los Andes

Este año, las bajas temperaturas comenzaron a sentirse bastante pronto, por lo que las plantas ya han acumulado las horas de frío que necesitan para empezar a reunir las de calor que permitirán que se reactiven. Las jornadas cálidas que se esperan este fin de semana podrían generar que algunas variedades comiencen su ciclo en los próximos días, lo que las hace susceptibles al daño por heladas tardías.

Existen diversas acciones que los productores pueden realizar para intentar reducir el daño cuando las mínimas caen por debajo de cero en el momento desde que aparecen las flores hasta que el fruto cuajado alcanza un determinado tamaño. Incluyen desde la compactación del suelo, el riego preventivo y la plantación de cortinas forestales, hasta la lucha activa con quemas, la utilización de ventiladores y el riego sub o supra arbóreo.

En términos generales, porque es variable según el diseño de la finca, el sistema elegido y la fuente de provisión de agua, un sistema de defensa contra heladas y goteo tiene un valor de U$S 6.500 por hectárea (+IVA). En junio, el gobierno provincial lanzó una línea de financiamiento específica para la adquisición de equipos de riego, obras complementarias y sistemas de riego por aspersión sub arbóreo o supra arbóreo para la protección contra heladas, con tasas bonificadas, que ha generado bastante interés; sobre todo por la posibilidad de recibir, además, un reintegro a través de Mendoza Activa (ver aparte).

Guillermo Urruti, coordinador de la Red de Estaciones Agrometeorológicas (de la Dirección de Contingencias Climáticas de la provincia), detalló que las plantas necesitan una cierta cantidad de frío, tanto de intensidad como de horas de bajas temperaturas, que depende de la especie y de la variedad. Una vez que logran acumular esas horas, están preparadas para florecer en cuanto comienzan a subir las marcas, lo que en la provincia sucede a partir de mediados de julio.

En 2022, señaló, el frío comenzó bastante temprano, por lo que a finales de junio ya se habían reunido las horas de frío necesarias y las plantas están más susceptibles a florecer; en especial luego de que las últimas semanas ha habido temperaturas algo elevadas, que han generado un estímulo. De ahí que algunas variedades, como almendros de cultivo temprano que se encuentran en Maipú, ya están al borde de la floración. Urruti resaltó que, si bien se piensa en el inicio de la primavera el 21 de setiembre, para las plantas sucede bastante antes, alrededor del 15 al 20 de agosto.

Cuando hay días de temperaturas primaverales en agosto, las plantas interpretan que ya ha comenzado la época de calor y brotan y florecen, por lo que, cuando vuelven a descender las marcas, hay riesgo de que sufran daños por heladas (que se conocen como tardías). Esto, debido a que, en el invierno, cuando están “dormidas”, tienen poca cantidad de agua lo que les permite ser más resistentes al frío y alcanzan a soportar hasta -15°; mientras que cuando comienzan a hidratarse, se hinchan las yemas y aparecen la flores, están más vulnerables, ya que el agua que contienen se congela y rompe el interior, lo que puede suceder con apenas -1°. La mayor vulnerabilidad, sumó Urruti, se da entre la floración y el fruto pequeño.

El ingeniero agrónomo Javier Chaar, de la Agencia de Extensión Rural del INTA Guaymallén, coincidió en que la acumulación de frío ha sido importante este año, ya que el mes pasado hubo varias semanas de bajas temperaturas. Esto implica que ya se cumplió con ese “requisito” para la floración. Es que, cuando los inviernos son menos rigurosos, el comienzo del nuevo ciclo se demora.

En cuanto a la probabilidad de que se produzcan heladas tardías y de que estas generen daño, comentó que depende mucho del momento de floración de las distintas variedades -cada una tiene diferentes requerimientos de frío y calor- y de las temperaturas que haya en las próximas semanas. Además, hay variaciones entre los distintos oasis de la provincia. Por eso, acotó, salvo en aquellos años en que se producen heladas generalizadas, en la mayor parte de las ocasiones, se dan sólo algunos distritos. Y el que afecten a la producción responde a la fenología de la planta, es decir, a que se hayan desarrollado los órganos florales cuando los registros caen por debajo del cero.

