La cosecha vitivinícola de este año es un 16% más baja que la del año pasado

Se anticipaba un menor rendimiento, pero la caída de la producción se acentuó con las contingencias climáticas. Casi todas las variedades y zonas de la provincia se vieron afectadas durante toda la temporada.

Se anticipaba un menor rendimiento, pero la caída de la producción se acentuó con las contingencias climáticas. / Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Se anticipaba un menor rendimiento, pero la caída de la producción se acentuó con las contingencias climáticas. / Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Las particularidades climáticas de este año provocaron el adelantamiento de la maduración de las variedades tardías y el solapamiento de la recolección de las que, tradicionalmente, se levantan de modo escalonado. Esto ha provocado que, en la provincia, la cosecha casi esté terminada y se pueda observar, según los datos del INV, una reducción del 16% con respecto a 2021 para toda la provincia.

El año pasado, la producción en Mendoza alcanzó los 15.630.880 quintales. El Instituto Nacional de Vitivinicultura había estimado que, en 2022, se llegaría a los 13.400.000 quintales, lo que implicaba una reducción del 14%. Sin embargo, los datos hasta el domingo 24 están mostrando que se recolectaron 13.128.632 quintales; es decir, un 16% menos. Y si bien aún restan un par de semanas para darla por concluida oficialmente, desde distintas partes del territorio provincial coinciden en afirmar que la cosecha está casi terminada y que no esperan variaciones significativas en los próximos días.

En cuanto a la producción total nacional, las Estimaciones de Producción del INV planteaban que se alcanzarían los 19.449.000 quintales, lo que implicaba una merma del 13% con respecto a la cosecha 2021, que fue de 22.229.011 quintales. Los datos de la semana 21 arrojan que se han cosechado 18.935.863 quintales; un 15% menos que el total de 2021.

El presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, Martín Hinojosa, comentó que, como vienen los números hasta ahora, ésta sería la segunda cosecha más baja de la última década, después de 2016, que ha sido la más baja (seguida por la de 2017). De todos modos, resaltó que aún restan unas semanas más hasta tener los datos definitivos y que lo mismo sucede con los resultados por variedades.

Hinojosa señaló que la merma final estaría en el orden del 14,5%, pero que podría haber una diferencia de 1,5 a 2 puntos y que el margen de error de la estimación es de 5 puntos (hacia arriba o hacia abajo). Pese a eso, destacó que, en el recorrido que han realizado por diversas bodegas, han visto una muy buena calidad en las uvas y que no ha habido una afectación significativa por enfermedades.

Uno de los interrogantes es qué sucederá con el stock ante esta reducción en la cosecha. El titular del INV comentó que va a estar “equilibrado justo”. Esto implica que, si repuntara el consumo en el mercado interno, existe el riesgo de tener poco vino; mientras que, si cayera, se estaría en una situación de equilibrio, porque ha sido una producción baja.

Aunque 2022 había comenzado con una caída en los despachos al mercado doméstico, en marzo se produjo un marcado repunte, del 26,6% en comparación con el mismo mes del año pasado. De hecho, los 71,5 millones de litros de vino despachados representan el mejor registro de los últimos 5 años y han permitido que el primer trimestre del año tenga números positivos, marcando un incremento del 3,7% respecto del mismo período 2021. Asimismo, la recuperación se observa no sólo en los espumantes y varietales, sino también en los vinos de consumo cotidiano y envases populares, como el botellón y el tetra brick.

Eduardo Sancho, presidente de la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita), comentó que ha habido una baja en la producción del 15 al 20% con respecto al año pasado y que la disminución ha sido generalizada, en parte como consecuencia de las heladas tardías que, cuando no son tan dañinas, el efecto se nota al momento de la cosecha. Y que se sumó una helada temprana, este mes, que complicó a las variedades más tardías, como malbec, y sobre todo en zonas como el Valle de Uco y San Rafael.

En cuanto a la recolección en sí misma, indicó que fue bastante ordenada, pese a la ya afianzada problemática de la falta de mano de obra. Y que la calidad es buena ya que, siempre que la cantidad se reduce, mejoran indicadores como la concentración de color y de azúcar.

Por otra parte, señaló que la merma ha generado una recuperación importante en los precios que se paga al productor, que consideró muy positivo, porque de otra manera los viñedos comienzan a quedar sin atención porque los márgenes de rentabilidad no permiten mantener el cultivo. Pero resaltó que no se debe perder de vista que este repunte en el precio viene acompañado de una caída en la producción, que hace que el retorno para el sector primario no sea tan notorio.

Sancho detalló que lo que suceda con el consumo –y, por lo tanto, con las existencias vínicas- dependerá mucho de la situación nacional, ya que, si el poder adquisitivo cae, es de esperar que suceda los mismo con la venta de vino. Y si bien resaltó que marzo ha sido muy bueno en este sentido, habrá que esperar a ver qué pasa a mediados de año, cuando se hayan aplicado los aumentos definidos en paritarias.

Mirada territorial

El presidente de la Cámara de Agricultura Industria y Comercio de Tupungato, Sebastián Lafalla, señaló que en el Valle de Uco ya no están recolectando prácticamente nada, por lo que se puede considerar que la cosecha está terminada y que se observan mermas de un 25% en promedio. Esto, según la información que han recabado de los productores asociados. De ahí que resalte que se trata de una cosecha sustancialmente baja.