La mayor susceptibilidad, explicó, se da cuando el fruto está cuajado: la flor ha perdido sus pétalos y el fruto tiene aproximadamente medio centímetro de diámetro. Si en ese momento se producen heladas, es de esperar daño. En el caso del duraznero, por ejemplo, en promedio entre las distintas variedades, se observa una afectación del 50% cuando hay -1,8°. En cambio, cuando la flor está abierta, para que se produzca el mismo porcentaje de daño, la temperatura debe caer a -2,8%. De ahí que la ventana crítica se da entre la flor abierta y el fruto cuajado.

Heladas en Valle de Uco en setiembre de 2019. Foto: Claudio Gutiérrez / Los Andes
Heladas en Valle de Uco en setiembre de 2019. Foto: Claudio Gutiérrez / Los Andes

Primavera 2022

Si de temperaturas se trata, Juan Rivera, investigador adjunto en el Programa Regional de Meteorología del Ianigla (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, CCT-Conicet), comentó que, en líneas generales, en el trimestre agosto-septiembre-octubre estarán por encima de lo normal.

El pronóstico extendido del Departamento de Ciencia de la Atmósfera y los Océanos de la Universidad de Buenos Aires, sumó, muestra que es de esperar menos eventos extremos fríos en la región de Cuyo. Aunque aclaró que esto sólo significa que hay menos probabilidades de registrar temperaturas mínimas muy bajas y que podrían ser normales y no necesariamente altas.

Pero Rivera también reconoció que el problema con las heladas es que, por más que los registros estén por encima de lo normal un año, se necesita un único evento con temperaturas por debajo del umbral que resiente a la planta, para que la producción se vea afectada. Y los pronósticos que permiten conocer esta probabilidad no son los estacionales sino los que anticipan las marcas con unos pocos días de antelación.

El coordinador de la Red de Estaciones Agrometeorológicas de la DCC añadió que, si bien esta semana pasada se esperaban heladas, la mayoría de las plantas están sin hojas y todavía dormidas. Ahora, indicó, están iniciando el monitoreo de los cultivos junto con el Instituto de Desarrollo Rural, para conocer las fechas más precisas de floración de los frutales de carozo y de pepita, que suelen empezar a mostrar las primeras flores a partir del 15 al 20 de agosto. Y añadió que este año se han adelantado unos días en los oasis Norte y Este, que son los más cálidos.

Los relevamientos históricos del área de Meteorología de la Dirección de Contingencias Climáticas de la provincia muestran una leve tendencia a un posible efecto de temperaturas generales más altas, que pueden relacionarse con el calentamiento global. Esto genera inviernos más suaves, pero, en caso de producirse heladas, pueden ser más dañinas por encontrarse las plantas menos preparadas y haber florecido o brotado antes. Urruti destacó que se trata de cambios muy leves y que se deben continuar los estudios durante varios años más, antes de poder llegar a resultados concluyentes.

Por otro lado, comentó que desde hace algunas décadas se ha comenzado a prestar más atención a las variaciones de la corriente del niño ya que, de acuerdo con los cambios de temperaturas en los océanos, se generan condiciones denominadas “Niño” y “Niña”, que provocan variaciones importantes -pero no permanentes-. En este momento, el hemisferio Sur está bajo el efecto del fenómeno ENOS (El Niño - Oscilación Sur), de tipo Niña. De ahí que este invierno haya resultado un poco más frío y seco de lo habitual, y que se pueda esperar también un verano más cálido.

Defensa activa

Aunque existen diversos métodos de control de las heladas, los especialistas coinciden en que uno de los más efectivos es la aspersión de agua, que, además, no tiene un impacto negativo en el medio ambiente, como sí sucede con la quema de leña o de combustibles sólidos. Hay dos métodos principales: el riego subarbóreo y el suprarbóreo.

Mauricio Marín, quien comercializa sistemas de riego por goteo y por aspersión en San Rafael, comentó que casi todos los proyectos que se desarrollan en el sur provincial apuntan al subarbóreo (por debajo de la planta), que se basa en el hecho de que cuando el agua pasa del estado líquido al sólido, libera calor. Por eso, se necesita un riego permanente hasta después de la salida del sol, ya que cuando el hielo se derrite, se produce el efecto contrario.

En tanto, el supraarbóreo (en la parte de arriba de la planta, con aspersores) crea una especie de “iglú” para las yemas, que las mantiene a cero grados y evita que se congelen. Este sistema, detalló, no es recomendable en la zona, por el tipo de heladas y las brisas. Y si bien reconoció que el primero es un poco menos eficiente, ya que, si las temperaturas caen demasiado, los grados que eleva pueden no resultar suficientes, siempre va a disminuir un poco el daño; mientras que el segundo puede fallar por completo.

Marín detalló que un sistema de defensa contra heladas y riego por goteo demanda una inversión, en términos generales, de unos U$S 6.500 por hectárea (+IVA). Pero aclaró que el monto puede variar según el diseño de la finca y el sistema, y la fuente de agua, entre otros factores.

Asimismo, planteó que el productor debe pensar en la provisión del líquido, ya sea por perforación o a través de la construcción de una represa para acumular el recurso que le llega en cada turno de riego. La ventaja de utilizar este instrumento como defensa contra las heladas es que se puede utilizar también para regar por goteo, ya que el primer uso demanda mucho más líquido. Sí se debe tener en cuenta que se necesita un doble tendido, porque el subarbóreo va hilera por medio y el de riego utiliza dos por línea.

Recientemente, Marín había comentado que había dificultades para conseguir los insumos para estos sistemas de riego por las trabas a la importación. Ahora, expresó que se están consiguiendo porque se han movilizado stocks que había en el país. De todos modos, señaló que muchos proveedores externos han aumentado los precios en dólares, debido a que los importadores les pagan con 180 días de demora (por los plazos que ha fijado Nación).

Hay quienes plantean sus objeciones a utilizar agua para combatir las heladas en un contexto de crisis hídrica. Sin embargo, Javier Chaar advierte que optar por quemar gasoil u otros combustibles fósiles es muy caro y genera un daño en el ambiente. En cambio, cuando se recurre al líquido, aunque se puede usar una buena cantidad, en caso de que tenga una baja cosecha, el productor sigue regando la planta, por lo que el uso del recurso termina siendo mucho menos eficiente (en términos de cuánto se utilizó por kilo de producción).

Viñedos afectados por las bajas temperaturas. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Viñedos afectados por las bajas temperaturas. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Helada temprana

Aunque las temidas por los productores son las heladas tardías, Nicolás Vicchi, subgerente de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), contó que los productores de la zona Sur y el Valle de Uco están preocupados por la que se produjo de modo anticipado, en marzo, ya que temen que pueda llegar a tener un impacto en la próxima cosecha.

Sobre esto, el ingeniero agrónomo Javier Chaar, de la Agencia de Extensión Rural del INTA Guaymallén, reconoció que las primeras heladas suelen ocurrir a principios de mayo, por lo que la de marzo fue muy temprana y puede haber afectado los órganos florales, que se empiezan a formar en enero y para el tercer mes del año se encuentran en la etapa de diferenciación, en la que se forman las estructuras femeninas y masculinas. Pero planteó que el daño que pueden haber causado las bajas temperaturas dependerá de la intensidad del frío.

Y sumó que hay varias situaciones que pueden afectar la cantidad de flores que finalmente saldrán, como la insuficiente acumulación de frío. De hecho, incluso las bajas temperaturas en el invierno pueden reducir la resistencia de la yema, si se producen unos días de “veranito” en plena temporada invernal, y luego vuelven a descender, ya que se produce un efecto de desaclimatación. Y es de esperar que esto ocurra con mayor frecuencia, producto del cambio climático.

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