Sin embargo, Lafalla no atribuye esta caída en la producción a los factores del clima, sino a una cuestión estructural. Es que, aunque se sabe que, cada año, el granizo provoca daños del 10 al 15% y que alguna helada suele sumar una reducción adicional, que se nota al momento de cosechar, el principal determinante es la falta de inversión en los cultivos. Por eso, opinó que es difícil que vuelva a haber cosechas de 25 millones de quintales.

El productor planteó que hay muchos viñedos que se han erradicado y que se trata de información con la que el INV no cuenta, porque son pocos los que dan de baja la propiedad ante la entidad. Por otra parte, la falta de rentabilidad en el sector primario provoca que el productor no pueda realizar las labores que debería y la producción comienza a caer.

Esto ha generado un escenario, detalló, en el que les está faltando uva a las bodegas y el precio “está donde tiene que estar”, ya que la escasez ha equilibrado el mercado para el productor primario. Como contraparte, comienzan a aparecer rumores de importación de vinos, que llegarían a la provincia desde Chile, ingresando al país por San Juan, para pagar menos de Ingresos Brutos.

En cuanto los valores de mercado, Lafalla señaló que el malbec del Valle de Uco no debería venderse hoy a menos de $120 el kilo, pero que las bodegas no han fijado un valor y los productores, como sucede habitualmente, han entregado la uva sin precio. Y que recién en julio comenzarán a liquidar el primer pago, en un contexto de un 6% de inflación mensual; además de que recurren a la amenaza de la importación para bajar el monto a pagar. En este sentido, adjudicó la responsabilidad de esta caída sostenida en la producción a las bodegas, que se financian con el productor “a tasa cero y en pesos”.

Números muy bajos

Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, manifestó que, con los datos más recientes del INV, se confirma una significativa merma de producción respecto al año pasado y que se estaría replicando la cosecha 2017, que fue la segunda más baja de los últimos 50 años. Esto, como consecuencia de las heladas, el granizo, la crisis hídrica y la incidencia de la polilla de la vid, para la que se está haciendo un mantenimiento mínimo.

Sosa precisó que las disminuciones no son iguales en todas las variedades, ya que, mientras ha habido, con respecto al año pasado, una caída del 25 al 30% en criolla grande, tempranillo, cereza y Pedro Giménez; en otras, como chardonnay, viognier y sauvignon, la reducción sería menor. Y sumó que estas discrepancias han generado un cierto desconcierto y desconfianza sobre los números de la cosecha.

Por otra parte, Sosa indicó que se ha consolidado una tendencia muy peligrosa de falta de mano de obra, motivada, sobre todo, por el hecho de que el trabajador se niega a ser dado de alta en el sistema por temor a perder el plan social.

También mencionó que, en este contexto de menor disponibilidad de uva y de la consiguiente alza en los valores, ha vuelto a aparecer el “fantasma de la importación” de vinos. Quienes demandan, explicó, plantean que no encuentran, cuando en realidad se trata de que no los pueden comprar al precio que pretenden. Y sobre los stocks, sumó que es difícil manifestar que no hay, cuando recientemente el Banco de Vinos decidió intervenir en el mercado, porque se habían superado los 5 meses de existencias.

Por su parte, José Pedro Gómez, presidente de la Específica de Bodegueros de la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael, explicó que, si se comparan los números de la semana 21 de la cosecha 2022 con la misma de la 2021, se ha recolectado un poco más de uva en ese departamento.

Pero que, cuando se considera que ya prácticamente han terminado de cosechar en todo el sur provincial, se estaría entre un 20 y un 30% por debajo del año pasado, y que esto se debe principalmente a la helada tardía del 3 de octubre y las tempranas del 28,29 y 30 de marzo. Estas últimas provocaron, además, que se adelantara mucho la cosecha, ya que, por lo general, San Rafael tiene un punto de madurez más tardío.

Sin embargo, planteó que en el total de kilos se ve una caída muy grande, ya que se han cosechado unos 54 millones de kilos, cuando se llegó a los 150 en el pasado y en 2018 se alcanzaron los 80 millones. De hecho, cuando se divide ese número por la cantidad de hectáreas de viñedos en el departamento, arroja una productividad de 50 quintales por hectárea, que es muy baja. Pero destacó que no se debe solo al efecto de las heladas, sino también a que se han abandonado un número importante de fincas.

Gómez explicó que los años en que hay mermas, siempre se observa buena calidad, con mucho color y aromas, por lo que consideró que se van a obtener vinos excelentes; incluso superiores a los del año pasado.

En cuanto a las perspectivas, comentó que los bodegueros no están preocupados por el hecho de que haya pocos kilos este año, sino por lo que pueda suceder con el consumo en un contexto de 60% de inflación interanual –que algunos analistas llevan al 80%- y que podría provocar que, pese a que se trató de una cosecha magra, sobre vino.

Para ilustrarlo, indicó que un vino en tetra brick está rondando los $300 y que, cuando se piensa en un consumo diario, se deben calcular $9 mil al mes sólo para esa bebida; una cifra demasiado alta para el bolsillo de los argentinos.

Y si bien podría pensarse que una alternativa, para las bodegas que exportan, es el mercado externo, Gómez detalló que se ha incrementado el costo de los fletes por las complicaciones logísticas y que los últimos datos muestran que las exportaciones aumentaron en valor, pero no en volumen. Además, el tipo de cambio atrasado provoca que los costos sean muy elevados y se dificulte ser competitivo.

“Los datos de cosecha no son lo único que estamos mirando los bodegueros. Otros, de la macro, hacen sospechar que los tiempos que vienen van a ser muy difíciles para la vitivinicultura”, expresó.

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